El FMI propone un impuesto a las rentas altas y a las multinacionales para pagar la factura de la crisis
El objetivo del impuesto es reequilibrar los niveles de déficit y deuda en los países con menos recursos
Las rentas altas y las compañías que han prosperado durante el coronavirus ―las grandes tecnológicas o algunas farmacéuticas, por ejemplo― deberían pagar impuestos adicionales en solidaridad con los más afectados por la pandemia, según la propuesta lanzada este miércoles por el Fondo Monetario Internacional (FMI), reunido virtualmente en Washington en su asamblea de primavera.
Vitor Gaspar, director del Departamento de Asuntos Fiscales del FMI, ha sido muy claro: “Para ayudar a hacer frente a las necesidades de financiación relacionadas con la pandemia las autoridades podrían considerar una contribución temporal para la recuperación poscovid aplicada sobre las rentas altas y la riqueza”, señaló este miércoles.
Se trata de un tributo temporal, denominado popularmente impuesto de solidaridad, para financiar necesidades perentorias derivadas de la emergencia sanitaria y de la crisis económica desencadenada por ella, que ha provocado un aumento generalizado de los niveles de déficit y deuda pública, especialmente en los mercados emergentes y los países en vías de desarrollo.
Para evitar que estos países queden rezagados en la recuperación y sufran de manera persistente los efectos de la pandemia, el organismo propone un fondo temporal ―una tasa covid― para encauzar recursos que permitan un acceso a los servicios básicos y aseguren las redes de seguridad social, entre otros objetivos. La tasa contribuiría a equilibrar las desigualdades sociales exacerbadas por la emergencia y enviaría a los más afectados el mensaje de que la lucha contra la pandemia es un esfuerzo colectivo, ha explicado el director del Departamento de Asuntos Fiscales del FMI.
Vitor Gaspar reconoció que “las desigualdades preexistentes han amplificado el impacto adverso de la pandemia y, a la vez, la covid-19 ha agravado las desigualdades”, lo que supone “un círculo vicioso de desigualdad que podría dar lugar a un quiebre social y político”.
El FMI ha recordado que este tipo de tasas temporales adicionales del impuesto sobre la renta de las personas físicas, habitualmente restringido a los tramos de ingresos más altos, se introdujeron anteriormente en circunstancias excepcionales, como la reunificación de Alemania (1991) o en Japón tras el desastre de Fukushima (2011).
El Fondo considera los beneficios extra ―aquellos que superan el mínimo requerido por los inversores— como contribución de las empresas que hayan prosperado durante la crisis, como algunas farmacéuticas o empresas altamente digitalizadas, sin afectar a otras con ganancias mínimas o en pérdidas.
En sus proyecciones económicas para los seis próximos meses, presentadas el martes, los expertos del Fondo señalan el riesgo de revueltas y protestas sociales por parte de las capas más golpeadas por el virus, a veces damnificadas también por el impacto de catástrofes naturales.
El informe Vigilancia fiscal del FMI, presentado este miércoles, destaca que el enorme apoyo fiscal desplegado por las autoridades ha evitado recesiones más graves y mayores pérdidas de empleo. No obstante, advierte de que el déficit y la deuda pública se han disparado a niveles sin precedentes.
En general, la media de déficit respecto al PIB en 2020 alcanzó el 11,7% en las economías avanzadas, el 9,8% para los países emergentes y el 5,5% para los de bajos ingresos.