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Congelados en Gran Hermano: el emocionante encuentro de Darío con sus hijos
La casa recibió a Francisco y Victoria, los hijos del participante, quienes le dedicaron palabras muy especiales.
Cada ingreso de un familiar en Congelados de Gran Hermano 2023 puso a los participantes del reality y, en especial a quien recibía a su ser querido, a flor de piel. En la noche del lunes quien recibió la sorpresa de la entrada de sus hijos fue Darío, quien pudo abrazarse con Francisco y Victoria.
Tal como lo hicieron con Virginia, quien recibió a sus hijas por separado, el participante primero disfrutó del ingreso de su hijo y unos minutos después entró su hijo menor. “Che, qué bello esto. No lo puedo creer. ¡Qué hermoso, la puta madre!”, comentó, súper desenvuelto.
Así el muchacho fue saludando a los concursantes, que no podían hacer nada más que no moverse nombrándolos como “Manzanita” y “diosa Virginia”, hasta que llegó a su padre, quien lo estaba esperando con los ojos húmedos de lágrimas.
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“Hola, viejo”, señaló, mientras el concursante rompía en llanto. “Estoy muy orgulloso de vos, boludo. Es increíble esto, pa”, le dijo, abrazándolo mientras se miraban a los ojos y revelaba parte de la historia del hombre que aún no había contado en el reality.
“No puedo creer lo orgulloso que estoy de vos que estés aprovechando tu momento. Después de todo lo que hiciste con tu familia, con tu familia, con tus hermanos y como los ayudaste. Ahora nosotros y verte disfrutar de esta casa hermosa no lo puedo creer”, afirmó.
“Este tipo estuvo ayudando toda su vida a su familia y ahora lo tenemos acá aprovechando su momento. Entro a una casa bastante picante y nunca creí que se iba a animar a entrar a la casa de Gran Hermano, pero parece que se nota bien”, destacó Francisco, que manifestó su fanatismo por Boca.
“Dale. A lo Boca”, le pidió, mientras Darío solo podía llorar. “Te amo con todo mi corazón. Estás fachero, hijo de puta”, se despachó, divertido mientras les contaba a los concursantes que les había llevado golosinas. “Me gusta hacerlos recordar que, tal vez por los días encerrados no se acuerdan que hay una energía detrás de esa puerta que no se puede creer. Lo estoy sintiendo”
“¡Dale, Boca y dale Dario, papá!”, se despidió el joven. Unos minutos después fue el turno de su hermana, quien volvió a conmover a su papá. Victoria ingresó ya conmovida. “Te quiero tanto. No llores y no te muevas”, le pidió, mientras él era todo lágrimas. “Mirame, estoy bien y estoy feliz. Estoy muy orgullosa de vos que después de todo lo que hiciste por nosotros, tanto tiempo, ahora estás haciendo esto que vos querés”, le dijo, sensibilizada.
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Al igual que todos los familiares que entraron a la casa, se preocuparon por recorrer los rincones del lugar, visitaron la cama de su ser querido. “¡Ay, chicos! ¿Cómo encuentran su ropa acá adentro?”, se sorprendió al ingresar al cuarto de los varones y ver el revuelto de ropa y la desorganización que tenían. “Seguí disfrutando de todo esto. Divertite. Yo sé que te cuesta estar lejos nuestro, pero disfrutalo”, le pidió, mientras reparaba en que todo estaba “bastante limpio”.
En diálogo con Santiago del Moro, sin poder hablar de la emoción, Darío contó que su hijo realizó un especial hincapié en la ayuda que él le había dado a sus hermanos porque, contó, que había tenido que trabajar desde muy temprana edad para poder ayudar a su madre. Al ser el hijo mayor, le tocó hacerse cargo de sus hermanos más chicos para que pudieran estudiar. “Eso a mí me quedó como una cuenta pendiente”, se sinceró el hombre, a corazón abierto.