Afganistán: el drama de las mujeres y las niñas
Los talibanes tomaron el poder el 15 de agosto. Muchas mujeres permanecen encerradas en sus hogares, sin poder trabajar, y varias adolescentes han dejado de concurrir a las escuelas, en medio de amenazas de muerte.
El pedido formulado esta semana por la ONU para que la milicia talibán reconozca los derechos humanos básicos de las mujeres y de las niñas en Afganistán enciende una señal de alerta sobre la situación de ese país asiático, tras el retiro de las tropas estadounidenses después de 20 años de guerra.
Muchas mujeres permanecen encerradas en sus hogares, sin poder trabajar, y varias adolescentes han dejado de concurrir a las escuelas, en medio de amenazas de muerte, luego de que talibanes tomaran el poder el pasado 15 de agosto, informó la cadena británica BBC.
A fines de diciembre, el Gobierno afgano declaró que las mujeres que viajen a largas distancias por rutas y caminos deberán ir acompañadas por una persona de género masculino.
Asimismo, muchas mujeres han protestado en Kabul, la capital afgana, contra la decisión gubernamental de estimular el uso de la burka, una vestimenta de cuerpo completo que cubre también la cara, o de la hijab (oculta la cabeza y el pecho), según informes de la cadena qatarí Al Jazeera.
Durante una reunión del Consejo de Seguridad, realizada el miércoles, el secretario general de la ONU, el portugués António Guterres convocó a los talibanes a ganarse la confianza internacional “reconociendo -y defendiendo- los derechos humanos fundamentales de cada niña y mujer”.
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Más de la mitad de la población está amenazada por la hambruna. Foto: AFP.
Desde que los talibanes asumieron el Gobierno se han registrado numerosos ataques a defensores y defensoras de los derechos humanos, casi a diario, según un informes de Amnistía Internacional, con sede en Londres.
“El regreso de los talibanes ha marcado no solamente un deterioro de los derechos de las mujeres, particularmente en las zonas urbanas, sino el regreso a un sistema que oprime a la mujer basado en supuestos argumentos religiosos”, señaló a Télam Ariel González Levaggi, secretario ejecutivo del Centro de Estudios internacionales de la Universidad Católica Argentina (UCA).
Para este analista, “a pesar de algunas medidas cosméticas, el nuevo Gobierno afgano ha cercenado el grueso de los derechos que fueron adquiridos luego de las operaciones militares de Estados Unidos y sus aliados en 2001”, tras los atentados del 11 de septiembre de dicho año en Nueva York, Washington y un campo en Pensilvania.
González Levaggi aseguró que “hay presiones concretas por parte de la comunidad internacional para aliviar está situación”, pero señaló que “por ahora los talibanes no han sido permeables a las mismas, un reflejo del triste pasado”.
En los últimos meses, Rusia y China expresaron su interés en estrechar los vínculos con la milicia talibán, integrada por la etnia pastún, mayoritaria en ese país de Asia del Sur.
Se cree que más de la mitad de la población afgana, de unos 23 millones de habitantes, está amenazada por la hambruna
En tanto, a fines de enero, una delegación encabezada por el ministro afgano de Relaciones Exteriores, Amir Khan Muttaqi, visitó Noruega con el fin de pedir ayuda humanitaria, a raíz de las sequías y el congelamiento de la ayuda internacional para Afganistán.
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Tras la llegada al poder de los talibanes en agosto pasado, la Casa Blanca le impuso sanciones y congeló 9.500 millones de dólares en activos del banco central afgano.
Pero, al mismo tiempo, se detuvo en forma abrupta la ayuda internacional que financiaba cerca del 80% del presupuesto del país.
Se cree que más de la mitad de la población afgana, de unos 23 millones de habitantes, está amenazada por la hambruna.
“El hecho de haber venido a Noruega (…) es un éxito en sí mismo porque hemos compartido la escena internacional”, dijo el canciller uttaqi, tras reunirse el lunes con representantes de Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia y Noruega.
Pero, más allá de esta declaración optimista, la situación es de tal gravedad que Guterres advirtió que la comunidad internacional deberá liberar unos 1.200 millones de dólares congelados a Afganistán en Estados Unidos por el Banco Mundial, para evitar que “las familias vendan a sus bebés para comprar alimentos”.
El funcionario dijo, también, que el hambre amenaza al 55% de la población, lo que eleva las posibilidades de que el país caiga en un estado general de pobreza durante este año.
Tras la llegada al poder de los talibanes en agosto pasado, la Casa Blanca le impuso sanciones y congeló 9.500 millones de dólares en activos del banco central afgano
Ante este cuadro catastrófico, la ONU pidió la semana pasada a los países donantes de Afganistán que este año destinen 4.400 millones de dólares.
“¿Cómo veo la situación? La veo como una crónica anunciada. Afganistán siempre vivió de la ayuda extranjera, y ahora esa ayuda falta”, dijo Ezequiel Kopel.
El analista, autor de “La disputa por el control de Medio Oriente” (2016) y “Medio Oriente, lugar común” (2021), opinó que “muchos piensan correctamente que esos fondos irán a parar a las arcas de los talibanes, pero es complicado. Porque, sí o sí, los afganos necesitan esa plata para alimentar a la población”.
“Yo veo que una hambruna es casi imposible de evitar. Sin embargo, las elites siempre sobreviven. Por eso no creo que la cúpula de los talibanes sea la afectada”, afirmó.
“Tal vez tendría que haber una suerte de ´leverage´ (ventaja) en las negociaciones: o sea, ´te doy esto si vos me garantizas la educación de las chicas´. Los talibanes tienen, además, una disputa de poder dentro de su liderazgo, desde afuera y de adentro”, afirmó Kopel.