Desde la OMS, alertan por el avance de la lepra
En la Argentina se detectan entre 200 y 300 nuevos casos de lepra cada año. Advierten por el subdiagnóstico registrado en los últimos dos años en todo el mundo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo un llamado a los países de gran parte del mundo para que la contención de la pandemia de coronavirus Covid-19 no les haga desatender enfermedades tropicales como la lepra.
Lo hizo ayer en el marco de un nuevo Día Mundial contra la Lepra que busca crear conciencia sobre esta problemática. De acuerdo con la OMS en los últimos dos años, merced de la atención que suscitó el Covid-19, la lepra fue subdiagnosticada y se desconoce a ciencia cierta cuánto avanzó en este último tiempo.
En tanto el papa Francisco dedicó un post en Twitter para reclamar solidaridad y políticas públicas en beneficio de quienes padecen esta enfermedad que aparece recurrentemente en la Biblia.
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“En el Día Mundial de los Enfermos de Lepra #RecemosJuntos por quienes padecen esta enfermedad, para que no les falte apoyo espiritual y atención sanitaria. Es necesario trabajar juntos para la plena integración de estas personas”, puede leerse en la cuenta de Pontifex.
Por otro lado, el pasado viernes la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advirtió que la pandemia de Covid-19 provocó disrupciones en la atención de las enfermedades tropicales que pueden demorar su control o eliminación, e instó a los países a abordar este problema relacionado con la pobreza.
La lepra es una de las más de 20 de esas patologías en las Américas que afectan la salud de más de 200 millones de personas.
En Argentina se detectan entre 300 y 400 casos nuevos por año, según datos del Ministerio de Salud.
La OPS, oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS), indicó que la emergencia sanitaria declarada hace dos años por el nuevo coronavirus puso en suspenso la administración masiva de medicamentos, las encuestas y la búsqueda activa de casos.
Todo esto dejó de hacerse mayoritariamente en 2020 y se reinició gradualmente en 2021, alterando los plazos previstos antes de la pandemia para frenar la propagación de estas dolencias, conocidas como enfermedades infecciosas desatendidas.
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La lepra registró en 2020 127.396 casos en todo el mundo, lo que supone un descenso del 37%, en concreto, 202.185 casos menos que en 2019, de acuerdo con datos de 127 países recopilados por la OMS.
Este informe de la OMS, publicado en su revista Weekly Epidemiological Record, matiza que el descenso no es consecuencia de una menor incidencia sino de la reducción o interrupción de los programas de detección de la lepra a causa del Covid-19.
“La interrupción de la detección puede dar lugar a casos ocultos y a un probable aumento de discapacidades asociadas”, se indicó en ese informe.
En este sentido, el comité técnico de la Federación Internacional de Entidades contra la Lepra (ILEP), consideró que la reanudación de las actividades rutinarias de detección tras su interrupción por la pandemia supondrá el afloramiento de una acumulación de casos que no fueron diagnosticados en 2020 y parte del 2021, lo que provocará un pico en la incidencia general en los próximos años.
La lepra es una enfermedad infecto-contagiosa crónica que afecta preferentemente a la piel y a los nervios periféricos, y en ocasiones a las mucosas y órganos internos. La produce un bacilo llamado Mycobacterium leprae.
Los síntomas principales son manchas en la piel que persisten y tienen adormecimiento, o donde no se siente el calor o dolor. También puede haber hormigueos en pies y manos o pérdida de la sensibilidad en alguna parte del cuerpo.
Cuando se tarda en el diagnóstico puede haber hemorragia nasal, heridas y deformaciones.
El trastorno de sensibilidad, que puede ir desde un leve adormecimiento (hipoestesia) a una anestesia total, ocasiona en los casos más avanzados la producción de heridas que pueden infectarse, produciendo daños que provocan discapacidades y deformidades de por vida.
El contagio se produce a través de las vías aéreas superiores y la piel, por contacto directo y prolongado entre un enfermo no tratado y una persona sana susceptible, esto es, con una predisposición especial para enfermar, lo cual puede ocurrir luego de 3 a 5 años o más.
Según la estadística, el 90% de la población posee defensas naturales contra la lepra y, además, solo una parte de los enfermos no tratados (los más bacilíferos) son contagiantes.