A seis años de su muerte, etapas en la carrera de Gustavo Cerati
“Un maestro, una causa, un efecto”: las etapas en la carrera de Gustavo Cerati al frente de Soda Stereo. A seis años de su muerte, un recorrido por los ciclos del grupo que lo tuvo como líder. Desde el debut discográfico, pasando por la consolidación, la explosión latinoamericana, la masificación, la experimentación y el epílogo.
Fue un maestro porque dejó su huella en el rock latinoamericano y decenas de músicos de todo el continente reconocen su influencia. Luchó por una causa, la de hacer música de calidad. Y provocó un efecto, el de enamorar con sus canciones a generaciones.
Un maestro, una causa, un efecto…
¿Quién sabrá el valor de tus deseos? ¿Quién sabrá?
(”En remolinos” – Dynamo, 1992)
Un día como hoy, hace seis años, la noticia conmovió a todos. Tras más de cuatro largos años en coma, el líder de Soda Stereo decía adiós. “Decir adiós es crecer”, afirmaba él mismo pero siempre es difícil decir adiós y así lo fue ese 4 de septiembre de 2014.
Gustavo Adrián Cerati nació en Buenos Aires el 11 de agosto de 1959. Según sus propias palabras en distintos reportajes, “era un chico de barrio” que jugaba con sus vecinos en las calles de Barracas.
Su madre, Lilian Clark, contó en más de una ocasión que al cantante y guitarrista de Soda Stereo le gustaba conectarse con la gente y solía encabezar las fiestas familiares y del colegio. “Con una guitarrita de madera o un palo de escoba, animaba todos los cumpleaños”, detalló.
“La mayor parte de mi adolescencia la viví en Villa Ortúzar. Vivía como un chico normal. Tengo dos hermanas y yo era el que estaba en la calle todo el tiempo con mi barra de amigos y jugando a la pelota. Mi actividad más importante fuera del colegio era dibujar”, narraría el propio Gustavo en algunas entrevistas al recordar cómo fueron sus primeros años de vida. “Iba como germinando en mi la idea de formar bandas, al principio con folclore, con los profesores del barrio”, señaló.
A partir de los 14 años, empezó a integrar sus primeros grupos. Con una fuerte influencia de Luis Alberto Spinetta -su gran referente a nivel local- y de los Beatles, su banda favorita internacional en esa época; se fue metiendo más de lleno en su verdadera pasión.
Todo iba a cambiar en 1982 para este estudiante de publicidad. Ese año se convertiría en bisagra porque estableció una estrecha relación con Héctor “Zeta” Bosio y Charly Alberti, vínculos que habrían de resultar decisivos en el futuro de los tres.
Con el bajista se conocían con anterioridad porque eran compañeros en la Universidad del Salvador, pero recién profundizaron su amistad en el verano del ’82 en Punta del Este. Durante esos días, decidieron regresar a Buenos Aires y formar una banda, que sería -nada más ni nada menos- Soda Stereo, después del ingreso de Alberti.
El baterista llamaba insistentemente por teléfono a la hermana de Gustavo para invitarla a salir y un día atendió Cerati y se pusieron a charlar de música. Entonces coordinaron que iban a reunirse para probar: Charly pasó el examen y el grupo ya estaba en marcha.
A lo largo de su carrera -con la banda y fuera de ella- Gustavo Cerati grabó cientos de canciones, que quedaron plasmadas en una serie de discos que pasaron a la historia de la música argentina y latinoamericana.
A continuación, un recorrido por los ciclos del grupo que lo tuvo como líder:
El debut
El primer álbum, llamado Soda Stereo, se editó el 27 de agosto de 1984 con 11 canciones y un estilo bien definido: se trataba de temas para bailar, que tenían velocidad, ritmo y potencia.
La grabación se hizo en los estudios de CBS, en la calle Paraguay al 1500. Allí, los miembros de Soda tuvieron que sortear varios inconvenientes. Cerati, Bosio y Alberti sufrieron el hecho de tener que grabar en horarios rotativos y con técnicos distintos; en lugar de tener un solo turno y una persona en especial, como es lo más recomendable para que las cosas salgan bien. Sin embargo, pese a esos problemas, el disco terminó siendo lo que ellos pretendían.
