Colón empató con Newell’s
Después de haber tocado fondo contra Independiente, había que refundar al equipo del medio para atrás. Colón mostró un progreso en ese aspecto y fue más seguro. Hubo muy poco juego y casi no creó peligro en el área rival.
Cuando Colón toco piso contra Independiente, decíamos que había que “refundar” el equipo de atrás hacia adelante. Solidificar y asegurar el aspecto defensivo, aún en detrimento del juego, que es un tema que se debe convertir en prioridad para Rondina. Desde que llegó para ser entrenador de Colón, Rondina se encargó de repetir que “jugando así nos va a quedar lejos el objetivo de la Sudamericana”. Y los resultados positivos que consiguió de visitante (dos empates y una victoria desde su arribo) no disimulan un nivel de juego que todavía no conforma. Igualmente, después del “tsunami” que fue Independiente en el Brigadier, no haber perdido en un Coloso lleno de “bote a bote”, es algo rescatable.
Fue incuestionable el empate parcial con el que se fueron al descanso. Quedó evidenciado desde el comienzo el libreto de los dos técnicos. Aunque con diferencias, los dos plantearon en esencia lo mismo. Newell’s tuvo más dinámica y explosión, Colón eligió un ritmo más cansino, toqueteando la pelota en su propio campo para que el rival saliera y así meterle pelotazos a Wanchope, que fue el más peligroso de la cancha y tuvo la chance más clara luego de bajar una pelota larga para Bernardi, fue a buscar la devolución, enganchó para un lado y para el otro adentro del área para descolocar por completo a Vangioni y luego remató en forma desviada desde una posición muy ventajosa para convertir.
El planteo táctico de Colón fue con línea de tres atrás, dos marcadores volantes para controlar las subidas de Méndez y Vangioni, más un cuadrado en el medio, con Julián Chicco y Picco repartiéndose la mitad de la cancha más retrasados y Bernardi con Farías más adelantados, aunque sin pesar lo suficiente en el trámite del partido, presionados constantemente por un mediocampo de Newell’s muy activo a la hora de presionar.
El partido se hizo extremadamente parejo y la sensación es que los dos se controlaron muchísimo. No hubo sectores conflictivos, al menos en ese primer tiempo. Ni los tuvo Newell’s, porque Colón centralizó demasiado el juego, fue Wanchope-dependiente (salvo en una jugada en la que Farías lo tenía bien colocado y eligió darle el pase a Bernardi y así dilapidaron un contragolpe que era peligroso en su gestación) y no utilizó el factor sorpresa que por derecha le otorga la subida de un Meza muy controlado y desperdiciado.
Poco y nada cambió en el arranque del segundo tiempo. Le costaba mucho abrirse. Colón no tenía precisión y volumen de juego en el medio. En ese aspecto, era algo más Newell’s, pero no lo suficiente como para ayudarlo a asumir la iniciativa y, mucho menos, el dominio del partido.
Las imprecisiones eran un aspecto identificativo de los dos. Por eso costaba ver fútbol y no generaban situaciones de peligro. En Colón, las situaciones seguían estando en los pies de Wanchope, que volvió a pegarle en forma desviada cuando recibió una pelota de Bernardi ingresando por el sector izquierdo del área de Morales, y luego empalmó de zurda un cambio de frente, con una violencia inusitada pero en forma desviada.
Recién movió el banco, Rondina, cuando Meza le hizo señas de una molestia física y mandó a Schott a la cancha. La idea del técnico fue la de mantener el esquema, lo cuál no fue malo teniendo en cuenta que si algo funcionó fue el orden táctico que se mantuvo durante un partido que tenía más color en las tribunas que en el campo de juego. Recién pasada la media hora, el ingreso de Pierotti por Julián Chicco permitió observar una actitud más pretensiosa y de riesgo.
El partido se fue desluciendo en forma considerable y el cero los fue definiendo a los dos. Ninguno hizo lo suficiente para modificar el 0 a 0 que fue la clara demostración de un partido extremadamente parejo, casi sin situaciones de gol claras y dos equipos que se controlaron mutuamente.