El Líbano afronta una jornada de protestas por la desastrosa explosión en Beirut
El Líbano se preparaba hoy para grandes manifestaciones antigubernamentales en medio de creciente indignación popular y de muestras de solidaridad internacional por la catastrófica explosión que esta semana devastó parte de Beirut.
En la primera escaramuza de la jornada de protestas, policías dispararon gases lacrimógenos contra una columna de manifestantes que trató de derribar unas rejas colocadas en torno al edificio del Parlamento en Beirut, informó la cadena de noticias Al Jazeera.
Ayer, las autoridades de Líbano volvieron a prometer una investigación transparente en medio de una lluvia de pedidos de una pesquisa independiente y de acusaciones de que el estallido fue consecuencia de la corrupción y la incompetencia de la clase política que rige el país árabe.
La explosión del martes en el puerto de Beirut causó una enorme destrucción, dejó al menos 154 muertos y unos 5.000 heridos, decenas de desaparecidos y a unas 300.000 personas sin hogar.
Las pérdidas se estiman en hasta 15.000 millones de dólares, y la destrucción del principal puerto genera temores a una crisis alimentaria en un país que importa casi todos los productos vitales que consume.
La explosión al parecer fue causada por un incendio en un depósito del puerto que alcanzó otro donde se almacenaban, sin medidas de seguridad, más de 2.700 toneladas de nitrato de amonio, una sustancia explosiva, confiscadas a un barco de carga en 2013.
Por primera vez, el Gobierno libanés dijo el viernes que la comisión investigadora también contempla una posible “interferencia externa” como origen del estallido.
La policía ha detenido a 16 funcionarios como parte de la investigación.
Sin embargo, más allá del motivo, para muchos libaneses, la detonación fue la gota que rebalsó el vaso tras años de corrupción por parte del grupo relativamente reducido de líderes que ha dominado la política desde el fin de la guerra civil que desangró al país entre 1975 y 1990.
Con el pasar de las horas y la aparición de testimonios y evidencia que demuestra que todos los niveles del Estado sabían de la existencia de las toneladas de nitrato de amonio en el puerto y su peligrosidad, la tensión política y el clima de indignación social están escalando en el país.
Grupos civiles convocaron a movilizarse hoy en masa en Beirut para reclamar justicia y el fin del sistema estructural de corrupción que hizo posible la explosión más devastadora que hayan visto los libaneses pese a los años de guerra civil, invasiones y ataques externos.
En otra muestra de malestar, el partido opositor cristiano Kataeb dijo hoy que sus tres diputados renunciaron a sus bancas del Parlamento en repudio por el “desastre” de esta semana y llamó a los demás partidos a hacer lo mismo en pos del “nacimiento de un nuevo Líbano”.
Decenas de países ya han enviado o prometido ayuda para el Líbano, y el presidente francés, Emmanuel Macron, que esta semana estuvo en el país árabe, presidirá mañana una conferencia internacional virtual para recaudar fondos para la reconstrucción de Beirut.
El papa Francisco, en tanto, se comprometió con un cuarto de millón de euros.
Las muestras de solidaridad continuaron hoy con la visita a Beirut del secretario general de la Liga Árabe, Sami Gemayel; del presidente del Conejo Europeo, Charles Michel, y del vicepresidente y el canciller de Turquía, quienes se reunieron con las autoridades nacionales.
Entre los muertos hubo 43 sirios, dijo la embajada siria en Beirut. En el Líbano viven cerca de 1 millón de refugiados sirios.
La Cancillería de Países Bajos, por su parte, informó hoy que la mujer del embajador en el Líbano también murió de las heridas sufridas en el estallido del martes.