Advierten sobre la pérdida de aves en las sierras de Córdoba
Una investigación del Instituto Gulich, realizada con imágenes satelitales y datos a campo, determinó cómo los cambios en el uso del suelo, por la deforestación, los incendios y la urbanización, afectaron la biodiversidad en las últimas tres décadas.
Los cambios en la estructura y en la cobertura de los suelos producidos en los últimos 30 años en las Sierras Chicas de la provincia de Córdoba, por la urbanización, el desmonte, los incendios y la invasión de árboles exóticos, estarían afectando a las comunidades de aves, especialmente a las denominas especialistas de bosque, que dependen de los recursos que brindan las especies vegetales nativas.
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Esta tendencia podría acentuarse en los próximos años, a menos que se pongan en marcha estrategias de manejo para conservar y restaurar el monte, y se implementen medidas de planeamiento urbano.
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Estas son algunas de las principales conclusiones a las que arribó una investigación del Instituto de Altos Estudios Espaciales Mario Gulich (IG), creado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Los estudios estuvieron a cargo de la becaria doctoral de CONICET Luna Silvetti, bajo la dirección de Laura Bellis (CONICET) y Gregorio Gavier (INTA), en el marco del Doctorado de Ciencias Biológicas, de la UNC, con lugar de trabajo en el Instituto Gulich.
El trabajo contempló tres grupos de aves residentes de las sierras de Córdoba, según sus hábitos más característicos: las especialistas de bosques (como el carpintero negro y el anambé común) que habitan principalmente en montes nativos; especies de arbustal (como el corbatita común y el pepitero de collar), que frecuentan hábitats más abiertos; y las aves generalistas (como el chingolo y el benteveo), que se adaptan a cualquier ambiente, ya sea urbano o de bosque.
“Evaluamos cómo se modificó la configuración y la estructura del paisaje en los últimos 30 años, mediante la realización de tres mapas de cobertura correspondientes a los años 1989, 2004 y 2019, en base a imágenes captadas por los satélites Sentinel 2 y Landsat 5. Luego analizamos cómo esos cambios afectaron la biodiversidad, con el aporte de datos tomados a campo”, explicó Silvetti.
Mapas de coberturas y usos del suelo de las sierras chicas de Córdoba para los años 1989, 2004 y 2019, realizados en base a imágenes captadas por los satélites Sentinel 2 y Landsat 5.
Para obtener información a campo se realizaron diferentes puntos de muestreos en las zonas de bosque, entre las localidades de Bajo de Olmos y La Calera. Allí se registró la cantidad y variedad de especies de aves, y se tomaron datos de la estructura del bosque y de la cantidad de especies nativas, así como de la cobertura del dosel (capa superior de un bosque) y del suelo, entre otros aspectos. “El objetivo era complementar los datos locales de la vegetación que tomamos a campo, con información a gran escala de los mapas satelitales de cobertura, a partir de la cual podemos observar el contexto”, detalló. Además destacó los aportes de los becarios Mauro González, Cecilia Fernández y Jimena Albornoz, del IG, entre otros que colaboraron en los estudios.
Mapa de coberturas (izq.) e imagen satelital (der.) de las Sierras Chicas de Córdoba, correspondiente al año 2019. A la derecha se observa la localidad La Granja.
Resultados
Entre las principales conclusiones de la investigación, se advierte que las especies especialistas de bosques, que son muy sensibles al disturbio humano y a los cambios en el uso del suelo, disminuyeron su presencia en zonas de las sierras donde se expanden los conglomerados urbanos y donde el bosque nativo fue desplazado por especies exóticas, como el Siempreverde y la Acacia Negra.
“El avance de estas especies vegetales invasoras modificó la cobertura y la estructura del bosque, disminuyendo el estrato medio (sotobosque) y haciéndolo más cerrado, dificultando el ingreso de la luz y el acceso a recursos que son básicos para estas aves. Estos cambios no sólo han perjudicado la presencia de aves especialistas, sino también las de arbustal, ya que se alimentan y nidifican en arbustos del estrato medio del bosque, siendo un hábitat clave para su supervivencia. En cuando a las generalistas, si bien se benefician con la presencia de bosque nativo, no se ven tan afectados por otros tipos de cobertura e incluso podrían aumentar su presencia porque se adaptan fácilmente a cualquier tipo de ambiente y a los recursos que pueden aportar”, informó Silvetti.
La investigación también tuvo en cuenta la “deuda de extinción”, un concepto de la Ecología referido al tiempo en el que las especies responden a un cambio en la configuración del paisaje. “Muchas veces hay especies que, pese a un disturbio, no desaparecen inmediatamente, sino que tienen un retraso de tiempo hasta extinguirse a nivel local. Estas extinciones futuras se lo denomina deuda de extinción y lo podemos determinar de acuerdo a si estas especies responden mejor a la configuración del paisaje pasado o del actual. Si responden al paisaje actual, significaría que están en equilibrio. Si en cambio responden mejor al pasado, significa que potencialmente podrían extinguirse localmente, incluso si no hubiera nuevos disturbios”, explicó.
En relación a este aspecto, las especies especialistas de bosque estarían en una deuda de extinción porque responderían mejor a paisajes pasados. “En el mapa de cobertura de 2004 se observa que los bosques estaban más conectados a lo largo del corredor de las Sierras Chicas. Hoy sigue habiendo bosque, pero los incendios, el crecimiento de los árboles exóticos y de la urbanización, provocaron que se vayan generando parches de bosque nativo cada vez más alejados entre sí, y eso ha perjudicado a algunas especies de aves que necesitan grandes extensiones de bosque”, indicó. “Sucede que estas especies de animales se movilizan bastante. Las aves paseriformes (un gran orden de aves que abarca más de la mitad de las especies de aves del mundo) que habitan en la zona, por ejemplo, tienen un radio de acción acotado en época reproductiva (en primavera y verano), cuando están enfocados en la construcción del nido y búsqueda de alimento. Pero en invierno, esa área aumenta a casi 80 hectáreas a la redonda”, agregó.
El objetivo final de este trabajo es generar una propuesta para las Sierras Chicas que ayude a evitar una mayor pérdida a futuro de estas comunidades de aves. La idea es elaborar mapas con escenarios de aquí a 15 y a 30 años y proponer estrategias de manejo para frenar o revertir la situación actual de pérdida de biodiversidad, con un plan de ordenamiento territorial que contemple la conservación y restauración del bosque nativo, tratando de evitar la expansión de especies exóticas y la urbanización no planificada en el monte.
Un aporte de los satélites a la biología
“Cuando empecé a estudiar Biología en la UNC sólo me imaginaba realizando trabajos a campo porque, hasta ese momento, no conocía cómo funcionaban las imágenes satelitales. Luego me acerqué a esta herramienta por mi profesora Bellis y la incluimos en mi plan de trabajo para la tesis”, recordó Silvetti. Actualmente realiza la investigación con base en imágenes satelitales y datos tomados a campo.
Curutié blanco posado en manos de la investigadora Luna Silvetti.
“La información satelital es un gran aporte que se complementa con el trabajo de campo, porque permite observar el entorno del paisaje”, afirmó. Ahora, con la constelación de satélites SAOCOM en órbita, prevé ampliar sus estudios con información radar, para realizar una clasificación más exacta de la cobertura y la densidad de los bosques. “Será útil, por ejemplo, para determinar la altura de los bosques, en algunas zonas de las sierras a las que se me hizo imposible acceder para tomar datos a campo”, adelantó.