A 20 años de la trágica inundación en Santa Fe: ¿la ciudad está preparada para otra emergencia?
Se cumplen 20 años de la inundación de 2003. Luego de la tragedia se realizaron importantes obras de infraestructura para tratar de evitar que se repita. Qué se hizo y qué falta.
Nicolás Loyarte
En abril de 2003 un tercio de la ciudad de Santa Fe quedó bajo el agua. La inundación fue provocada por la crecida extraordinaria del río Salado, que no pudo escurrir debidamente bajo el puente de la autopista a Rosario e ingresó por una brecha de defensa del oeste que estaba inconclusa. A 20 años de aquella tragedia la pregunta es si la ciudad está hoy preparada para resistir otra emergencia similar.
Hay que recordar que el Salado no era el río que recurrentemente venía castigando a la ciudad. Las grandes emergencias que había padecido Santa Fe a lo largo de su historia habían sido ocasionadas por crecidas del río Paraná. En el caso de la inundación del Salado, si bien había una defensa del oeste, que era el terraplén Irigoyen, no se había terminado de construir el último tramo.
Esta gran crecida del río Salado provocó en 2003 un estado de total saturación de la cuenca, con lluvias no tan importantes pero sí muy recurrentes y muy continuas, por lo que venía saturándose, o sea, venía llenándose todo el espacio del suelo que puede almacenar agua.
La lluvia que inundó Santa Fe fue la que cayó en la cuenca baja del Salado, que es la cuenca del arroyo Cululú, y tiene una respuesta rápida, a diferencia de la cuenca de alta, en los Bajos Submeridionales, a donde la respuesta es lenta. Una respuesta rápida significa que cuando llueve ese agua se canaliza y se conduce rápidamente hacia el río, que es la salida. Entonces el río experimenta una onda de crecimiento rápida e importante. En cambio en las zonas muy planas, primero se van llenando los bajos locales y después se escurre lento.
Aquella lluvia castigó entonces a la ciudad que además tenía una obra inconclusa. El agua entró por la brecha de defensa faltante, inundó los barrios del oeste y no encontró salida. La defensa fue como una trampa, porque el agua quedó adentro, con un nivel superior al del río. Por eso hubo que dinamitar la avenida Mar Argentino al sur, que era la defensa oeste, para que salga el agua.
Hoy la defensa oeste está diseñada para soportar un caudal similar al de 2003 y se “cerró la puertita por donde entró el agua”, dice la hidróloga Silvina Serra, quien por entonces era docente universitaria y está hoy al frente de la Secretaría de Infraestructura y Gestión Hídrica de la Municipalidad de Santa Fe. Además, la luz del puente es mayor para favorecer el escurrimiento. “Estamos totalmente protegidos”, asegura.
-Del otro lado, ¿cómo está la zona de la ciudad que puede ser vulnerada por el río Paraná?
-En lo que respecta a los terraplenes, tenemos toda la ciudad protegida. Esa zona se encuentra en buen estado y las estaciones de bombeo son pequeñas y se encuentran todas operativas. Mantenemos diálogo permanente con la Provincia para su mantenimiento, porque son frecuentemente asaltadas, nos roban los cables, nos sacan las rejas y hay que reponer todo. Vamos informando cuáles son las obras que habría que reforzar o qué terraplén necesita mantenimiento, porque muchas veces rompen las barreras y los transitan, y se erosionan.
Desagües pluviales
Más allá de la crecida de los ríos, si en cambio ocurriese hoy una inundación por lluvia sobre la ciudad (como en 2007) se necesitaría sacar el agua de los barrios hacia el río. Para ello es necesario contar con desagües, canalizaciones, reservorios y estaciones de bombeo.
En 2003, las estaciones de bombeo “no estaban conectadas, estaban inconclusas y algunas no estaban operativas. Hoy tenemos todas las estaciones de bombeo que se planificaron construidas y todas se encuentran operativas, incluida desde hace dos años la Casa Bomba Cero, en barrio Centenario”, explica Serra. “Lo que pasa es que no tuvimos ninguna crecida del río para poder probarla”.
