Escandalosas revelaciones en el juicio contra un ex Obispo y asesor del papa Francisco
Gustavo Zanchetta está siendo juzgado por dos casos de abuso contra ex seminaristas en Salta. Fotos porno, alcohol y paseos en ropa interior.
El juicio oral y público contra el ex Obispo de Orán Gustavo Zanchetta (57) destapó intimidades del cuestionado religioso que hasta el año pasado trabajaba como asesor del Papa Francisco en el Vaticano.
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Un testigo ratificó que el religioso tenía fotos pornográficas en su teléfono celular y otro señaló que era habitual verlo en ropa interior paseándose entre los seminaristas. Pero lo más grave es que la Iglesia -y el Sumo Pontífice- estaban al tanto de la situación y no lo denunciaron en su momento.
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Zanchetta está siendo juzgado por el delito de abuso sexual simple agravado por ser cometido por un ministro de culto religioso en perjuicio de dos víctimas. Para entender el trasfondo del caso hay que remontarse a septiembre de 2015, cuando Luis Amancio Díaz, secretario del Obispado, descubrió unas imágenes pornográficas y promovió una denuncia interna contra el religioso.
El ex Obispo le había pedido que bajara de su teléfono unas fotos que había sacado en la ciudad de Salta por la firma de un convenio, y otras del arreglo del campanario de la Catedral de Orán. Eran para subirlas a la cuenta de Facebook de la Diócesis. Mientras seleccionaba las fotos, Díaz encontró una serie de imágenes de sexo explícito entre jóvenes -según describió- almacenadas en la carpeta de WhatsApp. Pero eso no fue todo: también halló varias selfies en las que Zanchetta aparecía “desnudo, mostrando sus genitales y en actitudes masturbatorias”.
Díaz declaró en la tercera audiencia del juicio que se lleva a cabo en Orán y ratificó lo mismo que le manifestó a las autoridades eclesiásticas en su momento. En aquella ocasión había asegurado que al principio no supo qué hacer con las fotos, hasta que finalmente contactó a Monseñor Gabriel Acevedo.
“Tratemos el tema con discreción”
“Le dije ‘quiero que veas esto’. Se sentó en mi escritorio y lo dejé solo. Pasaron unos diez minutos cuando regresé y el padre me preguntó dónde sacaste esas fotografías. Le expliqué cómo fue. Y le pregunté qué se hace en estos casos. Me respondió la verdad no sé qué hacer y me dijo: ‘Tratemos el tema con la más absoluta discreción’. Al otro día me dice ‘consulté, es un tema grave, quiero que hagas una copia en un pendrive para hablar con el Arzobispo Mario Cargnello y le llevo la copia”.
El 3 de octubre de 2015 Zanchetta recibió un llamado del Vaticano por el tema las fotos y tuvo que viajar para brindar explicaciones. Al enterarse del descubrimiento, aseguró que se trataba de un montaje, un chantaje. Todos creen que su versión convenció al papa Francisco.
De hecho, en julio de 2017, a casi dos años de iniciarse la investigación canónica, Zanchetta renunció al obispado. Alegó problemas de salud. Pero nunca se alejó de la Iglesia. En diciembre del mismo año, fue nombrado como “asesor” dentro de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), una entidad que maneja unas 5 mil propiedades. Hasta 2021 su nombre figuraba en el organigrama de autoridades del Vaticano, pero este año lo eliminaron.
En enero de 2019, a partir de la denuncia por abuso que realizó un ex seminarista, la Santa Sede aclaró que “al momento del nombramiento de Zanchetta como asesor no se había presentado ninguna denuncia de abuso sexual” y que su renuncia a la Diócesis estaba “ligada a su dificultad para gestionar las relaciones con el clero y a las relaciones muy tensas con los sacerdotes de la diócesis”. “En el momento de su dimisión se le acusaba de autoritarismo, pero no de abuso sexual. El problema surgido entonces estaba relacionado con la incapacidad de gobernar el clero”, señalaron. Nada dijeron de la investigación canónica que se había iniciada en septiembre de 2015.
En el juicio, Díaz también contó que a veces la computadora del obispo emérito se ponía lenta y un día, al revisar el historial para borrarlo, pudo ver que “figuraban visitas a sitios pornográficos gays”.
Más testigos
Además de Díaz, en las primeras jornadas declararon más de veinte testigos. Entre ellos, un ex seminarista y chofer de Zanchetta que ingresó a la casa de formación en 2012 y permaneció hasta el 1º de noviembre de 2014. Dijo que el ex Obispo pedía que le hicieran masajes en el hombro.
“Se desprendía la camisa y si alguno se negaba les decía que se olviden que era el obispo”, contó. También reveló que los sábados se juntaban en la casa parroquial de la Iglesia de San Antonio, donde veían películas y tomaban bebidas alcohólicas como cerveza, champán y grapa.
Además, aportó que el religioso solía sorprender a los seminaristas con “abrazos desde atrás y besos en los cachetes”. “No era un comportamiento habitual en un obispo”, entendió.
Otro ex seminarista que declaró en el juicio aseguró que fue testigo de tratos diferenciales y aseveró que era habitual verlo al cura en ropa interior caminando entre los internos. “Los elegidos” gozaban de ciertos privilegios: recibían regalos, podían salir y hasta los dejaba tener novias. A su vez, recordó que el ex Obispo mantuvo con él una relación distante y que una vez le dijo ‘qué gordo que sos’. Lo mismo dijo otro testigo: “A los gorditos los mandaba a dormir temprano o a lavar los platos. Pero los chicos ‘bien plantados’ eran sus preferidos”.
De manera virtual, un ex pupilo contó que tuvo charlas con Zanchetta relacionadas a su sexualidad. En una de ellas, se interesó por “su eyaculación” y luego el imputado lo convenció para hacerse una circuncisión. “Después me hacía bromas o chistes por la crema que me debía poner”, recordó.
Tras los últimos testimonios (hoy declararon una psicóloga del Poder Judicial Orán, un administrativo del obispado, seis ex seminaristas, un colaborador y diácono de la diócesis y un seminarista), los jueces de la Sala II del Tribunal de Juicio anunciaron que el próximo jueves 3 de marzo se realizarán los alegatos de las partes.