Colón perdió en Avellaneda
El Rojo se tomó revancha de la semifinal que perdió en San Juan y lo pasó por encima. Flojísimo partido del equipo de Domínguez, que sufrió la expulsión de Mura por último recurso. El 3-0 pudo ser aún más amplio.
Enrique Cruz (h)
Fue mucho Independiente para tan poco Colón. Superado en todas sus líneas, Colón se encontró con un rival fresco, preciso y contundente. Salvo un mano a mano de Bernardi, con el partido 0 a 0 todavía, fue el único mojón favorable que Colón no pudo aprovechar. Todo lo demás fue negativo de principio a fin.
Lo sufrió Colón al primer tiempo. Frágil defensivamente, sobre todo por el sector izquierdo, donde entre Roa y la subida de Bustos, más alguna aparición de Palacios (muy bien en todo menos a la hora de definir), complicaron tremendamente a la dupla Piovi-Meza, que no dio abasto. Independiente hizo muy bien las cosas en esa parte inicial. Y se encontró con dos aspectos que lo favorecieron: 1) el muy buen remate de media distancia de Soñora, autor de dos goles de afuera del área (el segundo de tiro libre); 2) la expulsión de Mura por último recurso al cruzar con violencia a Palacios cuando se preparaba para encarar a Burián.
¿Y Colón?. Nada. Apenas un par de centros desde el sector derecho, con alguna aparición esporádica por sorpresa de Mura o algún desenganche de Bernardi, que arrancó preferentemente por el otro costado (el izquierdo) pero que a veces se cruzó para aparecer por derecha. Casi nada de Castro, poco de Aliendro y un Lértora que se fue a jugar atrás cuando Colón se quedó con uno menos y se rearmó la defensa con Meza por derecha, Garcés-Lértora por adentro y Piovi por izquierda.
El partido fue entretenido, pero Independiente jugó mejor. Y a veces mostrando una marcada superioridad. Velasco y Roa armaron juego por los costados, Bustos se proyectó mucho por derecha, Blanco y Soñora empujaron por adentro, Palacios complicó mucho y no concretó nada, en tanto que Silvio Romero también aportó lo suyo, hasta poniéndose en la función de lanzador si recibía la pelota lejos del área adversaria.
Independiente tuvo no menos de seis o siete situaciones claras, mientras que Colón apenas contó con un mano a mano de Bernardi que tapó Sosa, como la jugada más clara y con el partido todavía igualado sin goles. Poco peso de los de arriba, con un Farías que entró muy poco en juego y fue bien controlado y con un Beltrán que no pudo mostrar nada. Así, lo de Colón fue muy débil en comparación con la fortaleza de un Independiente que se fue al descanso del entretiempo con una ventaja importante (2 a 0) y un jugador más en la cancha, agravando el panorama para un Colón superado en esa parte inicial.
Domínguez decidió patear el tablero en el entretiempo con los ingresos de Delgado, Pierotti y Leguizamón, manteniendo de manera poco entendible, por ejemplo, a Beltrán y a Castro en la cancha. Apenas iban 4 minutos cuando Roa –en posición dudosa- picó y enfrentó en soledad a Burián con un remate cruzado. Era un 3 a 0 lapidario con casi mitad de partido por jugarse.
Colón quedó parado con Meza por derecha, la dupla Garcés-Delgado en el medio y Piovi por izquierda; en el medio se ubicó Pierotti por derecha, Aliendro de “5” y Castro por izquierda, en tanto que la dupla Leguizamón-Beltrán comandó el ataque. Conclusión: un equipo diezmado, con jugadores importantes afuera y otros de muy bajo nivel en cancha, más un resultado abultado en contra y un jugador menos. Panorama altamente desalentador.
El partido se liquidó rápidamente en el comienzo del segundo tiempo. Independiente, de muy buen partido, siguió siendo peligroso al aprovechar los espacios que se amplificaban en el campo de Colón. Soñora mandaba en el medio, Roa y Velasco hacían de las suyas por los costados y los marcadores de punta se animaban a pasar al ataque. Si el tercer gol fue dudoso, el árbitro Mastrángelo “compensó” al anularle un gol a Independiente, a instancias de su juez de línea, que era válido. Era el 4 a 0.
Colón se consumió en impotencia e inferioridad, sin reaccionar en ningún momento. Luego entraron Morelo y Góez, pero no había nada que hacer. Independiente estuvo mucho más rápido y preciso, en tanto que Colón jugó con lentitud durante todo el partido, perdió en todo momento la lucha en el mediocampo (gran labor de todos los mediocampistas de Independiente) y hasta dio la impresión de que la diferencia podría haber sido aún más lapidaria en contra de un campeón totalmente desteñido en la noche de Avellaneda.