Misterio en Devoto
Desapareció de la cárcel "Caníbal", el jefe de sicarios de Esteban Alvarado
Se trata de Mauricio Laferrara, de 27 años. Antes de confirmar que se trató de una fuga, las autoridades deben revisar todo el penal y, en caso de confirmarse, la Justicia deberá determinar en qué circunstancias Mauricio Laferrara abandonó la prisión
El jefe de sicarios del capo narco Esteban Lindor Alvarado desapareció este viernes de la cárcel de Devoto, por lo que las autoridades intentan determinar si se trató de una fuga.
Se trata de Mauricio Laferrara, conocido como “Caníbal”, quien fue capturado en 2019. Tiene varias causas en su contra en la Justicia federal y provincial: se le imputan al menos seis homicidios, un secuestro, así como también ser miembro “ejecutor” en una asociación ilícita. Laferrera fue trasladado en 2021 a la Ciudad de Buenos Aires luego de burlar a la seguridad de la cárcel de Piñero.
Ahora, creen que podría haberse escapado de la cárcel de Devoto. Las autoridades se percataron de la ausencia de “Caníbal” el viernes durante un recuento de presos en el pabellón 11 de la planta número 3 de la prisión. Por esto mismo, se puso en marcha un operativo para revisar todo el predio penitenciario y poder confirmar si se trató de una fuga, de acuerdo con la información del medio santafesino El Ciudadano. En ese caso, la Justicia deberá determinar en qué circunstancias se escapó el jefe de los sicarios de Alvarado y tomar las medidas correspondientes para dar con su paradero.
En 2022, Laferrara fue condenado a prisión perpetua por el crimen del prestamista Lucio Maldonado tras un juicio oral, en el que fueron sentenciados también otros integrantes de la banda de Alvarado. Esta causa significó la caída del capo narco. A su vez, esta pena se sumó a la sentencia que había recibido “Caníbal” por el homicidio de Cristian Enrique, quien fue secuestrado y encontrado muerto sobre la ruta 14, cerca de Soldini.
La lista de condenas en su contra continúa, puesto que en abril de este año recibió también la pena máxima por el crimen de Cristian Beliz, ocurrido el 7 de septiembre en Rosario. Otros de los homicidios en los que se lo acusa de ser responsable fueron los de Ezequiel “Parásito” Fernández, su hermano José Horacio, Gerardo “Abuelo” Abregú, que fueron acribillados dentro de un auto en Rosario. Todos estos crímenes se dieron en el marco de las disputas entre el clan Alvarado y la banda de Los Monos por el territorio.
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Hace unos meses, el jefe narco rosarino intentó fugarse de la cárcel de Ezeiza. El plan parecía de película: quiso fugarse de la unidad de máxima seguridad del Servicio Penitenciario Federal a bordo de un helicóptero, pero fue frustrado por las autoridades.
Alvarado se encontraba alojado en el Complejo Penitenciario Federal 1, en la unidad residencial 3, pabellón “E”. Fue condenado en junio del año pasado por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°2 de Rosario a 15 años de cárcel.
El plan para ayudar a escapar a Alvarado llevaba más de seis meses. El elemento central del intento de fuga era un helicóptero, que había sido comprado en el extranjero “mediante complejas maniobras de lavado de activos”.
La idea era “extraer” con el helicóptero a Alvarado y a otros dos narcos de la zona de recreo del penal pasadas las 14.30 para luego llevarlo a la localidad bonaerense de General Rodríguez. Tras una larga investigación, las autoridades pudieron frustrar el intento de fuga y detener al piloto del helicóptero Andrés Alcides Donet en el Aeródromo Gualeguaychú, Entre Ríos, y Gianluca Orpianessi.
En consecuencia, el juez federal Ernesto Kreplak procesó a Alvarado con prisión preventiva. Meses después, ordenaron trasladar “con carácter urgente” al jefe narco a otra cárcel porque en la unidad de Ezeiza no se cumplieron todas las medidas de seguridad que se habían dispuesto tras su intento de fuga.
La decisión fue tomada por el Tribunal Oral Federal 2 de Rosario luego que el fiscal Fernando Arrigo constató en una visita sorpresa que hizo a fines de junio a Ezeiza que la mitad de las medidas ordenadas no se cumplían. La más grave es que Alvarado seguía compartiendo el pabellón con otros dos narcos con los que intentó fugarse. Y que no se habían instalado los inhibidores que evitar que se usen celulares, como los que usó el narco para intentar evadirse.