Boca supero a Racing y es semifinalista de la Copa Libertadores
El Xeneize tuvo una muy buena actuación: ganó 2-0 en la Bombonera, dio vuelta la serie y volvió a meterse en semifinales, donde enfrentará al Santos.
Festeja Boca. Se abrazan los jugadores en la inmensidad de la Bombonera vacía de gente, pero cargada de adrenalina sobre el verde césped. Una vez más es semifinalista de la Copa Libertadores. Con carácter, ese que se le reclamó en el duelo de ida. Y con fútbol, fundamentalmente. Con el Pulpo González como un acierto en la mitad de la cancha. Con Carlos Tevez lúcido como mediapunta. Con Sebastián Villa desequilibrante. Con Frank Fabra punzante. Con Eduardo Salvio volviendo al gol y clave en la jugada que definió el partido. Su rival será Santos, que no es aquel de Pelé, claro, pero habrá que respetar. Eso sí, al choque con los brasileños llegará con este impulso ganador que alimenta el sueño de la séptima.
Racing fue una sombra decadente. Nunca antes tuvo un escenario tan favorable. Venía con un triunfo y la valla invicta. Necesitaba un gol para llegar a una instancia que no alcanzaba desde 1997. Pero pateó una sola vez al arco y fue superado en todas las líneas. No tuvo actitud. ¡Sólo cometió 5 faltas! Sebastián Beccacece agitó la previa haciendo foco en el arbitraje y perdió el mano a mano táctico con Miguel Angel Russo.
Boca fue más de principio a fin. Muy superior a lo que lo había sido la Academia en el Cilindro. Y si el resultado había quedado corto en el primer tiempo, ni hablar en el análisis global. Gabriel Arias, otra vez, se convirtió en héroe. Igual que en el Maracaná, el arquero neuquino naturalizado chileno fue la gran figura. Tapó una decena de remates con destino de gol. En total, ¡le patearon 23 veces!
Mucho se había hablado de la templanza que mostró Boca hace una semana. También, de su falta de conexión. Habían sido voluntades dispersas bajo la luna de Avellaneda. Anoche, en cambio, fue un equipo consolidado, convencido de su plan de juego. Con Diego González alcanzando un gran volumen desde el medio, no sólo como primer pase, función que compartió con Jorman Campuzano; también, con supremacía en las pelotas divididas.
Tevez, esta vez más retrasado, encontró socios con mayor fluidez para armar el juego. Franco Soldano lo liberó de presiones. Y cuando se cerraron Villa y Salvio, se soltaron los laterales. Especialmente, Fabra, un problema indisoluble para Fabricio Domínguez. Aunque el gol llegó del otro lado, a través de un centro de Leonardo Jara. Villa anticipó a Fabricio Domínguez y Toto cabeceó al gol.
Antes, Arias había mostrado grandes reflejos para tapar un mano a mano ante Soldano y un disparo de Tevez desde el punto del penal. A Carlitos le bloqueó otros dos remates.
Racing pareció muy cómodo con el gol de Melgarejo en la ida y se refugió muy cerca de Arias. Sin embargo, el principal problema estuvo en la mitad de la cancha. La línea de cinco, con Domínguez y Mena por los costados, tuvo un gran agujero en el medio, donde Leonel Miranda y Matías Rojas no ayudaban en la contención. Está claro que Lolo y el paraguayo no son volantes de recuperación, pero tampoco gravitaron en los pases. Héctor Fértoli pareció un mediocampista más, aunque no siente el sacrificio. Entonces, Lisandro López quedaba aislado, a merced de los centrales de Boca.
No pateó al arco la Academia en el primer tiempo. A excepción de una escalada de Fabricio Domínguez que no aprovechó Melgarejo, casi no inquietó. Se imponían cambios para el segundo tiempo. Y de entrada, Beccacece sacó a Fértoli y Rojas y mandó a la cancha a Augusto Solari y Darío Cvitanich. En el movimiento de piezas, Lisandro López se ubicó en una posición inédita, como volante interior por izquierda.
Lo que no se modificó fue el desarrollo del partido, siempre favorable para Boca. Arias salvó ante Villa. Parecía que caía en cualquier momento el segundo. Hasta que Lisandro bajó a Salvio. Lógico, ¿qué hacía en esa posición antinatural? Villa le pidió el penal a Tevez. Y el colombiano no falló.
Racing mejoró levemente con los ingresos de Walter Montoya y Carlos Alcaraz, pero casi no pisó el área. Un tiro de Licha López apenas desviado y otro, el único que acertó al arco: remató el chico Alcaraz y tapó Andrada. Después, nada le salió.
Hubo un agarrón de Lisandro López (el de Boca) a Alcaraz que el VAR no consideró penal. A esa altura, hubiera sido un milagro. Boca debió haber goleado.
Le bastó con esos dos gritos para seguir en carrera a la espera de Santos y, ¿por qué no?, la revancha con River.