César López Claro: una mirada a Latinoamérica a través de su obra
La nueva temporada de exposiciones de la Casa Museo César López Claro (Piedras 7352) recorrerá el eje de los viajes como experiencias transformadoras de la producción artística. La primera muestra reúne pinturas y cerámicas bajo el título “César López Claro: una mirada a Latinoamérica a través de su obra”, y puede recorrerse hasta el 7 de mayo, con entrada libre y gratuita.
Los viajes y su potencia para abrir nuevos caminos en la producción artística será el eje que recorrerá este año de exposiciones en la Casa Museo César López Claro, donde ya puede visitarse la muestra “César López Claro: una mirada a Latinoamérica a través de su obra”. La exposición reúne pinturas y cerámicas del Maestro pertenecientes al período de su producción americano o postcubista, que se extiende entre inicios de la década de 1950 y la de 1970. La premisa de esta propuesta que inicia la temporada 2017 del Museo, es que los viajes, los encuentros con distintas culturas, que marcan formas de trabajo, de comunicación, de vestir, alimentarse, trasladarse, despiertan a menudo nuevos rumbos en la producción artística: transformaciones en los códigos de representación, percepción y cognición que suelen movilizar cambios de tema, de materiales, de técnicas, entre otros.
La exposición se mantendrá en la sala ubicada en Piedras 7352 hasta el 7 de mayo, y se podrá recorrer de lunes a viernes de 9 a 12 y de 17 a 20, y los sábados de 9 a 12, siempre con entrada libre y gratuita.
El Norte del Sur
César López Claro expuso en Quito en 1955, a partir de una invitación de Oswaldo Guayasamín y Enrique Guerrero, delegados de la Casa de la Cultura. Durante los años siguientes continuó viajando por países americanos y consolida el período que llamaría “americanista post-cubista”, hasta que viaja Europa en 1964 y comienza su etapa aformalista. En la producción de esos años, su obra adquirió una geometrización de las formas expresadas con ciertos conceptos muralistas con la representación de paisajes quebrados de montaña, el habitante de los Andes y el colorido de los telares de raigambre incaica. Se puede pensar en un quiebre con los límites geográficos del Litoral como motivo plástico, y encontrar referencias a la milenaria tradición alfarera del Puno, las diabladas y máscaras Carnaval de Oruro, los colores en las ropas de las mujeres de Bolivia en su caminar cotidiano, entre otras creaciones propias de los lugares visitados por el Maestro.
América latina, la defensa a los derechos humanos, el homenaje a los héroes y la preocupación por la problemática del ser americano, ocuparon un lugar central en sus dibujos y murales. Como en toda la trayectoria de López Claro, se trata también de un manifiesto político, en sus palabras: “Lo social implica creer que la pintura puede ser un vehículo de propaganda, de difusión, de testimonio. Mis viajes al interior de América latina -como Bolivia, Los Andes, Ecuador, Machu Pichu- me han llevado a la pintura social, renunciando a lo épico romántico”.
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