El nuevo menú de los bagres: roedores que huyen de los incendios en las islas
La quema de islas produce que muchas especies de roedores traten de escapar a las llamas tirándose al agua y son víctimas de especies predadoras como dorados y bagres. Video.
“¿A vos te gustaría que te quemen tu casa, tu cama?” se pregunta Pablo Granados en un video que se hizo viral, parodia de El Repechaje de Feliz Domingo, denunciando la quema de islas que no solo acaba con toda forma de vida en esos humedales sino que hace irrespirable el aire en kilómetros a la redonda. Desde hace un mes (cuando salió el video) a la fecha, van más de 5.200 hectáreas que sucumbieron a un fuego iniciado y reiniciado (tras ser combatido originalmente) por manos anónimas, con el fin de correr la frontera ganadera dentro de tierras destinadas a ser esponjas hídricas y dar sustento a una gran biodiversidad que alberga desde ciervo de los pantanos a comadrejas, mulitas, carpinchos y una enorme diversidad de aves y reptiles que son enumeradas por el cómico de Tinelli en su parodia.
El caso es que muchas de esas especies no sobreviven a la quema, otras intentan fugas desesperadas, como algunas especies de roedores. Tal punto, que en una naturaleza donde las especies siempre aprovechan las oportunidades de comida, los bagres, tarariras, dorados y otras especies predadoras, están encontrando en los roedores que se echan al agua buscando nuevos destinos, una oportunidad para alimentarse. Un reciente video de unos pescadores que practicaban su deporte en medio de las quemas, fue más que elocuente “sacamos seis bagres y cinco tenían ratones adentro”, contaron al eviscerar las piezas a las que prometieron “que las vamos a comer igual”.
En estos momentos, según el hidrobiólogo Luis Espíndola “hay solamente un 7% del valle aluvial con agua, cuando normalmente debería estar en un 40 a un 60% y de ahí para arriba en las inundaciones”. Esta extensión de tierra seca favorece los incendios, encerrando otro peligro que el biólogo y responsable de la Fundación Humedales Claudio Baigún es “que se produzca un desplazamiento de fauna, algo que ya vimos con los incendios del 2008. Es preocupante porque algunas especies de roedores pueden llegar a transmitir hantavirus. El tema es que al quedar sin campos, estos roedores se van corriendo hacia las ciudades. Hay 4 o 5 especies en el delta, es difícil saber de cuál se trata a partir del video, que no muestra bien al ratón que se comió el bagre. Pero los roedores no temen al agua y tienen capacidad de nado, en algunos más desarrollada como el castor o el carpincho, pero en general todos nadan bien”.
Hace pocos días el Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación Juan Cabandié, consensuó con los gobernadores de Santa Fe y Entre Ríos Omar Peroti y Gustavo Bordet, avanzar en un proyecto para “declarar Reserva Nacional a las islas del delta del río Paraná, contemplando lo productivo, pero con un resguardo ambiental”. Esta idea de crear un área protegida implica la cesión de tierras por parte de Santa Fe y Entre Ríos, previo paso por las legislatura de ambas provincias. Pocos días después de este anuncio, las quemas volvieron a ser noticia. El domingo, hubo dos detenidos en el departamento entrerriano de Diamante acusados de iniciar quemas: son dos pescadores oriundos de San Lorenzo. En paralelo, hay un proyecto de revitalizar un red de Faros de Conservación para proteger una zona de entre 3.000 y 5.000 hectáreas, con presencia de biólogos y guardafaunas, equipando al personal con camionetas 4×4, lanchas motorizadas, tractor y construyendo torres de control de incendios.
Señuelo rata antienganche, para bagres y tarariras, entre otras especies.
Pero mientras todos estos embriones avanzan, la realidad de las islas es de fuego y muerte de especies naturales, animales y vegetales, que en un año de sequía extrema potencia el daño. La catástrofe sigue luego elevando terraplenes para controlar el agua, y reemplazando la fauna nativa desplazada por ganado y hasta siembra con agrotóxicos que indefectiblemente terminan contaminando el agua Esto sumado a la ya permanente atrocidad ecológica de haber construido la ruta Rosario-Victoria sobre terraplenes en lugar de pilotes que permitan el paso de fauna por debajo de la misma, obligando a muchas especies que intentan cruzar de un lado a otro (por ejemplo en tiempos de inundación) a morir atropelladas en la cinta asfáltica, y poner en riesgo de accidente vial a los conductores de vehículos.