En la redacción de Notife solíamos usar jocosamente esa frase cuando le apretábamos “send” a una nota que podía generar incomodidad o enojo a terceros con mala fama. “Tarde para la bala” significaba en la jerga que la fortaleza de una denuncia resistía a la violencia, porque esa reacción habría resultado demasiado obvia. La muerte de Nisman rompió con la lógica de aquella certeza, aunque no podrá evitar que los argentinos sigamos exigiendo verdad. Sigue siendo tarde.No tiene demasiado sentido explicar la situación. A esta hora ya se dijo casi todo lo que había que decir. La muerte del fiscal Alberto Nisman se ubica entre los hechos más graves que recuerde la democracia argentina desde 1983. Era, ni mas ni menos, el Fiscal que 15 horas después de hallado muerto tenía que sentarse frente a los legisladores nacionales para explicar las pruebas que tenía para explicar el supuesto plan de anulación de las responsabilidades iraníes en el atentado a la AMIA. Acusó a la Presidenta y a su canciller, entre otros.Habló por todos los medios y afirmó que el lunes iba a explicarnos todo. El domingo, un rato antes de su cena, ¿se quitó la vida?
Los argentinos quedamos en shock. Quienes tuvimos la desgraciada coincidencia de encontrarnos con el rumor, a la postre información en la madrugada del lunes, no pudimos dormir. Los que amanecieron con la noticia quedaron paralizados y nadie, absolutamente nadie, pudo hablar de otra cosa desde entonces.
Las pericias parecen indicar que sí. Al menos es lo que dicen las primeras señales científicas ordenadas por la Fiscal Fein. Pero no significa que sea así. Ni significa que habiendo sido así, lo haya hecho por “propia voluntad”. A esta hora, cuando pasó más de un día de la muerte, nadie puede tener ninguna certeza de las razones de este final abrupto de la vida de un hombre que tenía en sus manos información que incomodaba seriamente a la Casa Rosada, pero también a las facciones de la SIDE y, también, a los intereses de Irán, el principal sospechoso del atentado a la AMIA.
La imagen del Secretario de Seguridad, Sergio Berni, ingresando al edificio un rato antes de que la Fiscal a cargo del caso; la interminable demora en confirmar la muerte; el llamativo silencio de todos los funcionarios, incluida especialmente la Presidenta, llenó de rareza el clima que rodeó al “suicidio”.
La historia reciente de Argentina está repleta de muertes dudosas vinculadas a temas políticos. De suicidios dudosos. O de muertes confusas. Se puede hacer un listado interminable pero alcanza con recordar dos o tres para entender que la justicia nunca pudo devolverle certeza a la gente: la muerte de Carlos Menem Jr, el suicidio de Yabrán, el crimen de José Luis Cabezas, la seguidilla de muertes de testigos en el caso de Menem, el llamativo suicidio de algunos involucrados en el caso IBM-Banco Nación. La muerte de Nisman podría encolumnarse en esa lista. Pero no. Resultó tan grosera, tan obvia, que no habrá manera de quitarnos de la cabeza que lo quisieron silenciar.
Descartada la hipótesis del crimen, igual queda la idea del “suicidio inducido”, una figura generalmente utilizada por la mafia para acabar con una vida, bajo la amenaza de que si no lo hace, las consecuencias serán sufridas por sus seres más cercanos. Es una hipótesis, difícil de probar, pero que parece encajar perfectamente en la decisión final de Nisman, un hombre que no dejó razones escritas para su decisión, ni se comunicó con nadie dando algún anticipo de lo que pensaba hacer. Nisman se mató. Pero evidentemente hubo quienes lo necesitaban muerto. Para impedir que avanzara o directamente para enviarle un mensaje contundente a la sociedad: “con algunos temas no se jode y con alguna gente, mucho menos”.
Cualquiera haya sido la causa de su decisión, lo cierto es que se puede pensar en una raya imaginaria en la historia del país, una línea que se trazó el 19 de enero de 2015 a la madrugada en un contexto de brutal enfrentamiento entre el Poder Judicial y el poder Ejecutivo, en una situación muy incómoda del país con Irán, tras el fracaso del acuerdo que intentó sembrar impunidad definitiva para los funcionarios de ese país que están sospechados de haber detonado la AMIA y, en especial, en una notable interna entre los miembros de la ex SIDE que, lejos de estar cumpliendo con sus funciones naturales, parece una máquina de difusión de asuntos sucios del Gobierno, los jueces y los ciudadanos “molestos”.
