El Gobierno define si posterga o anula las elecciones
Máximo Kirchner impuso su criterio en el Gobierno. Y oficializó que se trata de correr las primarias y no de anularlas, como querían los gobernadores del PJ. Se abrieron conversaciones con la oposición pero hubo malestar de Juntos por el Cambio
Nada de lo que está a la vista facilita caminos para los acuerdos políticos y no es un tema menor llegar a un entendimiento que modifique aunque sea parcialmente las reglas de juego en materia electoral. El coronavirus, bastante antes de la vuelta a la alarma por las cifras de contagio, ya asomaba como el argumento para bajar o correr en el calendario la realización de las PASO, pero antes había que liquidar algunos capítulos. El oficialismo fue dirimiendo su propia pulseada interna y como en otros terrenos, prevalece en estas horas el criterio del kirchnerismo duro: no se trata de anular las primarias sino de postergarlas. Se habló por varias vías con Juntos por el Cambio. Pero la jugada para dar por cerrado el trato levantó presión en la interna opositora y, como ya ocurrió otras veces, terminó limando a los negociadores.
Los acuerdos políticos pueden cambiar el clima político pero a la vez son fruto de ese clima. Y lo que pareció al menos comprometido en este caso es precisamente ese factor, basado en el presupuesto mínimo del compromiso. La difusión de un consenso o principio de acuerdo entre oficialismo y oposición para postergar por un mes las PASO, de agosto a septiembre, surgió luego de una cita para formalizar un reparto de fondos para obras en los municipios bonaerenses. Sonaba a pacto. La conversación reunió a Máximo Kirchner y Eduardo Wado de Pedro –también estuvo Sergio Massa- con Cristian Ritondo y Jorge Macri. Una de las vías para negociar, pero difícilmente la mesa para coronar un entendimiento de esta naturaleza.
Las versiones sobre un trato cerrado o casi gatillaron fuerte malestar y llamadas de un lado al otro entre los principales referentes de JxC, además de contactos con el jefe del bloque de diputados del PRO y el intendente de Vicente López. Nadie asegura que haya generado festejos entre los gobernadores del PJ, que mayoritariamente demandaban tachar las PASO del calendario de este año para no complicar su poder territorial en batallas internas con el kirchnerismo duro y sentar un precedente para adelante. No es lo que pensaba Máximo Kirchner, que finalmente impuso la diagonal de la postergación por un mes.
“Prenden fuego a los negociadores”, se lamentaba anoche un operador de JxC, abierto a discutir el cronograma electoral con algunos compromisos básicos. En rigor, no es la primera vez que referentes con cartel de moderados o negociadores son expuestos de este modo. Y el efecto es previsible: cierta retracción en esos puentes. Nada está descartado, pero quedaron a la vista costos personales y la demanda de colocar al Congreso como ámbito de las tratativas.
Ritondo y Jorge Macri negaron vía Twitter que haya sido sellado un acuerdo. Parecía claro, más allá de la movida oficialista para exponerlo como un trato hecho. Era, coinciden las fuentes, un ámbito significativo –porque se trata además de la provincia de Buenos Aires- para avanzar con el tema, pero que aún requeriría puntadas claras para resolver la cuestión y presentarla en sociedad. El malestar interno en la oposición quedó reflejado en los tuits de Alfredo Cornejo y Maximiliano Ferraro, titulares de la UCR y de la CC-ARI. De manera más informal, otros –también desde las cercanías de Horacio Rodríguez Larreta- evitaban agregar combustible, pero señalaban al Congreso como marco de las conversaciones y a la conducción de JxC como instancia para convocar al consenso. La mesa nacional de la coalición opositora analizaría el tema en el nuevo contexto.
Las posiciones, en rigor, no parecen tan alejadas. En primer lugar, se trataría de una garantía formal de que no habrá suspensión –es decir, anulación- de las PASO, algo que debería ser expresado por ley. En segundo término, se trataría de fijar fecha pero en base a criterios sobre la evolución de la pandemia en caso de que fuera necesario esperar mejores temperaturas y mayor nivel de vacunaciones. Pero además, hasta podría especularse con postergar las PASO pero no las elecciones generales hasta noviembre sino mantenerlas en octubre y achicar el lapso entre las votaciones. Algo de eso planteó en su momento el sector de Martín Lousteau.
El Congreso es precisamente el ámbito que había señalado Alberto Fernández a los gobernadores del PJ que reclamaban sin vueltas evitar las PASO este año. Los jefes provinciales no estaban discutiendo criterios de cuidados frente al coronavirus sino poder interno. El gesto presidencial los colocaba en una silla para pulsear con el kirchnerismo duro. No lideraba su reclamo. Máximo Kirchner expuso el rechazo a la cancelación de las primarias y, descartada la idea de una virtual ley de lemas, comenzó a mover sus fichas también fuera de los límites del oficialismo.
Pero en todo esto juegan también factores de concepción, casi ideológicos y por momentos contradictorios. La lectura más negativa sobre lo ocurrido ayer dice que no se trataría de un error que termina castigando o esmerilando a los negociadores, sino una jugada de sello kirchnerista para quebrar el frente opositor. La referencia a los años de Néstor Kirchner parece más nostalgia que otra cosa. En medio de sus internas, los jefes opositores parecen coincidir en un punto: quebrar la coalición no sería gratis en términos electorales. Claro que la política a veces es poco racional.
Como sea, lo que quedó sobre la mesa es la desconfianza y el cálculo más reducido. Eso no cierra las puertas a las negociaciones pero les pone un foco más potente tanto en la oposición como en el oficialismo, porque remite al juego de poder con sello de la ex presidente. Algo parecido ocurre con las versiones de la búsqueda de un acuerdo con la oposición para respaldar el giro en las negociaciones con el FMI. Eso, al mismo tiempo que sube el volumen de las críticas a la oposición y el nuevo ministro de Justicia anuncia como primer objetivo de su gestión avanzar en Diputados con el cambio de las reglas de juego para designar al jefe de los fiscales.
Está visto: el clima político sigue enrarecido. Y en el caso de las elecciones, el manejo de las restricciones por el coronavirus no asoma como la pieza real o por lo menos única. En todo caso, resulta un desafío argumental como lo es después de un año dar un vuelco y colocar el costo económico y social como un límite a los confinamientos de otros tiempos. ¿Y las elecciones? Idas y vueltas de esta época.