Festividad religiosa
8 de mayo: un día especial para los fieles católicos en honor a la Virgen de Luján
Una carreta que no avanzaba y una decisión divina marcaron el inicio de un culto que hoy atrae a miles de peregrinos a la ciudad de Luján
El Día de la Virgen de Luján, que se celebra cada 8 de mayo, es una de las festividades religiosas más importantes en Argentina, país que siente devoción a la patrona de su territorio. Esta fecha marca un momento de unión y fe para miles de fieles que se acercan a la Basílica de Luján para rendir homenaje a la imagen que, desde hace siglos, es centro de peregrinación y veneración.
¿Cuál es el origen del Día de la Virgen de Luján?
Cada 8 de mayo, Argentina se prepara para conmemorar una de las fechas más significativas para la feligresía católica del país: el Día de la Virgen de Luján. Esta jornada rememora la coronación papal de la Santa Imagen de Nuestra Señora de Luján, un evento que marcó un antes y un después en la devoción mariana argentina. Fue el Papa León XIII quien, en 1887, otorgó esta distinción, consolidando a la virgen como un símbolo religioso fundamental en la nación.
El origen de esta veneración se remonta al siglo XVII, en un contexto marcado por la fe y el misterio que envolvería para siempre al pequeño pueblo de Luján, en la provincia de Buenos Aires. Antonio Farías Sáa, un hacendado portugués residenciado en la región del Tucumán, encargó desde Brasil una imagen de la Virgen María para su capilla en Sumampa. La imagen llegó al puerto de Buenos Aires en marzo de 1630, pero en su camino a Sumampa, la carreta que la transportaba quedó inesperadamente varada al llegar a un paraje cerca del río Luján.
En un principio se pensó que el peso excesivo era el causante, pero pronto se descubriría que los bueyes solo se movían al retirar la imagen de la Virgen de la carreta. Esta peculiar situación fue interpretada como un signo divino de que la Virgen deseaba permanecer en ese lugar, lo que llevó a los fieles a dejar la imagen allí, marcando el nacimiento de un sitio de peregrinación que atraería a miles de creyentes en los años subsiguientes. Para 1763, el primer santuario dedicado a la Nuestra Señora de Luján sería inaugurado, estableciendo un centro de fervor religioso que perdura hasta nuestros días.
Algunos historiadores y fieles discrepan sobre el exacto lugar donde la carreta se detuvo y la Virgen manifestó su deseo de permanecer. Según el historiador Federico Suárez, el sitio original no estaría en Luján, sino en lo que hoy es el barrio de Villa Rosa en Pilar, donde se erige la Capilla del Milagro de Nuestra Señora de Luján. Esta discrepancia histórica, lejos de opacar la devoción, enriquece lo cultural y religioso que rodea a la Virgen.
Cuáles fueron los milagros que se le atribuyen a la Virgen de Luján
La Virgen de Luján se encuentra en el centro de diversas historias que testimonian su influencia tanto en la religiosidad popular como en momentos clave de la historia del país. Desde la realización de milagros hasta su rol inadvertido en la creación de la bandera nacional, la Virgen de Luján se erige como un símbolo de protección y devoción.
Dentro de los numerosos milagros atribuidos a la Virgen de Luján, se encuentra la curación de una niña de siete años, cuya historia fue compartida por el Papa Francisco durante una misa en Santa Marta. “Los médicos diagnosticaron a su pequeña hija de 7 años una grave enfermedad”, relataba el pontífice, mencionando la esperanza de un padre que, tras una noche de oración frente al santuario cerrado, regresó al hospital para encontrar a su hija sanada.
Este milagro, junto con otros, como el suceso de la protección divina ante el avance de un malón en Mendoza en 1832 y la inexplicable recuperación del presbítero Pedro Montalvo de una tuberculosis tras visitar a la Virgen en 1684, consolidan la imagen de la Virgen de Luján como intercesora milagrosa ante las adversidades.
La intervención de figuras históricas en la promoción y construcción del santuario de Luján también es notable. El Padre Jorge Salvaire es una de estas personalidades, cuya vida cambió tras ser salvado de la muerte por la Virgen, comprometiéndose a “transformar en un templo digno de Ella el modesto oratorio en donde se había arrodillado”. Esta promesa culminó en la construcción de la actual Basílica de Salvaire, un templo que no solo sirve como lugar de peregrinación sino también como símbolo de la fe inquebrantable.
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La oración a la Virgen de Luján recita:
Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra. Nuestra Señora de Luján, Patrona de nuestra Patria; hoy alzamos nuestros ojos y nuestros brazos hacia ti... Madre de la Esperanza, de los pobres y de los peregrinos, escúchanos...
Hoy te pedimos por Argentina, por nuestro pueblo. Ilumina nuestra patria con el sol de justicia, con la luz de una mañana nueva, que es la luz de Jesús. Enciende el fuego nuevo del amor entre hermanos.
Unidos estamos bajo la celeste y blanca de nuestra bandera, y los colores de tu manto, para contarte que: hoy falta el pan material en muchas, muchas casas, pero también falta el pan de la verdad y la justicia en muchas mentes. Falta el pan del amor entre hermanos y falta el pan de Jesús en los corazones.
Te pedimos madre, que extingas el odio, que ahogues las ambiciones desmedidas, que arranques el ansia febril de solamente los bienes materiales y derrama sobre nuestro suelo, la semilla de la humildad, de la comprensión. Ahoga la mala hierba de la soberbia, que ningún Caín pueda plantar su tienda sobre nuestro suelo, pero tampoco que ningún Abel inocente bañe con su sangre nuestras calles.
Haz madre que comprendamos que somos hermanos, nacidos bajo un mismo cielo, y bajo una misma bandera. Que sufrimos todos juntos las mismas penas y las mismas alegrías. Ilumina nuestra esperanza, alivia nuestra pobreza material y espiritual y que tomados de tu mano digamos más fuerte que nunca: ¡ARGENTINA! ¡ARGENTINA, CANTA Y CAMINA!