Detienen a jefe de la mafia japonesa que intentaba comprar misiles en Nueva York
El armamento estaba destinado a milicias de Myanmar y a otras “de naciones inestables”, mientras que las drogas tenían que ser distribuidas en las calles de Nueva York.
Fiscales estadounidenses detuvieron en Nueva York a un líder de la mafia japonesa Yakuza y a varios de sus cómplices por tráfico internacional de armas y estupefacientes, informó este jueves el Departamento de Justicia de EE.UU.
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El arresto de Takeshi Ebisawa, de 57 años y con nacionalidad japonesa, y de tres implicados más en la trama, de Tailandia, tuvo lugar el pasado 4 de abril en Manhattan, mientras intentaban cerrar la compra de misiles tierra-aire estadounidenses y otro tipo de armamento. Y es que el traficante con quien pensó que estaba cerrando el trato en realidad era un agente encubierto de la Administración de Control de Drogas (DEA).
Las armas estaban destinadas a “milicias de naciones inestables”, entre las que figuraban “al menos dos grupos insurgentes en Myanmar”, detallan las alegaciones de la demanda publicada por el Distrito Sur de Nueva York.
Para pagar el material bélico, los presuntos traficantes habían acordado recibir de las milicias asiáticas 500 kilogramos de heroína y otros 500 de metanfetaminas, los cuales se planeaban distribuir en las calles de Nueva York, aseguró el fiscal federal, Damian Williams.
Ebisawa se encontraba en el punto de mira de la DEA desde el 2019, ya que se le considera una pieza importante en el tráfico ilegal de la organización criminal Yakuza. La operación que culminó con su captura incluyó la reunión de un agente estadounidense con afiliados de esa red en Japón, Tailandia y otros países. Al parecer, el delincuente usaba las palabras en clave “pastel” y “bambú” para referirse a estupefacientes y armas, respectivamente.
El japonés se enfrenta cargos por conspiración para importar narcóticos y adquirir, transferir y poseer misiles tierra-aire, además de estar acusado de lavado de dinero. Se podría enfrentar una sentencia máxima de cadena perpetua o penas mínimas obligatorias de entre 10 y 25 años de prisión.