“El trabajo fue muy simple porque los temas ya tenían los arreglos resueltos y pensados, desde el sonido de los instrumentos hasta detalles de voces”, decía por esos días Federico Moura. El líder de Virus fue el productor artístico del disco debut de Soda.
La presentación del álbum se realizó el 1 de octubre de 1984 -día del cumpleaños de Zeta Bosio- en el subsuelo del local de Pumper Nic ubicado en el microcentro porteño. El grupo estuvo acompañado por Moura y otros colegas, además de algunos amigos, allegados y periodistas.
“¿Por qué no puedo ser del Jet Set?”, “Sobredosis de TV”, “Te hacen falta vitaminas” y “Trátame suavemente” se convirtieron en hits al poco tiempo y, aún hoy, son los temas más recordados de ese trabajo.
La consolidación
El segundo disco de la banda mostró un sonido mucho más trabajado y se notó un salto de calidad. Letras un poco más profundas e, incluso, canciones que no sólo eran para bailar (como sucedía con el álbum anterior). Un ejemplo de esto es el tema “Ecos” -último de la placa-, que mostró una faceta distinta, tanto en la musical como en la narrativa.
Nada personal (1985) fue grabado en los estudios Moebio de Buenos Aires con el técnico Mariano López como ingeniero de sonido. Editado en noviembre de 1985, se trató de un quiebre en la carrera del trío.
El videoclip de “Cuando pase el temblor” marcó una época y fue uno de los más recordados de la banda. Dirigido por Alfredo Lois, las imágenes de los músicos con sus peinados y ropas extravagantes contrastaban con el paisaje de Tilcara. Además, constituyó un hito para el rock latino porque en ese momento la MTV recién le empezaba a prestar atención a los grupos de la región y Soda fue el primero de Argentina en aparecer en la cadena y resultó un gran éxito.
“Nada personal”, la mencionada “Cuando pase el temblor” y “Juego de seducción” se transformaron en los hits de la placa, que también tendría como temas destacados “Danza rota”, “Estoy azulado” e “Imágenes retro”.
La explosión latinoamericana
Signos (1986) contó con ocho canciones -todos hits-, arrasó en ventas y significó la explosión de Soda Stereo a nivel continental. La gira presentación del álbum llevó al trío a Chile, Paraguay, Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Costa Rica, México y Venezuela. Realizaron 22 conciertos en 17 ciudades frente a casi 350.000 personas. Una cifra impresionante y nunca vista hasta ese momento.
Ese éxito abrumador también les permitió llegar el 11 de febrero de 1987 a Viña del Mar para participar del prestigioso festival que se realiza todos los años en Chile. Allí fueron aclamados y, si bien eran conocidos por el público del país trasandino, fue a partir de esa noche que se consagraron definitivamente en esas tierras.
“Escribí todas las letras de un tirón. Vivíamos al palo, parecía que estábamos lejos del arte y, sin embargo, fue uno de nuestros discos más profundos, quizás porque no la estábamos pasando bien”, contó en una oportunidad Cerati al hacer referencia al tercer álbum de estudio del grupo.
Y agregó: “Me acuerdo que me acosté a las dos de la mañana, sabiendo que no tenía ninguna letra y que quería entrar a grabar a la semana siguiente. Esa noche se rompió el bloqueo porque me pasaba que la música iba aumentando geométricamente y la letra tan sólo aritméticamente, y sabía que tenía muchas cosas para decir. Me desperté sobresaltado, puse el casete con la música de los temas y fui escribiendo una letra tras otra”.
Canciones como “Prófugos”, “Persiana americana” y “Signos” empezaron a sonar en todas las radios de la región y ya no habría vuelta atrás: Soda Stereo se transformaba en el grupo del continente.
Dos años después de Signos, llegaría el turno de Doble Vida (1988). Se trató de la cuarta placa de la banda que, a diferencia de las anteriores, fue grabada en Nueva York. El disco contó con la producción de Carlos Alomar, lo que le dio un sonido distinto al trío pero sin perder su esencia.
Ya maduros, los Soda presentaron nueve temas nuevos con los que -una vez más- captarían la atención de todos. De esas canciones se destacaron “En la ciudad de la furia”, “Lo que sangra (La cúpula)”, “Día común – Doble vida”, “Corazón delator” y “Terapia de amor intensiva”.
Una vez más salieron de gira. Primero estuvieron por el interior de la Argentina y, un año después, viajaron por el continente: México, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá y Estados Unidos los vieron brillar.
