Aberrante: se conocieron las declaraciones de las asesinas de Lucio Dupuy durante el juicio
Las dos mujeres hablaron en el proceso que las encontró culpables de asesinato, mientras que a Abigaíl Páez la hallaron también responsable del delito de abuso sexual.
Magdalena Espósito Valenti y Abigaíl Páez son las asesinas de Lucio Dupuy. Tanto la madre como su novia fueron encontradas culpables de asesinato; y a la segunda se le sumó el delito de violación. Ya no se trata de una presunción ni una sospecha judicial. Hace minutos un tribunal pampeano las condenó por haber matado al nene de solo 5 años.
El debate oral que terminó hoy fue extenso. Fueron decenas audiencias en las que se mostró una cantidad de pruebas sorprendente, desde la autopsia, hasta chats y testimonios de personas que habían escuchado los golpes al chiquito. Todo eso fue lo que les permitió a los magistrados llegar, hace instantes, al veredicto condenatorio.
Pero existieron dos jornadas del debate oral que fueron especiales porque las acusadas hablaron. Decidieron no responder preguntas, pero contaron cómo fue ese día y dieron sus sensaciones luego de la muerte del nene. Infobae ya había presentado la transcripción de esos testimonios, ahora presenta los audios completos.
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La primera en hablar fue Abigaíl Páez, la novia de la madre. La mujer relató lo que hizo ese día, haciendo hincapié en el momento en que golpeó a Lucio hasta matarlo. Está claro que mintió porque dijo que solo se trataron de “patadas en la cola”. Pero, además, sostuvo que “extrañaba” a la víctima.
Abigaíl Páez cuenta, según su versión, lo que pasó el día del homicidio
“Cuando llegué, lo vi a Lucio y, bueno… Se estaba mandando un moco. No importa porque eso no viene al caso. Entonces, yo lo tomé del brazo y le pegué una patada en la cola, varias. Fue todo muy rápido, no sé. Le pegué y no medí dónde, la verdad, ni sé por qué tampoco. Porque… No sé. La verdad no le encuentro una explicación todavía. Sé que lo lastimé, me di cuenta en el momento. Intenté remediarlo. Luego, lo alcé y lo llevé a la ducha porque pensé que iba a reaccionar. Él me intentaba hablar, estaba consciente todavía”, dijo.
Después, continuó con su relato: “Se bañó parado, me intentaba hablar, como decir algo, pero no le salían las palabras. Cómo vi que se estaba debilitando o desvaneciendo, no sé, lo saqué de la ducha, lo tapé con su tallón y lo llevé a mi pieza. Lo senté en la cama y me fui a buscar ropa a su pieza para cambiarlo lo más rápido que podía, porque era una situación muy desesperante en la que no sabía cómo reaccionar, qué hacer para que él se recomponga, no sé”.
La Justicia comprobó que, en realidad, para ese momento Lucio agonizaba a raíz de una feroz golpiza que había recibido.
Abigaíl prosiguió ante la atenta mirada de los presentes aquel día: “Cuando voy a buscar ropa para cambiarlo, escucho un golpe y lo veo que él estaba tirado en el piso sin reacción. De cara al piso. Ni siquiera había apoyado las manos. Como desmayado, no sé. Entonces, yo, del mismo temor, de la misma situación, lo toqué con el pie para ver si reaccionaba y vi que no tenía respuestas de él, entonces me acerqué y lo di vuelta, y lo puse boca arriba. Le intenté hacer RCP. No sé si lo hice bien o no, sí pude haberlo lastimado más o no, porque no sabía hacer la maniobra como correspondía”.
Los investigadores están convencidos de que tanto el golpe que relató como cayéndose de la cama y las maniobras de RCP fueron un pobre justificativo.
Abigaíl Páez dijo que “extraña a Lucio”
Abigaíl luego comenzó a realizar consideraciones personales del nene que, ahora sabemos con certeza, asesinó: “La verdad que nunca en mi vida viví una situación así, ni hubiera querido matarlo ni hubiera querido lastimarlo. Simplemente, no sé qué me pasó, me enojé porque él estaba haciendo cagadas, él siempre vivía haciendo cagadas, como cualquier nene, pero eso no quería decir que fuera un nene malo o que se lo viviera cagando a palos, cómo están diciendo todo el tiempo. No eran así las cosas. Él era un nene que tenía una vida normal y feliz”.
