China negocia comprarle petróleo a Rusia para financiar la invasión a Ucrania
China negocia con Rusia, presionada por las sanciones occidentales, para comprar petróleo barato y así reponer sus reservas estratégicas de crudo, mientras refuerza sus lazos bilaterales.
Ante un Kremlin cada vez más aislado por la invasión lanzada en Ucrania, China se reafirma como el socio estratégico ante la represalia de las potencias occidentales. A su vez, Beijing aprovecharía el escenario para abastecer sus reservas a precio reducido.
Según informó Bloomberg, las negociaciones están realizándose a nivel gubernamental, con poca participación directa de las compañías petroleras de cada país. El diálogo buscara la compra de suministros adicionales, indicaron fuentes del portal económico.
El petróleo ha subido este año ante la guerra en Ucrania, pero el crudo ruso cayó ante la falta de compradores que quieren evitar las sanciones financieras. Bloomberg reportó que todavía no está definido el volumen de compra y las condiciones que se negocian.
“Todavía hay espacio para reponer las reservas y sería una buena oportunidad para hacerlo, si se pueden obtener en condiciones comercialmente atractivas”, dijo a Bloomberg Jane Xie, analista de petróleo de la empresa de datos y análisis Kpler. El régimen chino no ofrece datos oficiales sobre sus inventarios de crudo, que según investigadores habría aumentado ante el reciente brote de COVID en el país.
El mes pasado, la demanda china de petróleo cayó con fuerza ante los cierres y confinamientos en varias ciudades clave del gigante asíatico.
En 2021, China vendió crudo de sus reservas estratégicas para tratar de controlar los precios, disparados ante la reactivación económica. Por ello, el momento sería el ideal para reponerlos.
Si las sanciones occidentales contra Rusia, impuestas desde el lanzamiento de su ofensiva en Ucrania se endurecieran y los precios del petróleo siguieran cayendo, la economía del país se contraería hasta un 8,8%, según estimó este miércoles el Ministerio de Economía ruso.
El 29 de abril, el banco central ruso dijo que el entorno exterior era “difícil para la economía rusa” y pesaba “mucho en la actividad económica”, señalando que las empresas “se enfrentaban a dificultades considerables en términos de producción y logística”.