Lo manifestó Natalia Florido, de la Red Argentina por la Adopción. Es hija adoptiva y recientemente encontró a sus familiares sanguíneos. Aquí relata su experiencia.
“Desde que tengo uso de razón lo sé”. Precisa, Natalia Florido manifestó su sentimiento y su modo de ver la temática de la adopción. A los 27 años comenzó la búsqueda de su identidad, y logró hallar a su hermana biológica, Vanesa, aunque su madre en ese momento ya estaba fallecida. Previo a su viaje a Roma para encontrarse con el Papa Francisco, narró su experiencia esta mañana, en contacto con LT10.
La presidente de la Red Argentina por la Adopción relató: “Soy hija adoptiva. Desde que tengo uso de razón siempre supe que fui adoptada. Nací en 1983, mi mamá me fue a parir en El Bolsón, provincia de Río Negro, con la orden de un juez de que me iba a dar en adopción porque era madre soltera y ya tenía otro hijo y, por motivos que desconozco, hacerse cargo de uno más”.
A partir de su historia personal, Florido se encontró “con sus raíces hace cuatro años”. “Estoy muy contenta porque es una historia que me apasiona y compartirla con quienes adopten y necesiten un apoyo”, remarcó. Y consignó: “Cuando uno busca la identidad es una necesidad. Hay personas que lo necesitan y hay personas que no. Durante 27 años no lo necesité y un día dije ‘quiero saber’. Pero no era una deuda rencorosa porque siempre tuve en claro estar agradecida a mi madre por darme la vida”.
Sobre el rol de la familia adoptiva, la mujer indicó que “no la dejó de amar en ningún momento. Mi mamá siempre cuenta que el momento en que cierra un poco la historia, cuando se produce el encuentro con mi hermana, ese día que nos encontramos todos en la terminal de ómnibus –resaltó–. Y mi mamá dice ‘creo que ahí entendí’. A mí me afianza más a ellos (sus padres adoptivos) porque gracias a que ellos me contaron esta historia desde muy chica y me ayudaron a no generar rencores hacia Mercedes (su madre biológica), pude entender mi adopción y encontrarme con mis raíces”, concluyó.