Además, “implementamos un sistema de monitoreo de los niveles de los reservorios, del comportamiento de cada una de las baterías de bombas electro bombas y motobombas que tiene cada estación”, cuenta Serra. El lugar operativo es la Base Arizu. Allí se encuentra el personal que trabaja en lo que es el mantenimiento y operación de estaciones de bombeo. También se monitorea desde el Municipio, para poder hacer un seguimiento en caso de que se convoque a la Comisión de Emergencia.
Santa Fe, las dos ciudades
Antes de la inundación de 2003, la ciudad tenía sólo un tercio de los desagües que necesitaba, según el Plan Director elaborado por el Instituto Nacional del Agua en el año 2000. Además todos los desagües construidos estaban ubicados en la zona centro.
En consecuencia, y sin llegar al extremo de las terribles consecuencias de las dos peores inundaciones de 2003 y 2007, cada vez que llovía quedaban anegados barrios enteros, especialmente del norte y del oeste santafesino, lo cual dificultaba la vida de los vecinos que no podían salir de sus casas para ir a la escuela o al trabajo y que sufrían la pérdida de sus bienes materiales.
Resolver este problema fue tomado como una política de Estado por las distintas gestiones municipales y provinciales y, con un trabajo sostenido desde entonces se empezó a revertir. Se hicieron 19 desagües troncales, todos ubicados en la zona norte y oeste de la ciudad, con fondos de las tres jurisdicciones: Nación, Provincia y Municipio.
Además, para mitigar los efectos de lluvias intensas, garantizando que el complejo sistema de desagües que está bajo las calles de la ciudad funcione a pleno cada vez que llueve, se realiza de forma rutinaria la tarea de limpieza y desobstrucción de los conductos. Una ardua tarea, teniendo en cuenta que son 290 kilómetros de conductos enterrados en la ciudad y otros 40 kilómetros a cielo abierto.
El desagüe Espora
Uno de los principales desagües terminados en los últimos años es el Espora, que drena los excedentes del agua de lluvia de los barrios del centro norte de la ciudad. La obra es compleja y demandó una gran inversión de tiempo y dinero. Estuvo paralizada y causó malestar en muchos vecinos. Pero finalmente se pudo concluir. Además, se hicieron obras menores para conectar a los barrios a estos conductos principales. Muchas de estas obras fueron realizadas por personal municipal al que hubo que capacitarlo.
Lo que todavía falta construir es la Cuenca Roca. “Estamos preparando el proyecto de la zona de descarga del Canal Roca en la zona de Aristóbulo del Valle, que hoy es un zanjón a cielo abierto”, asume Serra.
Alerta temprana
Por otra parte, en 2003 no existía un sistema de alerta temprana que monitoree la cuenca del Salado. Desde 2007 existe, funciona correctamente y depende del Gobierno Provincial. La Municipalidad tiene acceso diario a esa información.
Además, la Municipalidad cuenta con un moderno software de monitoreo denominado Hydro BID, a través del cual logra el control del riesgo hídrico. “Es un modelo que permite simular todo lo que pasa cuando cae una lluvia en la ciudad”, resume Serra. El mismo “permite diagnosticar cada zona para poder entender por qué se anegó”. Esto permite sacar conclusiones y tomar decisiones. “Por eso consideramos que es muy importante, no sólo para pensar las obras, sino también para saber cómo realizar el mantenimiento y desobstrucción del sistema de drenaje”.
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Cambio de paradigma
“En la actualidad se fue mutando de la antigua concepción de ciudad de cemento a una ciudad verde”, dice Serra. En ese sentido, “los grandes conductos del Plan Director del INA, diseñado en el año 2000, fueron pensados para una ciudad ciento por ciento impermeabilizada. Hoy estamos en 2023, y estamos pensando que las ciudades están mutando a ciudades en donde empiezan a tener prioridad los espacios verdes. Estamos haciendo cintas verdes en las veredas, más plazas con más áreas de retención de excedentes pluviales. Tenemos una Ordenanza de retardadores pluviales para los edificios. Eso no había sido teniendo en cuenta en el año 2000”, explica Serra.
-En definitiva, ¿está hoy Santa Fe preparada para resistir una emergencia hídrica?
