El Barrio Rojo de Ámsterdam, a punto de desaparecer
En medio de la pandemia por coronavirus, las autoridades pensaron en “limpiar” el turismo de la ciudad y reducir la influencia del crimen organizado que opera algunos prostíbulos y “coffeeshops”. Intentarán mover los establecimientos a una zona lejos del centro. La medida es resistida por grupos anónimos y organizaciones de trabajadores sexuales
Paseos en bicicleta y callejones entrañables, canales de agua y calles simétricas, el naranja de otoño y las flores de la primavera. Características que hicieron de Ámsterdam “la Venecia del norte”. Sin embargo, la capital holandesa también es conocida por ser “la ciudad del pecado”, principalmente por Des Wallen, o el Barrio Rojo, donde se venden drogas y alucinógenos, abundan los cabarets y la prostitución y los museos están dedicados al sexo y al alcohol. Sin embargo, este rincón está a punto de desaparecer.
En medio de una crisis del sector turístico sin precedentes provocada por la pandemia de coronavirus (Covid-19), el ayuntamiento de la ciudad aprobó la semana pasada una propuesta de su alcaldesa Femke Halsema para trasladar a De Wallen a otra parte de la ciudad. ¿Por qué? Las razones varían. Por un lado, las autoridades buscan un turismo más interesado en los canales de la ciudad y los museos de arte en vez de las drogas y las mujeres que bailaban en vidrieras.
Por otro lado, Halsema dijo que el turismo en esa zona se había convertido en dañino tanto para Ámsterdam como para las trabajadoras sexuales que allí se de desempeñaban, ya que las mujeres que trabajaban en los burdeles a menudo se enfrentaban al ridículo y el abuso de los visitantes.
La propuesta data de 2019, cuando la alcaldesa, del Partido Verde del país (GroenLinks), sugirió por primera vez el cambio de ubicación y el cierre de muchas de las ventanas de trabajadoras sexuales del distrito, y señaló que los turistas a menudo visitaban el barrio rojo para mirar boquiabiertos a las trabajadoras sexuales de las calles en lugar de participar en los burdeles legales.
También había propuesto reducir la cantidad de licencias otorgadas a los operadores de burdeles, hacer que los clientes paguen solo para ingresar a los callejones del distrito o trasladar todo el distrito a otra parte. “Reubicar la prostitución es una opción. Aún no hemos descubierto cómo hacerlo, pero debemos atrevernos a considerar el fin de la prostitución en el Barrio Rojo”, dijo Halsema al medio holandés Het Parool en 2019.
Sin embargo, en ese momento una agrupación denominada Red Light United afirmó que el 90% de las 170 trabajadoras sexuales que había encuestado querían trabajar en las ventanas de los estrechos callejones y calles junto a los canales de Singel y De Wallen. No obstante, la mayoría de los concejales coincidieron en que la reubicación era necesaria para cambiar el tipo de turistas que atraían a Ámsterdam, reportó The Guardian.
“Se trata de un restablecimiento de Ámsterdam como ciudad de visitantes. Los turistas pueden disfrutar de la belleza y la libertad de la ciudad, pero no a cualquier costo”, dijo Dennis Boutkan, del Partido Laborista holandés, sobre la votación de la semana pasada.
“Reiniciar” el turismo, una medida que cuenta con posiciones encontradas
La medida cuenta con el apoyo de muchos residentes de la ciudad. La zona se había salpicado de carteles en inglés que adviertían a los visitantes: “No orines en la calle”, “No beber alcohol en los espacios públicos”, “Pon la basura en la papelera” y “Multa: 140 euros”. Con la pandemia del coronavirus (Covid-19), el turismo prácticamente desapareció, y con ello vino un alivio para quienes viven en Ámsterdam: “La ciudad es nuestra de nuevo”, dijeron a The Washington Post.
Además, los partidos políticos más conservadores, como CDA, también celebraron la medida que, aunque no alcanza lo que piden — prohibir definitivamente la prostitución — sí ayudará a acabar con una forma de turismo de “jóvenes borrachos” que provocaba incidentes y dañaba la imagen de toda la ciudad.
Sin embargo, también hay resistencia. Los grupos que se oponen son mayormente anónimos, y las autoridades temen que detrás de ellos se encuentren proxenetas que controlan a las mujeres de los escaparates. Red Light United, por ejemplo, preguntó a modo de crítica si la alcaldesa va a organizar transportes en autobuses para acarrear a eventuales clientes de las prostitutas desde el centro de la ciudad hasta el lugar donde se construya el burdel.
“Será principalmente un fiasco costoso para la ciudad”, argumentaron. Además, sostienen que la medida hará poco para asegurar el sustento de las prostitutas que deberán trasladarse a un “centro erótico en gran parte vacío”.
Ámsterdam también quiere prohibir las cafeterías de cannabis
En otro intento por “limpiar” la imagen de la ciudad y “reiniciar” el turismo de la ciudad donde Sean Connery se lució como James Bond en “Diamantes para la eternidad”, Halsema también presentó hace unas semanas una propuesta para prohibir a los no residentes comprar productos de cannabis en los coffeeshops que venden marihuana.
La medida busca disuadir a los visitantes extranjeros del “turismo de drogas blandas”. El apoyo a esta medida también es grande y no es sólo del Ayuntamiento, ya que también cuenta con el visto bueno de las fuerzas policiales y de la Justicia, quienes consideran que reduciría la influencia del crimen organizado.
Los Coffeeshops aumentan la influencia del crimen organizado en Ámsterdam
Según la alcaldesa, estos cierres harían que el mercado del cannabis “se hunda”, algo que podría hacerlo manejable, local, y no un mercado turístico que atrae a cientos de miles de personas al año, personas que apenas contribuyen a la economía de la ciudad.
Sin embargo, esta medida podría tener otra cara desfavorable, ya que muchos piensan que esa prohibición podría generar el nacimiento de vendedores ambulantes que comprarían en los ‘Coffee Shops’ y venderían a los turistas en las calles, con el aumento del riesgo de hechos delictivos y la falta de control de lo que se estaría vendiendo.