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En moto de agua, dos amigos rescataron a más de 40 personas en pleno temporal en Bahía Blanca
Conocé el relato en primera persona de Lucas y Nicolás, dos amigos que organizaron un operativo rescate en Bahía Blanca.
Durante el temporal que azotó el fin de semana a Bahía Blanca, dos amigos tomaron una valiente decisión. Agarraron la moto de agua de uno de ellos y comenzaron a rescatar a los vecinos que habían quedado atrapados por el agua. «En ocho horas rescatamos 40 personas», conocé su relato.
A través de sus redes sociales, Lucas Bruna compartió lo que fueron ocho horas intensas de rescate durante las inundaciones de Bahía Blanca. «El viernes 7 me desperté en casa estaban todos bien, caminé dos cuadras más abajo y me di cuenta de la magnitud», así comenzó su relato.
En cuestión de segundos la realidad lo golpeó: «los abuelos de mis amigos y vecinos se estaban ahogando. Corrí a la casa de Nicolás Álvarez, otro vecino, y le digo ‘Nico necesitamos la moto de agua y empezar a sacar gente’. No lo dudo un segundo, los dos confiamos nuestra vida en el otro», dijo.
Juntos, los dos amigos, organizaron la logística priorizando direcciones, edades, y cómo recibir a los rescatados. «Nico me llevaba, yo me tiraba de la moto, rompía vidrios o persianas, entraba a las casas entre los muebles que flotaban, cargaba al rescatado en la moto y espera a que Nico los lleve y vuelva por mi para continuar», explicó.
Estas tareas duraron cerca de ocho horas. «Sacamos 40 personas, entre ellas difuntos. Al rato empezaron a llegar más pibes del barrio y delegamos tareas. El ejército, bomberos, policía, llegaron a las 19″, relató.
Y dijo que, a raíz de la organización que ya había en el lugar, los pusieron «a cargo de los siguientes rescates». Se trató de los geriátricos ubicados en las calles Sarmiento y Alsina.
El domingo «salimos a trabajar y la gente nos frenaba, lloraba y abrazaban. Hoy agradezco a cada uno que estuvo ahí ayudando, sin ustedes no era posible».
El joven contó al medio La Nueva que el rescate fue intenso y desesperante. «La gente se acercaba como si fuéramos un Uber», contó. «Nos pedían que buscáramos a familiares en distintas calles, pero solo podíamos salvar a quienes veíamos en situación crítica: personas aferradas a árboles, carteles, mucha gente mayor».
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«Un chico en la calle Urquiza sostenía la mano de su abuela, pero cuando llegamos, se le escapó y la perdió. Estaba en estado de shock», agregó. «Lo peor fue ver a los abuelos solos, desamparados, temblando de miedo«, lamentó.
Lucas afirmó que «volvería a hacer lo mismo». «Esto me sirvió un montón. Me ayudó a encarar con fuerza desafíos personales. No lo dudé entonces y tampoco lo haría ahora, aunque espero que no haya próxima vez», sumó.