Este jueves
A 9 años de la muerte del fiscal Alberto Nisman, su hija rompió el silencio: "Nunca dudé que se trató de un magnicidio”
La joven habla por primera vez y contó cómo vivió el trágico final de su padre
Pasaron nueve años desde la muerte del fiscal Alberto Nisman y, aunque en los tribunales federales de Comodoro Py dieron por probado que se trató de un asesinato, a los investigadores judiciales todavía les resulta imposible esclarecer quién lo mató.
Los gobiernos que se sucedieron desde entonces tuvieron distintas posturas sobre lo ocurrido. Finalizaba la gestión de Cristina Kirchner y el fiscal que investigaba el atentado contra la AMIA, que había denunciado a la entonces presidenta por encubrimiento del atentado, fue encontrado muerto en su departamento del Complejo Le Parc de Puerto Madero. La administración de Mauricio Macri llegó al poder con una fuerte impronta: Tanto el expresidente como sus ministros sostenían que Nisman había sido víctima de un asesinato.
Año tras año se torna más lejana la posibilidad de arribar a una conclusión sobre quién o quiénes podrían haber sido los autores materiales del crimen.
Lejos de poder responder a esa pregunta crucial, el mundo del espionaje aparece, hace años, en el primer plano de la causa judicial. Y ahora los investigadores buscan reconstruir quiénes reportaban de forma inorgánica a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), la ex-SIDE, con la hipótesis de que el técnico informático que le dio el arma a Nisman, Diego Lagomarsino, procesado como partícipe necesario por la muerte, pudo haber trabajado para la central de espías. Los pedidos de la Justicia a la AFI todavía no tuvieron respuesta.
En noviembre pasado, LA NACION informó que un exjefe de la ex-SIDE admitió que la central de inteligencia sí recibía información de los que en la jerga se conocen como “buches”, a los que se les pagaba para hacer trabajos, según supo de fuentes judiciales . Los dichos no resultaron por sí solos reveladores para la causa que investiga la muerte del fiscal Nisman, pero sí cobraron relevancia cuando estalló el caso asociado al espionaje kirchnerista, a partir del denominado agente inorgánico Ariel Zanchetta, un expolicía que espiaba, entre otros, a políticos y jueces. ¿Por qué? Porque Zanchetta hizo trabajos como agente inorgánico para la AFI y porque, según surge del análisis de uno de los dispositivos que le fueron secuestrados, tenía informes de inteligencia sobre Nisman.
Además, se supo por fuentes del caso, que del informe en base al entrecruzamiento de comunicaciones entre los agentes de inteligencia en las horas previas y posteriores a la muerte del fiscal se detectó que Zanchetta hablaba asiduamente con al menos cuatro de ellos. Ese entrecruzamiento dio lugar a 70 declaraciones testimoniales.
Un dato que llamó la atención de los investigadores es que uno de los agentes que hablaba con Zanchetta declaró como testigo que se trataba de un amigo personal y que nada tenía que ver con sus funciones. Luego, con las revelaciones del caso en el que Zanchetta está implicado, confirmaron que ese agente mintió y que en realidad hacían trabajos juntos.
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Rompió el silencio Iara Nisman
Cada 18 de enero, Iara Nisman rememora el día que le informaron que su padre, Alberto Nisman, estaba muerto. “Desde ese momento nunca dudé de que se trató de un magnicidio”, dice la mayor de las hijas del fallecido fiscal que habla por primera vez y en diálogo con Clarín y contó en primera persona cómo transitó estos nueve años, las amenazas que sufrió y lo lejos que ve la posibilidad de que se encuentren a los responsables del crimen que representó en su vida “un antes y un después”.
Con 24 años, Iara está a un paso de convertirse en arquitecta. Su apellido, apenas ingresó en la universidad, resonó en el listado de alumnos. Habían pasado tan sólo tres años desde que recibió la noticia más difícil que le tocó afrontar: el crimen de su padre. Le llevó muchos años realizar el duelo de esa pérdida. Cuando habla, se toma el tiempo para elaborar cada respuesta y son contundentes. La firmeza de su carácter es visible. Ella dice que es así por cómo fueron sus padres con ella: directos y frontales.
No le incomoda hablar sobre el asesinato que conmovió a un país entero, del que se habló en el mundo y que cambió su vida para siempre. Elige recordar a su papá con una sonrisa. “De los momentos felices que pasamos juntos. Así nos gusta recordarte”, dice.
“Fueron años muy difíciles, en especial el 2015. Como familia vivimos momentos de mucha angustia y temor que más allá del dolor de la pérdida, tenían que ver con amenazas y acciones intimidatorias que recibíamos. Pudimos pasarlo gracias al apoyo de gran parte de la sociedad y de los comunicadores que visibilizaron el caso. Fue justamente en la marcha del 18F donde viví, por primera vez, todo este apoyo. Para mí, teniendo 15 años, fue un día muy movilizante que me marcó mucho”, contó a Clarín.