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Con una conmovedora carta, Manuel Lozano habló de su sexualidad: “Pedía por favor no ser gay”
En su paso por Perros de la Calle (FM Urbana Play), el presidente de la Fundación Sí respondió los dichos homofóbicos de Nicolás Márquez, el biógrafo del actual Presidente.
Las declaraciones homofóbicas que hizo Nicolás Márquez, biógrafo del actual Presidente, generaron un fuerte repudio social. Tras definirla como una conducta insana y autodestructiva, generó controversia y críticas que se multiplicaron en redes sociales. En ese contexto, Manuel Lozano, presidente de la Fundación Sí, salió a expresarse de manera contundente y le respondió desde el ciclo radial conducido por Andy Kusnetzoff, Perros de la calle (Urbana Play).
“Dijo cuestiones que me parecieron muy terribles. Y no podía no responderle. Sentía que si no decía esto no podía venir a la radio. Entre las cosas que dijo, dijo que los homosexuales somos insanos, invertidos, con tendencia a la destrucción. Que tenemos 7% más de probabilidad de estar en las drogas, 14% más en el índice de suicidio, que el 75% de las personas que tienen alguna enfermedad de transmisión sexual somos homosexuales, que tenemos 4 veces más propensión al alcoholismo... Y que la perspectiva de vida que tenemos es 25 años menor y de mucha infelicidad”, repasó Lozano acerca de los dichos de Márquez.
Luego, leyó al aire una carta en la que relató su propia experiencia. “No voy a discutir los números con Nicolás, primero porque no los conozco, y es probable que alguna de esas cifras sea real. Pero le quiero decir, desde adentro y en primera persona, algunas cosas. De chico, y desde que tengo memoria, siempre fui el abanderado de la escuela. Para algunos, eso era algo que los ponía contento. Para mí, era una tortura. Porque pasar de donde estábamos en la hilera a donde estaba la bandera, implicaba 12 metros, en donde todos me gritaban ‘puto’”, comenzó.
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“En cada uno de mis cumpleaños, de todos los que me acuerdo, uno de mis tres deseos era pedir por favor no ser gay. Jamás se lo conté a nadie. Y jamás lo viví hasta los 20. Cuando por fin me animé a contarlo, mis papás pensaban lo mismo que vos, Nicolás. Que era sinónimo de infelicidad y me llevaron a un psicólogo. Un psicólogo mal elegido que dijo que yo estaba enfermo y que prometió cambiar mi sexualidad. Durante más de 100 días, todas las mañanas cuando me levantaba, lo primero que leía era un correo de este psicólogo explicándome la técnica que yo tenía que utilizar para suicidarme. Y me argumentaba por qué”, continuó.
Ante el silencio de sus compañeros, Lozano siguió: “Cuando llegaba a mi casa, mi familia se iba para no verme. A mi hermana la mandaron a estudiar a otra ciudad, para que no viva conmigo, por homosexual. Cuando llegaba a las sesiones con este tipo al que me mandaban, me hacía esperar más de dos horas en la puerta. Y después mandaba a su secretaría con un papelito en la mano que decía: ‘No sos digno de que yo te atienda’. ¿Qué es peor que lo que él hacía? Que yo me lo creía”.
“¿Somos una población con mayor tasa de suicidio? Puede ser, es probable. Pero no porque seamos insanos, sino porque discursos como el tuyo nos enseñaron que no somos valiosos y que éramos la escoria de esta sociedad. ¿Sabías que hay muchos homosexuales que sufrimos nosofobia? Que durante muchísimo tiempo, después de cada relación sexual, salimos corriendo a hacernos un análisis porque nos educaron creyendo que los homosexuales éramos los sidosos. ¿Tenemos conductas autodestructivas? Puede ser, nos enseñaron que no nos merecíamos que nos quieran”, agregó el director de la ONG que se dedica a promover la inclusión social de los sectores más vulnerables de la Argentina.
Al cerrar la dura anécdota, Manuel se dirigió puntualmente hacia el escritor Nicolás Márquez y a todas las personas que comparten su pensamiento. “Yo no te conozco Nicolás, no te juzgo. Incluso te diría que hasta puedo entenderte. Porque si yo, que soy homosexual, que lo vivo y lo siento, alguna vez pensé igual que vos, entiendo que no puedas entenderlo. Tampoco voy a pedirte que cambies de opinión, porque no sé si es mi rol. Pero si quiero pedirte empatía, amorosidad y, sobre todo, responsabilidad. Que tenemos todos los que tenemos el privilegio de tener un micrófono adelante. Porque uno nunca sabe quién está escuchando”.
Mientras continuaba leyendo su discurso, Lozano se quebró en llanto y tuvo que hacer una pausa, antes de mencionar las historias de otros miembros de la comunidad LGBTQ+ que padecieron situaciones como las suyas.
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“Por eso elegí decir esto hoy. Por Tomás, que es un chico trans que vivía en la residencia de Córdoba y en diciembre se quitó la vida porque el dolor era demasiado. Por Fernando, que se presentó al proceso de selección y antes de irse no quiso decir que era homosexual porque tenía miedo que esa sea la razón por la que lo dejemos afuera. Por Agostina, que hoy está estudiando en la residencia, pero se autolesiona porque cree que no vale demasiado. Por el pibe del que me enamoré, que nunca pudo darme ni un beso porque no se anima a salir del armario porque tiembla de miedo. Por Fitu, un señor que me crucé el otro día, que tiene 62 años y recién se animó a besar a un hombre”, sostuvo.
Y cerró: “No somos insanos, Nicolás. Pero sí vivimos en un mundo que, a veces, por discursos como el tuyo, puede resultar insano para nosotros. Y para quienes no estén escuchando, y digan que tenemos una perspectiva de infelicidad, quiero decirles que yo soy tremendamente feliz. Tengo 39 años, amo profundamente lo que hago, quién soy, y por eso estoy diciendo esto. Y que duermo poco porque amo profundamente la vida y quiero vivirla al máximo”.