Según una encuesta internacional, Alemania es el país en el que más hombres orinan sentados
Los alemanes no solo tienen una palabra para ello, Sitzpinkler: hombre que orina sentado, sino que la hacen efectiva mejor que cualquier otro país.
Recientemente, la encuestadora británica YouGov publicó los resultados de una encuesta realizada en 13 países sobre las preferencias de los hombres a la hora de orinar. Fueron un total de ocho países europeos encuestados, además de Canadá, EE. UU., México, Singapur y Australia.
De los 13 países, Alemania fue en el que la mayoría de los hombres se sentaban “siempre” a orinar (40 %).
Esto sitúa a los hombres alemanes muy por delante de sus pares suecos, en segundo lugar, donde solo el 22 % de los hombres se sientan “siempre”. Los daneses se sitúan en tercer lugar (44 %), por delante de australianos (39 %) y canadienses (35 %). En Francia (35 %) e Italia (34 %), la situación está muy pareja. Finalmente, en la cola de la clasificación europea se sitúan Polonia (27 %) y el Reino Unido (24 %).
EE. UU. se encuentra en el extremo inferior de la escala: sólo el 10 % de los hombres estadounidenses se sientan a orinar “siempre”. Aun así, no es tan bajo como en México o Singapur, donde el 6 % y el 5 % de los hombres, respectivamente, se sientan a orinar “cada vez”.
¿Cómo es posible que los hombres alemanes sean tan hábiles a la hora de sentarse para hacer sus necesidades? Según todos los indicios, se trata de un fenómeno bastante reciente: un dispositivo llamado Spuk (“fantasma”), o WC-Geist (“fantasma del retrete”), comercializado por primera vez en Alemania en 2004.
Se coloca debajo del asiento del retrete y, cuando un hombre en apuros levanta el asiento para ver mejor la taza, el dispositivo emite un mensaje pidiéndole que vuelva a colocar el asiento en posición horizontal y haga sus necesidades sentado.
Los “fantasmas del inodoro” ayudaron a cambiar hábitos
De hecho, a principios de la década de 2000 parece que se produjo un cambio de actitud en toda Alemania. Antes, Sitzpinkler era una palabra con una fuerte connotación negativa. Si orinabas “como una chica”, era señal de ser un hombre débil.
Por aquel entonces, aparecieron “fantasmas del inodoro” y carteles escritos en los aseos alemanes, sobre todo en pisos compartidos y otras instalaciones comunes, en los que se pedía a los visitantes hombres que se sentaran mientras orinaban.
Ahora es más frecuente que los padres alemanes instruyan a sus hijos desde la infancia para que hagan lo mismo. Esto se debe a dos razones principales: higiene y salud. En muchas ocasiones, los hombres que orinan de pie (con frecuencia) no atinan donde debe ser, dejando un desastre que (normalmente) otros tendrán que limpiar. Sentarse para orinar es más higiénico y más considerado con los anfitriones.
Además, orinar sentado vacía la vejiga más rápida y completamente. Es mejor opción, sobre todo para los hombres con problemas de próstata o del tracto urinario inferior.
Sí, pero no en su totalidad
Sin embargo, y aunque Alemania ha apostado por la opción de sentarse, 1 de cada 10 varones alemanes sigue siendo un Stehpinkler radical (es decir, alguien que orina siempre de pie). En un caso judicial de 2015, las dos posturas llegaron a un punto crítico, por así decirlo.
Ese año, un tribunal de Düsseldorf juzgó el caso de una casera que se negó a devolver el depósito de renta de 1.900 euros (unos 2.050 dólares) porque los “derrames” de su inquilino habían dañado el suelo de mármol del baño alrededor del inodoro. El juez reconoció los daños, pero falló a favor del inquilino, un stehpinkler sin remedio: “A pesar de la creciente domesticación de los hombres en esta materia, orinar de pie sigue siendo una práctica habitual”.