El papa Francisco presidió la misa del Domingo de Ramos
El máximo líder de la Iglesia Católica presidió este domingo la solemne misa de Ramos en la plaza de San Pedro, pocas horas después de salir del hospital romano donde estuvo internado tres días por una bronquitis.
Tan solo un día después de haber sido dado de alta tras haber sufrido una bronquitis, el papa Francisco presidió una nueva misa del Domingo de Ramos, con cerca de 30.000 de fieles llenando un año más la Plaza de San Pedro.
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Francisco, de 86 años de edad, estuvo tres días ingresado en el hospital Gemelli, e inicia ahora una semana, la Semana Santa, especialmente cargada de compromisos y que concluirá con la misa del Domingo de Pascua, en la misma plaza de San Pedro, el próximo 9 de abril.
La última aparición del papa en la plaza de San Pedro fue para su audiencia pública habitual de los miércoles. Ese mismo día fue trasladado al Policlínico de Roma tras sentirse indispuesto.
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Antes de la misa, Francisco fue llevado sobre el papamóvil hasta el centro de la plaza, a los pies del obelisco, para bendecir las ramas de olivo y palmas que los fieles, religiosas y miembros de la Curia habían portado en procesión, recordando la entrada triunfal de Jesús de Nazaret en Jerusalén.
Ya durante la misa —oficiada por el cardenal argentino Leonardo Sandri— Francisco ocupó su lugar en una silla ante el imponente obelisco, mientras una procesión de cardenales ataviados con brillantes vestiduras rojas y otros fieles recorría la plaza. Su voz sonaba fuerte al abrir la ceremonia, si bien se fuedebilitando a medida que avanzaba la ceremonia.
A lo largo de su homilía, el papa defendió a los “abandonados” del mundo: “Nadie puede ser marginado”, dijo ante los miles de fieles congregados. “Jesús abandonado nos pide que tengamos ojos y corazón para los abandonados”.
En este sentido, el sumo pontífice recordó igualmente que “el verbo ‘abandonar’ en la Biblia es fuerte” y “aparece en momentos de extremo dolor”, razón por la cual el recuerdo de Cristo debe mover a sus seguidores a “buscarlo y amarlo en los abandonados” de nuestro tiempo.