Copa Argentina
Con el Dibu Martínez como la gran figura, Argentina le ganó por penales a Ecuador
La selección jugó un mal partido, de lo peor de la era Scaloni. Iba ganando con un gol de cabeza de Lisandro Martínez, pero se encontró con un rival que le jugó bien y mejor.
En tiempo de descuento, Ecuador empató. Y otra vez los penales, como en Qatar o en la anterior Copa América, estuvieron de nuestro lado con el Dibu convertido en enorme figura. Messi erró el suyo. Fue un sufrimiento.
“Houston, estamos en problemas…”, nunca mejor aplicada la frase que se hizo histórica en aquél frustrado viaje del Apolo 13. Sinceramente, lo de este par
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tido fue un “problemón”. Porque Argentina jugó mal, porque tampoco hubo reacción desde el banco, porque Ecuador nos superó futbolísticamente y hasta por entereza física. Pero esta vez, el extraterrestre no fue el “10”, que jugó un partido sin brillo, al extremo de haber estado más para salir que para quedarse en la cancha. Para colmo, ni siquiera pudo ayudar en la definición por penales, porque pateó el primero, la picó y lo erró. Esta vez, el “marciano” fue el Dibu Martínez. Un verdadero monstruo, que atajó dos penales, se convirtió en figura excluyente y decisiva para una victoria que dejó la alegría momentánea, pero seguramente muchísima reflexión para el futuro. Otro partido así, los campeones del mundo no pueden ni deben permitirse.
Ecuador aprovechó el peor comienzo de Argentina en la Copa. Fueron 15 minutos de lentitud con la pelota y problemas defensivos que los ecuatorianos aprovecharon para crear tres situaciones clarísimas de gol. Dos atajadas de Dibu y un remate de Preciado por arriba del travesaño desde una excelente posición, provocaban una sorpresa que, para muchos, era inesperada. ¿Era bueno lo de Ecuardo o malo lo de Argentina?, ¿o las dos cosas? Argentina evidenciaba serios problemas en el traslado de la pelota, imprecisiones llamativas y preocupantes. Recién a los 27 minutos creó una situación de gol, en aquél centro de Molina que Enzo Fernández tuvo hasta la chance –y el tiempo- de elegir adónde meter el cabezazo, pero le erró al arco.
El mismo Enzo Fernández tuvo la posibilidad del gol en una pelota que pivoteó muy bien Lautaro y Messi metió un pase excepcional para el pique del volante, que no se destacaba en el juego pero era el que tenía las chances. De esa jugada, que terminó en córner por la “salvada” de un defensor ecuatoriano cuando la pelota llevaba destino de red, vino el córner de Messi que MacAllister (lo mejor de Argentina en el primer tiempo) peinó en el primer palo y Lisandro Martínez apareció en el segundo palo para meter el frentazo que Alexander Domínguez rechazó pero claramente adentro del arco.
La tormenta de los primeros minutos había pasado. Ecuador había tenido chances más que claras, pero no aprovechó su momento. Y eso, ante un rival de la jerarquía de Argentina, es un pecado que la selección no perdonó. Las facilidades que dio Molina por su costado, la falta de gravitación de Messi, las imprecisiones en el medio (salvo cuando la pelota pasaba por MacAllister, el mejor), fueron esas carencias que Argentina ofreció y que Ecuador no aprovechó. Duró quince minutos, es cierto. Pero fue un tiempo más que suficiente –y ocasiones concretas- para que el partido se complicara más de la cuenta. Esa siesta de la selección, tuvo su despertador a tiempo. Y en la reacción, mejorando en el trato de pelota, capitalizando los espacios que dejaba la movilidad de Lautaro Martínez entrando y saliendo, llegaron las oportunidades que malogró Enzo Fernández, pero que no perdonó Lisandro Martínez en una jugada que, evidentemente, forma parte del manual de entrenamiento de la selección. El “viejo y querido” córner al primer palo para que alguien la peine hacia adentro, descoloque a los defensores y aparezca un compañero por el segundo palo para meterla. Así Argentina consiguió ese 1 a 0 complejo por lo que había pasado en ese muy flojo arranque de partido que tuvo el equipo.
A medida que fue aumentando el grado de violencia (más de los ecuatorianos pero sin dejar exento a los argentinos), el partido fue decayendo. En realidad, el primer tiempo se pasó rápido pero porque fue cambiante, no porque haya sido de un buen nivel futbolístico. A Argentina le costaba meterse de vuelta en el partido. Y Ecuador lo aprovechaba, hasta que en un córner, la pelota pegó en la mano de De Paul y Matonte, corroborado por el VAR, entendió que era en una posición antinatural y marcó el penal. La ejecución de Enner Valencia, suave, pegó en el poste derecho del Dibu. Todo seguía igual.
Scaloni resolvió allí mismo meter el primer cambio: Julián Álvarez a la cancha en reemplazo de Lautaro Martínez. Buscó, seguramente, alguien con aire y piernas para correr y también para compensar lo que no podía ofrecer un Messi que, sin embargo, tuvo una buena posibilidad cuando recibió un pelotazo cruzado, la dominó adentro del área y le pegó de derecha, pero a las manos de Domínguez.
Ecuador había sentido el impacto del penal errado, pero duró un ratito. Enseguida siguió complicando. Y hasta más de la cuenta. Cada vez que la pelota pasaba por los pies de Jeremy Sarmiento o se buscaba la velocidad de Valencia, Ecuador demostraba que era un rival de cuidado. Scaloni buscó más fútbol en el medio con la entrada de Lo Celso en lugar de Enzo Fernández, mientras que Otamendi ingresó por Lisandro Martínez. En Ecuador, la entrada de Yeboah le dio cambio de ritmo y peligrosidad arrancando desde atrás.
No era bueno lo de Argentina, pero conseguía un buen propósito: mantener a Ecuador lejos del arco del Dibu. Decididamente parado con un 4-4-2, Argentina ponía el partido en el freezer mientras los ecuatorianos, cuando atacaban, intentaban ir al choque para encontrarse con algún mal rechazo que les permitiera contar con alguna situación propicia. En definitiva, las tres que tuvieron en el arranque del partido y el penal, no fueron poco para que Ecuador ponga en aprietos a los campeones del mundo.
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En el tiempo de descuento, con un jugador argentino tirado en el piso, llegó una maniobra muy confusa: centro desde la derecha, cabezazo de Kevin Rodríguez y un ecuatoriano que se tira para intervenir pero no alcanza a tocar la pelota. Se chequeó la jugada y el VAR convalidó el empate ecuatoriano que ponía en serio riesgo a Argentina, que estaba contra las cuerdas y sin reacción, a punto del nocaut.
Esa falta de reacción adentro de la cancha, también estuvo afuera. Los cambios no dieron ningún resultado, se notó que Messi no estaba para jugar los 90 minutos (¿estaba para jugar?) y el cierre del partido no sólo puso a la selección en la agonía de los penales, sino que redondeó uno de los peores partidos del ciclo Scaloni. Y frente a esto, una actuación ecuatoriana para la historia. Favorecido no sólo por lo que hizo, sino también por lo que dejó de hacer Argentina. Que fue mucho.
Y en los penales, el inicio fue tétrico: Messi la picó y pegó en el travesaño. Todo parecía desmoronarse. Sin embargo, apareció en escena ese monstruo llamado Emiliano Martínez. El Dibu tapó los dos primeros penales. Y luego, Julián Alvarez, MacAllister, Montiel y Otamendi hicieron lo suyo. Argentina semifinalista. Jugando un mal partido, con Messi en otra cosa –y en una pierna- y un arquero que, francamente, es una maravilla.