En el Laboratorio Central se analizan 250 muestras por día
Establecer si una muestra es positiva o negativa de Covid-19 permite coordinar acciones inmediatas con los efectores de salud donde el número de camas de terapia y en sectores de aislamiento empiezan a ser un dato crítico.
El Laboratorio Central de la provincia está ubicado en el edificio del ex Hospital Italiano, en Zavalla al 3300 de esta ciudad. En esa instalación se analizan las muestras que llegan del centro-norte del territorio santafesino para confirmar o descartar casos de Covid-19.
A fines de marzo se analizaban allí 60 muestras por día y ahora, mientras la provincia está atravesando un aumento sostenido de casos, esa cifra se multiplicó por cuatro.
Para evitar riesgos sanitarios, el equipo se dividió en dos; y para dar una respuesta rápida a la demanda de diagnóstico, todos los integrantes del laboratorio trabajan en el área Covid, que funciona de la mañana a la noche y de lunes a lunes.
Para conocer cómo es la actividad en el laboratorio, dialogamos con su director, el bioquímico Carlos Pastor. Y ante una curva de casos que sigue en aumento y un sistema sanitario que empieza a soportar una alta exigencia, preguntamos cuál es la principal recomendación para la gente. La respuesta sigue siendo la misma desde marzo: cuidanos.
– ¿Cuál es el camino que sigue una muestra desde que llega al Laboratorio Central hasta que se conoce el resultado, negativo o positivo, de Covid-19?
– El recorrido de todas las muestras es el mismo, se identifica la caja (el envase), de dónde proviene y todas las fichas. Éstas son ingresadas y rotuladas. Cada una representa una muestra única y toda la información va a estar referida a ese número en particular. Luego son extraídas las muestras y descontaminados los recipientes porque tienen que ser reciclados. Y las fichas, aparte de ingresar a nuestro sistema, son escaneadas y remitidas para que sean cargadas en el sistema SISA (Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentina): todo el país, tanto efectores públicos como privados, manejan el mismo sistema de información.
– ¿Cuántas muestras llegan por día en este momento en que estamos en la curva de casos?
– En este momento estamos pasando las 250 muestras. Empezamos con 50 o 60, hemos ido creciendo y durante los últimos días de agosto ya empezamos a estar todos los días arriba de las 200 muestras. Cambian día por día pero ese es el promedio.
– ¿Cómo es el día de trabajo de cada uno de ustedes? ¿Cómo se termina cada jornada?
– Todos los integrantes del laboratorio se han puesto a trabajar en el tema Covid. Incluso de las áreas de análisis de otras patologías. También hemos incorporado personal para asistir esta demanda. Una vez que las muestras son ingresadas al laboratorio, se van haciendo extracciones del ácido nucleico y los análisis se van “largando” por grupos. En el día se tienen entre 3 y 4 tandas de resultados. Demoramos entre 5 y 6 horas desde el ingreso, el procesamiento propiamente dicho, el análisis -porque hay que someter cada resultado a una validación-, la carga en el sistema informático propio y la remisión a Epidemiología y a los efectores que, en definitiva, tienen que comunicarse con los pacientes para que sepan los resultados.
– ¿Una vez que termina esa jornada de trabajo y vuelven a sus casas, ¿tienen que seguir otro protocolo?
– En este momento y por seguridad tenemos dos equipos de trabajo. Salvo el sector en común, son dos equipos distintos los que trabajan con las muestras. Lo hacen en días alternados para evitar una posible contaminación o posible contagio. Cada uno de nosotros tiene una vida familiar y a la vuelta del trabajo, aparte de las medidas de seguridad internas, cada uno tiene condiciones de higiene y cuidados en las salidas para hacer compras y en sus relaciones con los demás, y las restricciones que son válidas para todos. Somos personas como las demás, así que nos caben las mismas condiciones y reglas.
– Hoy, en el momento más crítico que se está atravesando no están esos aplausos que se escuchaban todos los días a las 9 de la noche, ¿cómo lo toman?
– Nosotros somos una parte de todo un engranaje del sistema de salud. En el frente de batalla, están atendiendo enfermeros, médicos, terapistas, kinesiólogos, mucamas. Pero sabemos que contamos con el apoyo de la población y, cuando pueden, lo valoran y lo dicen.
– Precisamente, ¿qué recomendación le hace a la población?
– Las que todos sabemos y conocemos, y tienen más validez que nunca. Estamos llegando a los valores más altos de casos positivos. Cuánto tiempo se va a mantener esto es un dato incierto y por eso no podemos poner un fecha o un tope. Lo más válido para nosotros es el esfuerzo, ahora más que nunca. Para nosotros la premura es tener el resultado cuanto antes, sobre todo para el sector de internación porque notamos que las camas en sectores de aislamiento sufren una alta demanda y para eso tenemos que estar otorgando una respuesta rápida.
– ¿Qué le genera mayor preocupación o miedo?
– La preocupación como profesional es la misma que para todos: la seguridad de poder cumplir nuestra misión de la mejor manera y en las mejores condiciones. Y como toda persona que tiene amigos y familiares, comparto la misma preocupación.
Ahora que no aplaudimos
La pandemia puso al personal de salud en un primer plano, en la primera línea de fuego, por usar una de las tantas metáforas bélicas a las que se apeló en estos meses.
La primera cuarentena y las sucesivas fases de aislamiento y distanciamiento permitieron capacitar al equipo de salud en la atención de una enfermedad nueva y desconcertante. Desde la utilización de equipos de protección personal hasta el manejo de respiradores; desde la elaboración de estadísticas y proyecciones hasta la salida al terreno para “buscar el virus”.
Todo, mientras se contaban camas y se adaptaban espacios para una atención diferenciada.
Ahora que los aplausos de las 9 de la noche ya no se escuchan, el personal de salud sigue ahí, en la primera línea de fuego.