A pesar de las vacunas, aconsejan seguir usando barbijo
La Organización Mundial de la Salud y el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos insisten en el uso constante del tapaboca para reducir los contagios. Infectólogos advierten que en la Argentina, la gente se está relajando respecto a los cuidados preventivos.
Pese a que el plan de vacunación avanza a pasos acelerados en el mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos le advirtieron nuevamente a la población global la importancia del uso del barbijo para prevenir los contagios por coronavirus y reducir la propagación del virus Sars CoV- 2. Además, aclararon que el uso prolongado del tapabocas no provoca intoxicación por dióxido de carbono.
En la Argentina, se vacunó sólo a unos 2,5 millones de personas, entre personal de salud, docentes, adultos mayores y personas de riesgo que tiene patologías de base y cuyo sistema inmunológico está comprometido. La realidad es que la campaña de vacunación en el país avanza a ritmo lento y pautado, con alguna incertidumbre respecto al ingreso de nuevas dosis de vacunas que permitan avanzar hacia otros grupos de la población que no sean los llamados prioritarios.
De acuerdo con las cifras difundidas ayer por el gobierno, un total de 2.541.362 personas fueron inoculadas (solo 476.833 recibieron las dos dosis,) al tiempo que el Ejecutivo busca “agilizar” la llegada de más antídotos. El país recibió hasta la fecha cerca de 4 millones de dosis de las diferentes vacunas: 2.470.540 de la Sputnik V, 580.000 de la Covishield (desarrollada por la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca y producida por el laboratorio Serum Institute de India), y un millón de la china Sinopharm, cuya efectividad está en dudas ya que ronda el 84%, a diferencia de las otras que superan el 90%.
El panorama genera preocupación en Latinoamérica debido al avance de las nuevas variantes de COVID-19 que están golpeando fuertemente a la población de varias ciudades de Brasil, especialmente a Manaos. En la Argentina, la cantidad de vacunas dadas sigue siendo baja en proporción al número total de población, por lo que los cuidados preventivos deben seguir su curso, sin excepción.
En ese sentido, el Ministerio de Salud de la Nación recuerda a través de sus redes sociales oficiales la importancia del distanciamiento y del uso del barbijo o tapabocas. Entre las recomendaciones, figuran: mantener dos metros de distancia con otras personas; cubrir la nariz, la boca y el mentón con el barbijo; lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón; no compartir utensilios como tazas, vasos, mate o cubiertos; evitar las reuniones en espacios cerrados; ventilar bien los ambientes; no tocarse la cara; toser y estornudar en el pliegue del codo; limpiar los objetos que se usan con frecuencia.
El infectólogo Antonio Montero (M.P. 8.249) le dijo a Con Bienestar que está preocupado por la situación actual argentina en lo que respecta al coronavirus: “Si no vacunamos rápido, con el estado de relajamiento que se percibe hoy en día en la sociedad argentina, se nos viene la noche junto con el invierno. Pareciera que con las vacunas se soluciona todo y no es así. Si bien, si las hubiera para toda la humanidad, son la solución definitiva, no es la única para este problema. Cabe recordar que China prácticamente barrió al COVID-19 de su superficie sin antídotos en ese momento. Hay países que han demostrado soluciones con medidas de aislamiento y poblaciones disciplinadas. Las medidas de prevención siguen siendo importantes. Esta es una enfermedad de transmisión aérea, al inhalar microgotas expelidas por otras personas al hablar, reír, cantar, toser, estornudar, por lo que el uso de barbijo es indispensable. Desinfectar las superficies, lavarse las manos frecuentemente incluso con alcohol está bien, pero no es la principal medida de profilaxis”, sostuvo.
En esa misma línea, Montero lanzó: “Se hace énfasis en los cuidados de contacto cuando ahora es bien sabido que el contagio por tocar superficies no es la principal vía ni causante del aumento de casos. Se soslaya el aislamiento respiratorio que es todo en esta enfermedad. Mucha gente ya anda sin barbijo puesto o con éste colgando. Y aunque estuviésemos todos vacunados, siempre existe el riesgo de que surja alguna variante nueva más resistente a las vacunas”.
En ese sentido, el especialista calificó como “tragicómico” el faltante de vacunas en el país, en un momento donde la enfermedad sigue y cuando muchos países ya están muy avanzados con el plan de vacunación: “Me preocupa la desinformación que hay y los mensajes contradictorios. La gente se está relajando respecto a los cuidados preventivos y no es consciente de que el virus está avanzando y que seguimos desprotegidos. Hay un cansancio generalizado y mucho miedo en la población. Ya pasó más de un año y la enfermedad en la Argentina sigue librada a su genio epidémico, es decir, a su evolución”.
Por otro lado, Montero también responsabilizó a la población que cada vez cumple menos con el distanciamiento social y con las medidas preventivas sugeridas. “Se percibe una actitud rebelde de la gente y ya no tanto esa responsabilidad individual que se veía al principio de la pandemia. Muchos argentinos se juntan en lugares cerrados y se quitan el barbijo, por ejemplo. Hay una indiferencia hacia la gravedad de este virus cuyas nuevas variantes ya se perciben en varios países del mundo como Brasil, Inglaterra y Sudáfrica. Aunque en los jóvenes la enfermedad sea generalmente más leve que en personas mayores y de riesgo, eso no significa que deban dejar de cuidarse exponiendo a sus familiares y allegados. Como médico, me preocupan más las cuestiones sociales que las científicas, ya que la ciencia está avanzando aceleradamente para frenar la propagación del virus. La población debe también contribuir para paliar el avance del virus”, concluyó.