La masificación
Canción Animal (1990) fue grabado en los Criteria Studios de Miami, lugar por el que pasaron figuras de la talla de Eric Clapton, AC/DC y Bob Marley; y salió al mercado con un sonido explosivo que lo convirtió rápidamente en uno de los trabajos discográficos más exitosos de la historia de la música en español.
La “Gira animal”, con la que promocionaron el quinto disco de estudio (el más popular), los llevó por todo el continente y en la Argentina pasó por el estadio de Vélez y el teatro Gran Rex con llenos totales.
Fue un tour muy extenso, que en nuestro país abarcó casi 30 ciudades y, en la región, varias urbes más: Santiago de Chile, Asunción, Punta del Este, Barquisimeto, Caracas, Valencia, Mérida, San Cristóbal, Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, Mexicali, Tijuana, San Diego, San Francisco y Los Ángeles.
El broche de oro fue el 14 de diciembre de 1991 con un recital gratuito en la Avenida 9 de Julio ante más de 250.000 personas. Ese álbum también había significado la llegada del grupo al público español, que se plasmaría en mayo de 1992 con shows en Madrid, Sevilla, Valencia, Barcelona y Oviedo.
Canción Animal contó con 10 temas y sobresalieron “De música ligera”, “En el séptimo día”, “Canción animal”, “Sueles dejarme solo”, “Hombre al agua” y “Té para tres”. Pero todos fueron verdaderos hits y, como su nombre lo indica, fue un disco “animal”, con una fuerte impronta rockera.
La experimentación
Luego de un merecido descanso, volvieron a los estudios con el objetivo de hacer Dynamo (1992) pero plantearon algo muy distinto desde lo musical. Antes de realizar este disco, Cerati había grabado Colores Santos junto a Daniel Melero -la primera vez que hacía un álbum por fuera de Soda Stereo- y estaba particularmente interesado en explorar nuevos sonidos.
“Dynamo consistió en tomar Canción Animal y destruirlo. Es como si a Canción Animal lo hubiéramos metido dentro del agua. Y, a nivel sonoro, quisimos producir eso, las canciones tenían más que ver con algo hipnótico”, diría Gustavo.
Y agregaba: “La idea era remixarlo, mezclarlo con algo más dance e incluir algo más trance en nuestra música. Sé que quienes adoptaron ese disco lo quieren y a mí me pasa lo mismo”.
El sexto álbum de estudio de la banda salió al mercado en octubre de 1992 con 12 canciones y un estilo en el que prevaleció una mezcla de sonidos que iban desde la experimentación hasta lo electrónico. “Es el disco con picos de emoción más altos. Teníamos la sensación de estar haciendo algo musicalmente grande y que nos satisfacía completamente”, recordaría Cerati.
Los cortes de difusión fueron “Primavera 0”, “Luna roja”, “Ameba”, “En remolinos”, “Claroscuro”, “Texturas” y “Fue”. El disco contó con un solo videoclip -”Primavera 0″, dirigido por el actor Boy Olmi- y fue presentado en el programa de televisión Fax, conducido por Nicolás Repetto.
El epílogo
El último trabajo de estudio de Soda Stereo se caracterizó por mezclar lo experimental que había encarado en Dynamo con una propuesta frontal en la que la búsqueda del sonido fue el principal objetivo.
Sobre Sueño Stereo (1995), Cerati diría: “Necesitó dos años y medio para concebirse. Sería ilógico decir que es la obra maestra de Soda Stereo, pero era lo más real del grupo en ese momento porque estábamos despojados de la necesidad de tener un futuro de grupo, o de ser el mejor durante otros diez años”.
Y agregaría: “Ya habíamos pasado por muchas cosas y el grupo se sentía a sí mismo como clásico. Por otro lado, estábamos muy orgullosos de lo que había promovido Dynamo y su lectura posterior. Entonces, Sueño Stereo tenía la presión de no presionarnos”.
“Ella usó mi cabeza como un revólver”, “Zoom”, “Paseando por Roma” y “Disco eterno” se transformaron con los años en otros clásicos de una banda que estaba llegando a su fin.
Aún quedaban el MTV Unplugged, la despedida en 1997 y el “Me verás volver” de 2007 pero este álbum parecía ser el broche ideal para el punto final del grupo, al menos en un estudio.