También contó el momento en que estuvo con Lucio en el hospital, cuando el chiquito de solo 5 años ya estaba muerto. Su revelación, a la luz de los hechos y la condena en su contra, es siniestra: “Yo lo tomé de los pies cuando el doctor me dijo que había fallecido, y me dijo que no lo tocara porque no podía tocarlo. Gritaba. Me acuerdo que no pude reaccionar, creo que, no sé, tres o cuatro días después lloré porque no reaccionaba, no sé. Estaba traumada con su imagen en mis brazos y estaba muerto, y yo lo estaba criando. Lo conozco desde que es un bebé, desde que tiene 2 años. Lo extraño mucho”.
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Casi sobre el final, mencionó una de las frases más dolorosas escuchadas en la sala de audiencias: “Realmente, yo no me imaginé nunca que esto pudiese llegar a pasar, ni era mi intención tampoco. Sé que hice mal las cosas y que no se justifica una violencia para nada, de ningún tipo. Y sí reconozco que se le daba un correctivo cuando él hacía cagadas, como cualquier nene, pero no eran una cosa cómo la están contextualizando, como están queriendo hacerlo ver… que lo cagábamos a palos todos los días, que lo violábamos, no es así. Yo lo amaba y lo extraño mucho, y pienso mucho en él y hablo mucho con él”.
La segunda en hablar durante el debate fue la progenitora de Lucio. Magdalena Espósito recordó que ese día se fue a trabajar y su hijo estaba vivo. Ahora, se sabe que mentía. Lucio ya estaba muerto o, al menos, agonizaba.
“Después de merendar, se hace la hora de ir a mi trabajo. Le digo a Abigaíl si me puede llevar y ella me dice que sí. Agarro el casco y mis cosas, y le aviso a Lucio que me voy al trabajo, lo saludo y le digo que se va a quedar un ratito solo, que Abigaíl me lleva y vuelve. Y nada, me fui”, comenzó Magdalena.
La mujer luego explicó que fue Abigaíl Páez, su novia, la que fue a buscarla al trabajo para decirle que “tenían que ir al hospital”, aunque, según sus dichos, sin aclararle por qué.
Magdalena Espósito contó cómo se enteró, supuestamente, de la muerte de Lucio
”A las nueve y media, no recuerdo bien el horario, me avisa mi supervisor que tenía que bajar al subsuelo porque estaba mi pareja, Abigaíl, que me necesitaba. Cuando llego al estacionamiento, estaba Abigaíl muy angustiada y me dice que le había pasado algo a Lucio, que teníamos que ir al hospital. Me repite eso como dos o tres veces. Yo le pregunto: ¿pero qué pasó? Y ella me dijo eso, nada más, que teníamos que ir al hospital porque estaba Lucio en el hospital”.
Magdalena, a esta altura de su relato, comenzó a quebrarse, aunque por pocos segundos. Relató qué pasó cuando llegó al hospital: “Me bajo lo más rápido que puedo de la moto y me acerco a la puerta del hospital, y se me acerca un policía y me dice que Lucio había fallecido. Yo no entendía nada. Yo no lo podía creer. No entendía cómo me podían decir semejante cosa. Quería ver con mis propios ojos lo que estaba pasando. Me dijo que sí, que lo iba a poder ver. Me llevan a una sala donde estaba él. El médico me dice que, por favor, no lo tocara, porque tenían que hacer su trabajo. Yo no entendía nada, no podía creer que me estuvieran diciendo eso”.
La progenitora de Lucio, ahora condenada por asesinato, insistió en que cuando se fue de su casa para ir a trabajar, Lucio estaba vivo: “Yo cuando lo dejé en mi casa, que me fui al trabajo, Lucio me saludó y estaba con vida. Lo veo en la camilla y les preguntó por qué, qué había pasado. Y me dicen que estaba golpeado. Yo me alteré. Me sacaron de la sala y me llevaron otra vez afuera. Yo no lo podía creer. Sinceramente, sigo sin poder creerlo. Es el día de hoy que sigo sin poder creerlo”.
Magdalena explicó por qué no llora por Lucio mientras declara
Para finalizar, remarcó que tenían “una vida normal”: “Yo solo quiero aclarar que nosotros teníamos una vida normal. Lucio era un nene feliz y estaba contento de estar conmigo. Él quería estar conmigo porque ya había pasado un tiempo lejos mío, y él me decía que quería estar conmigo”.
Las dos condenadas seguirán un tiempo más en la cárcel de San Luis, en que la fueron alojadas a los pocos días del crimen. Probablemente, luego serán trasladadas, aunque no se sabe a dónde. Pero lo más importante del día de hoy es que ya no están presas por una presunción. Ya existe sobre ellas una certeza.