El rugby arrancó antes que el fútbol
Entrenamientos sin contacto ni palabras. “Únicamente hablo yo”, dice Santiago Gómez Cora. El ex Lomas Athletic es el head coach del seven que irá a los Juegos Olímpicos.
Los Pumas 7s, el seven argentino que irá a los Juegos Olímpicos de Tokio, se entrena bajo estrictos protocolos preventivos.
Si se habla de deportes de contacto, cuesta encontrar uno que, en ese aspecto, supere al rugby. Sin embargo, mientras los casos de coronavirus se multiplican, las autoridades extienden la cuarentena y extreman precauciones, y en muchos deportes se vuelve cuesta arriba el regreso a la actividad -por caso, el fútbol de AFA que recién este lunes retornará y sólo en Primera División-, un equipo de rugby se está entrenando en Buenos Aires.
Se trata de Los Pumas 7s, el plantel de seven que aprovecha la venia que tienen los deportistas argentinos que irán a los Juegos Olímpicos de Tokio 2021 y ya empezó con su “nueva normalidad” de entrenamientos: juntos pero sin tocarse, por más que se preparen para un deporte de alto contacto.
Las prácticas dirigidas por el ex Lomas Athletic, máximo goleador del seven mundial hasta 2016, Santiago Gómez Cora, arrancaron en el Cenard, pero luego se mudaron al circuito KDT, en Palermo. Según el head coach, “hacía falta más pasto, cancha para trabajar un poco más con pelota”.
“Fue una alegría enorme volver a verlos a todos. Si bien estamos todos a distancia, poder reencontrarse cara a cara es una alegría. Empezamos trabajando en una reeducación atlética y motriz. Porque lo que se perdió en cuatro meses fue grave”, arranca el lomense en charla con Clarín.
La motricidad es una clave para Gómez Cora en esta etapa. Y aunque ninguno de los integrantes del seven dejó de prepararse por su cuenta, algo que lo sorprendió son las diferencias relacionadas con las comodidades de la vivienda de cada uno.
“Durante la cuarentena armamos dos grupos para que desarrollaran distintas rutinas: grupo departamento y grupo casa. Pero cuando nos juntamos había mucha diferencia entre unos y otros, no tanto en lo físico, sino en la motricidad; la coordinación de movimientos. Entonces invertimos estas semanas en lo que llamamos reeducación atlética”, explica.
“Les costaba mucho la aceleración, coordinar -detalla el técnico-. Y todo esto, sin rugby propiamente dicho. No estamos haciendo cosas grupales. No hay contacto entre los jugadores. Inclusive las pasadas atléticas se hacen por grupos y cada uno por su andarivel, a cinco metros de distancia”.
De a poco el entrenador del seven comienza a familiarizarse con lo que significa trabajar de manera grupal respetando estas particularidades.
“La vuelta se basó en un protocolo estricto presentado por la UAR. Pero nosotros lo ajustamos todavía un poco más en lo que a distancia se refiere. Nadie se quiere enfermar: sillas separadas a varios metros y al aire libre. Ahí cada uno deja sus pertenencias”, cuenta.
“La rutina a seguir se la pasamos a todos antes de que vengan, así no tenemos mucho diálogo -repasa Gómez Cora-. Cada uno llega por su cuenta y ya vestido para entrenar. Traen su spray casero (mezcla de alcohol y agua), su agua, su toalla, su alcohol en gel. Al llegar, cada uno a su turno, tenemos que pasar por una cabina sanitizante que nos rocía por unos 30 segundos. Eso higieniza todo”.
Los 17 convocados residen en el AMBA. Cada uno tiene una pelota y un escudo personal con su nombre. “Esta semana sumamos trabajo con pelota. Pero hay desinfección casi permanente -indica el técnico-. Todos usan máscaras deportivas. La idea era que volvieran a familiarizarse con la pelota, tirarla al aire, ir a buscarla”.
Así todo: nada de scrum, ni siquiera coditos de saludo. “Cuando van para la cancha -sigue el DT-, cada uno tiene su sector para correr. Y si hay que hacer algo más técnico, van por su cuenta en busca de su pelota y su escudo para trabajarlo de manera individual”.
“El tapabocas lo utilizan al realizar estos trabajos, no para correr -aclara-. En cada cambio de ejercicio hago sonar el silbato, se limpia la pelota, el escudo y se higienizan las manos. En los entrenamientos el único que habla soy yo, el resto no puede hacerlo. Al terminar se higieniza todo y cada uno se vuelve en su auto y se ducha en su casa”.
Gómez cora insiste en remarcar que los ejercicios son absolutamente individuales. “Trabajan contra un escudo o una bolsa para tener contacto, pero no entre ellos. Todo esto es como un nuevo inicio. Están empezando de cero. Y está bueno para sacarse ciertos vicios que la mayoría arrastra como jugador”, agrega.
Si bien la mayoría de los deportes perdió gran parte de la competencia anual, el Seven tuvo acción durante la primera parte del año. En el momento en que la pandemia llevó a la cancelación de los calendarios, se habían disputado las cuatro primeras etapas del circuito mundial 2020.
“Al volver de la serie Los Angeles-Vancouver hicimos un encierro voluntario porque veníamos de una zona que decían que era de riesgo y, aparte, pasando por distintos aeropuertos. Por eso, al regreso tomé la decisión: todo el mundo a encerrarse”, relata Gómez Cora.
Esa cuarentena voluntaria duró diez días. “Cuando llegamos al décimo -sigue-, se decretó la cuarentena nacional y tuvimos otros 120 días de encierro. Eso no quita que no hayamos trabajado, todo lo contrario”.
La idea fue mantener al grupo enfocado como si el calendario normal no se hubiese alterado. “Trabajamos los siete días de la semana. Ahora vamos a hacer un par de semanas más y luego descansaremos la cabeza. 15 días de vacaciones y a partir del 31 de agosto, iniciamos la pretemporada”. informa el lomense.
El plan original era retornar a la competencia entre fines de noviembre y principios de diciembre con los seven de Dubái y Ciudad del Cabo, primeros de la temporada 2020/21. Pero la World Rugby decidió cancelar esas fechas.
“Fue un mazazo – se sincera Gómez Cora-. Ya teníamos un norte y no lo bajaron también. Parecía que para fin de año se iba a reacomodar todo. Ahora el regreso se estira hasta el año que viene. Pero estamos analizando variables. Hay propuestas para jugar hacia fin de año en Europa u Oceanía, nos mantenemos en contacto con el resto de los entrenadores para ver qué podemos hacer extraoficialmente porque los chicos necesitan competir de alguna manera”.
Lo cierto es que los rebrotes de la enfermedad en distintas partes del mundo hacen que se recalculen los fixtures y los escenarios y el rugby no le escapa a esa situación. Pero, si bien en el contexto reducido que representan apenas 17 jugadores de una selección de seven, es uno de los deportes que tomaron la delantera en la Argentina en cuanto a entrenarse de manera grupal. El fútbol, de reojo, toma nota para lo que viene.