-Una emergencia como la que tuvimos en 2003, sí. Una emergencia del río Paraná, es un poquito más complicado porque tenemos muchos barrios en zona de la Costa con suelo arenoso, en donde el terraplén evita que el agua ingrese, pero filtra. Entonces tenemos que tener cuidado. En hidrología nunca hablamos de riesgo cero, porque nunca sabemos qué eventos nuevos pueden llegar a ocurrir.
-¿Qué incidencia tiene el cambio climático?
-Sabemos que estamos ante un muy evidente cambio climático. Tenemos oscilaciones de la corriente del Niño que no conocemos al ciento por ciento. Venimos de una Niña muy larga y muy intensa, a la que no teníamos registrada. Quizá en algún siglo ocurrió, pero nosotros no la teníamos registrada y no esperábamos este evento de sequía tan extremo, por lo que no sabemos qué va a pasar.
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-¿Cómo se planifica ante este escenario de riesgo?
-Los modelos pueden pronosticar hasta de acá a tres meses. Muchos dicen que si hubo una Niña muy extrema, puede haber un Niño muy extremo, pero no tenemos certezas. Entonces, en hidrología nunca hablamos de riesgo cero, eso es imposible. Siempre tenemos que cuidarnos, prevenir y mantener lo que tenemos. La infraestructura que hoy tiene la ciudad es importante. Cuando salimos a encuentros con otras ciudades y contamos la infraestructura que tenemos se asombran. También las características de la ciudad son muy particulares (rodeada de ríos). En definitiva, nunca podemos hablar de un riesgo cero, porque nunca sabemos qué puede ocurrir con el cambio climático.
Plan de Contingencia
En caso de ocurrir una nueva emergencia, es necesario saber que la ciudad cuenta con un Plan de Contingencia. El mismo involucra a distintas áreas municipales y depende de la Secretaría de Gobierno, hoy a cargo de Federico Crisalle, con la coordinación de Dirección de Gestión de Riesgo, a cargo de Cintia Gauna. Este equipo trabaja de forma permanente con las redes de instituciones barriales. Porque es el vecino, en definitiva, el que conoce al dedillo su barrio.
Obras imprescindibles
Felipe Franco estuvo al frente de Planeamiento Hídrico durante la gestión municipal posterior a las inundaciones de 2003 y 2007. En consecuencia, estuvo al frente de importantes obras de saneamiento y protección. Hoy es el actual vicedecano de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la Universidad Nacional del Litoral (FICH-UNL).
“Cuando asumimos en 2007, después de un evento de similares repercusiones de zonas inundadas como lo fue después de las lluvias de marzo del 2007. Se habían tomado distintas medidas pero notamos que faltaban acciones directas para dotar de energía a las estaciones de bombeo nuevas; proveer de equipamiento alternativo ante la posible caída de energía; y un protocolo de acción que tenía que tener la ciudad para estar mejor preparada”.
“En ese aspecto entre 2007 y 2019 hubo una tarea sistemática tanto del municipio en conjunto con Provincia y Nación, de seguir desarrollando diversas acciones de obras que tenían que ver con el plan director de drenaje de la ciudad, elaborado por el INA en el 2000 y actualizado con la FICH en 2011”, recuerda Franco.
Entre el 2007 y el 2011 se ampliaron los reservorios para tener una mayor amortiguación de los excedentes pluviales para luego ser evacuados con el sistema de bombeo. “Se hizo una repotenciación de los sistemas de bombeo tanto del existente como de las estaciones nuevas de la Avenida Circunvalación, lo que llevó a duplicar la capacidad de bombeo. Eso daba un margen de maniobra ante diferentes eventos que fueron sucediendo. Acompañando este proceso, se identificaron desagües pluviales importantes, como el desagüe Entre Ríos, Lavaisse, Larrea, el Espora que se está terminando en estos momentos, y así otros desagües importantes que son líneas de escurrimiento y que llevan los excedentes a las estaciones de bombeo para ser evacuadas”, señaló quien fue subsecretario de Planeamiento Hídrico durante la última intendencia de Mario Barletta.