Denuncian que un bebé wichi murió por mala praxis
La manifestación en la ruta 13, aseguran que se quedarán hasta que haya una respuesta. Hace una semana que los habitantes de la comunidad originaria Santa Rosa de Rivadavia Banda Sur cortan la ruta 13. La muerte de un bebé wichi fue el disparador: “Estamos reclamando por nuestros derechos, llegó la hora”, aseguró desde el corte Iván López. El manifestante asegura que no tuvieron ningún tipo de respuestas.
La madre del bebé denunció mala praxis y la Justicia ya intervino. Más allá de las conclusiones a las que derive la investigación judicial, el caso, como tantos otros, devela el drama al que están expuestos los integrantes de las comunidades originarias ante una emergencia sanitaria.
Deliberante
El martes de la semana pasada, Luciana Acosta, de 22 años perdió a Gael, su segundo hijo de cuatro meses. “Fue por las inyecciones que le puso la enfermera”, dice sin vueltas. Su grave acusación, sin embargo, es lanzada suavemente. No se la escucha enojada, aunque sí decidida. “Quiero justicia por mi hijo, ayúdenme”, pidió.
El lunes, Luciana llevó a Gael a la salita más cercana, donde la enfermera Gloria Palma le colocó una inyección que, asegura, fue el desencadenante del trágico final. “Le puso un inyectable en la colita, una mezcla de dipirona y penicilina. Ahí le empezó a agarrar fiebre y convulsiones y pedí que me derivaran al hospital de La Unión y la enfermera no quiso, que tenía que esperar hasta mañana”, contó. Ante la negativa, Luciana regresó a su casa. Al ver que las ronchas se multiplicaban y que las convulsiones continuaban, regresó a la salita. Pero ya estaba cerrada; por lo que se dirigió hasta la comisaría local donde llamaron una ambulancia que asegura, tardó una hora en llegar.
La ambulancia trasladó a Gael y su madre hasta el hospital de La Unión donde le dieron el primer diagnóstico por el que decidió hacer la denuncia: “Le pusieron otra inyección y el médico me preguntó si le di un té a mi bebé y le dije que no. Le conté que la enfermera le puso el inyectable, que le hizo salir mucha ronchera, en todo el cuerpo y el médico me dijo que estaba intoxicado. Después se quedó callado, se fue un rato para afuera y volvió a decir que le pongan dipirona y penicilina y mi bebé comenzó a convulsionar y llorar. Yo me sentí mal en ese momento, veía cómo mi hijo sufría”, contó Luciana. La joven señaló que a las tres inyecciones suministradas hasta ese momento, se le sumó el diazepan mediante una manguerita. Sin embargo, el cuadro no mejoró. “Ahí comenzó a hincharse la pancita y le pusieron otra inyección, y le pusieron oxígeno”, indicó. A la cuarta inyección, ya no preguntó “qué era”.
Ante la complejidad del caso, decidieron una segunda derivación, hacia el hospital de Orán. “Tardó mucho”, cuestionó Luciana. Mientras esperaban, asegura que el padecimiento iba en aumento. “Mi hijo sufría mucho y convulsionaba, yo no sabía qué hacer, le decía al médico que no le ponga más inyecciones que era chiquito y me decía que era cosa de urgencia. No sabía qué hacer”, reconstruye y finalmente se quiebra en llanto.
Gael no llegó al hospital de Orán, falleció a la altura de Retiro y finalmente fue llevado a la morgue judicial. Luciana se fue a pasar la noche a su comunidad y regresó al otro día a buscar el cuerpo junto a su marido. Asegura que al momento de los trámites, advirtió irregularidades: “No me entregaron los resultados de la autopsia, lo que me entregaron fue el acta de defunción donde dice muerte súbita por paro cardiorrespiratorio. Mi hijo tenía bien morado todo el cuerpo, con manchas rojas, falleció a las 00.05 y ahí en el papel dice que falleció a las 3 de la mañana y no fue así. Todo está mal escrito ahí, mi hijo falleció por intoxicación”, insistió.
La joven madre realizó una denuncia por mala praxis en la fiscalía de Orán.
Ante la consulta de este medio, desde el Ministerio de Salud no dieron ningún tipo de respuesta.
Reclamo
El caso de Gael desnuda necesidades que las comunidades originarias claman cada vez con mayor intransigencia, esta vez, desde la ruta 13 donde hace días que “no pasa nadie”. Iván López sentencia: “Aquí estamos totalmente mal, siempre fuimos discriminados por el personal de la salud, no hay buena intención, no hay buena atención”.
Para una correcta atención de los casos urgentes, los vecinos de la comunidad piden una ambulancia permanente y atención sanitaria las 24 horas. “Nosotros vamos a la salita, y por cosas de emergencia tenemos que ir a la Unión o Rivadavia y si llamamos a la ambulancia a veces tenemos que sufrir mucho en el camino que está mal, no está asfaltado, por ahí con la lluvia nos quedamos. A veces un chico o persona grande se enferma de alguna cosa grave y nosotros no tenemos cómo movernos. Hay muchos casos que se vuelven urgentes”, advirtió el manifestante.
Cuando la ambulancia no llega a tiempo algunos se dan “maña” para llegar a los hospitales de La Unión que queda a 20 km y al de Rivadavia que está a 30 km. Aseguran que llegan a pagar entre 4 y 5 mil pesos el viaje.