La raya es el límite. Probablemente Argentina haya ingresado, una vez más, en una etapa de violencia política. La innecesaria tensión discursiva del Gobierno, las consignas ciegas, la negación del otro y de lo que piensa el otro, la reivindicación de la violencia de otros tiempos y, sobre todo, la contaminada idea de que el terror -vale leer la reacción de una basto sector “militante” que relativizó el atentado a Charlie Hebdo- se puede relativizar dependiendo del “contexto”.
Argentina vive uno de sus peores momentos desde la reinstauración de la democracia. Han minado la confianza en las instituciones democráticas y ahora, en un año crucial, sembraron el terror.
Hay que decir que el Gobierno es el peor perjudicado en esta historia, haya tenido o no vinculo con este desenlace. Nisman será una marca que llevará Cristina Fernández de Kirchner en su frente, aunque sea absolutamente inocente. Es el costo de llevar las cosas a lo extremo, y a destiempo. En esta causa, a pesar de la muerte de Nisman, era tarde para la bala.
Reacciones de la dirigencia santafesina
Ruben Giustiniani, Senador nacional por Santa Fe: “La muerte de un Fiscal de la Nación como la de Alberto Nisman tiene una tremenda gravedad institucional, sobre todo después de que el miércoles pasado había denunciado y pedido la convocatoria a indagatoria de la Presidenta Cristina Kirchner y el Canciller Héctor Timerman por la firma del memorándum con Irán. Hace dos años, cuando se trató el memorándum en el Senado Nacional, dijimos en el recinto que la firma era un grave error de política internacional del Gobierno Nacional y que no iba en el camino de la verdad y la justicia sino en el camino de la impunidad. Lamentablemente el tiempo y los hechos del día de hoy, con la muerte del fiscal Nisman, nos han dado la razón”.
Oscar Martínez, Diputado nacional por Santa Fe: “Este es un escándalo nacional e internacional. Esta muerte dudosa genera una conmoción que pone en alarma a las instituciones de la República. Hay que reconocer al valentía de este Fiscal, pero en cualquier circunstancia un caso así debe ser calificado de muerte dudosa. Estamos de luto y duelo. La idea es que se investigue este hecho con la responsabilidad que amerita, y que se levante el secreto de sumario de la causa”.
Pablo Javkin, Diputado macional y Presidente Nacional de Coalición Cívica: “Es un hecho muy conmocionante. La muerte de Nisman es un hecho que nos conmueve a todos. Ahora, hay que exigir que se esclarezca la causa de la muerte del Fiscal y la preservación del material de la investigación y del equipo de trabajo. Es de una gravedad tremenda. Creo que esta es una demostración de hasta dónde hay niveles oscuros en el funcionamiento del Estado, ligados a la actividad de la inteligencia y el cual el atentado a la investigación de la AMIA es uno de los ejemplos más tristes y más contundentes. Es un desafío para todos los que plantean el funcionamiento del Estado en la Argentina. Es un hecho de una conmoción terrible. Nosotros tenemos un país donde, muchos años después, un ex Presidente sale a reconocer que lo de su hijo podía ser un atentado, en el caso del ex Presidente Menem. Son noticias que pasan y van pasando y son hechos de una gravedad que merecerían un tratamiento distinto. La sensación de todos los argentinos que hoy se levantaron es que lo que debe garantizarse es la preservación del material y el quipo de trabajo”.
Miguel Lifschitz, Senador provincial: “Hoy es un día de duelo, frente a un crimen que causa grave daño para la democracia argentina, como si el tiempo no hubiera pasado y el atentado a la AMIA hubiera dejado una nueva víctima. Es difícil disociar esta muerte de la denuncia que Nisman había hecho contra la Presidenta de la Nación, su Canciller y otros. Es fundamental preservar las instituciones y el rol que le cabe a la Justicia para esclarecer los hechos. Independientemente de las circunstancias en que puede haber ocurrido este suceso, queda claro que estamos frente a una muerte que resulta inadmisible. Debemos ser enérgicos y no permitir que avance el miedo. Se deben esclarecer de manera urgente las causas de la muerte del Fiscal Nisman. Solicitamos a la Corte Suprema de Justicia de la Nación que garantice la seguridad del equipo de investigación y la preservación de las pruebas que el fiscal había acumulado. La investigación debe continuar para que se esclarezca de una vez por todas el atentado a la AMIA y, a su vez, se conozcan públicamente las razones ocultas del Memorándum con Irán, y las causas de esta dolorosa muerte que conmociona a toda la Argentina y al mundo”.