Historia de vida
Estuvo preso en EEUU y se convirtió en el primer DT argentino en Bulgaria: quién es Gustavo Aragolaza
Gustavo Aragolaza tiene una vida de película. A sus 53 años sigue con la misma ilusión por el deporte que cuando comenzó en Germinal de Rawson
Gustavo Aragolaza tiene una vida de película. A sus 53 años sigue con la misma ilusión por el deporte que cuando comenzó en Germinal de Rawson
La vida de Gustavo Aragolaza es sencillamente impactante. Detrás de su carisma y resabios de acento italiano se esconde una historia que lo llevo a vivir en seis países, a saltar el muro entre México y Estados Unidos para apostar por una vida mejor. A pasar horas en el desierto hasta caer preso, y ser el primer entrenador argentino en Bulgaria, dónde los latinos no abundan, pero varios están ubicados en Stara Zagora jugando para el Beroe.
La carrera de Gustavo lo llevó por varios caminos, pero añora su tierra como el primer día que se marchó rumbo a Chile en busca de la oportunidad de seguir su carrera como arquero. En base a la pasión por el deporte guió su vida y siempre estuvo ligado, de una manera u otra.
Después de tener estabilidad en Italia, un lugar conocido y que lo marcó en su vida, le apareció la oportunidad de ponerse al frente del nuevo proyecto del Beroe y no lo dudó. “Fue tirarse a la pileta y ver qué pasa”, recuerda en diálogo con TN con una sonrisa, disfrutando a sus 53 años de seguir tomando riesgos, como esos que lo llevaron a cruzar una de las fronteras más custodiadas del mundo como es la de México y Estados Unidos.
Puede interesarte
Beroe, la pequeña Argentina en el centro de Bulgaria
Seis horas de diferencia son las que separan Buenos Aires de Stara Zagora, una ciudad en el centro de Bulgaria, a dos horas de la capital, Sofía, que hoy es el hogar del Beroe. Este equipo histórico del fútbol búlgaro le debe su nombre a la primera denominación de la ciudad, cuando los tracios la fundaron en el siglo IV a.C.
Esta ciudad hoy en día es la casa de más de una docena de latinoamericanos que persiguen su sueño y pasión por el fútbol, uno de ellos es Gustavo Aragolaza. Con la camiseta del Beroe y en pleno vestuario, prendió la cámara y empezó a contar junto a TN su historia de vida.
“Salió muy rápido todo. Yo estaba dirigiendo en el ascenso italiano, me llamó el presidente (Hernán Bañato) y me ofreció venir para acá. Me comentó el proyecto, me interesó y acá estamos en esta experiencia inédita un poco, por dónde estamos, geográficamente en el centro de Bulgaria. Tratando de adaptarnos, ya llevamos prácticamente tres meses y más que nada el idioma sigue siendo una barrera importante a pesar que en el equipo somos 13 o 14 sudamericanos”, afirmó. De esos jugadores, 11 son argentinos.
Pero el camino de ser entrenador no llegó de pronto para Gustavo. “Empecé tarde, en el 2018″, contó. Sin embargo, el camino es largo: “Fui entrenador de arqueros de Serie A y también de Primavera (Reserva en Italia). Cumplí todos los pasos previos para llegar a entrenador”.
Los inicios en la Patagonia argentina
“Yo soy de Rawson, Chubut”, dijo Gustavo mientras se le ilumina la cara. “Arranqué en Germinal de Rawson, hice todas las inferiores, llegué a Primera de joven a los 17. A los 19 me fui a Chile, estuve en Everton de Viña del Mar y después debuté en la Segunda División con Santiago Wanderers de Valparaíso. Jugué un año. Volví a Germinal en el 95, jugué tres años y de ahí fui a la CAI de Comodoro Rivadavia, donde era un hermoso proyecto que me marcó mucho en mi carrera”.
En la Comisión de Actividades Infantiles tuvo su primer contacto con el fútbol desde otro lado. “Trabajé en las inferiores con Mario Santana, con Sergio Romero, con Pitu Barrientos, Hugo Barrientos, una camada de jugadores impresionante que salieron de ahí. Me fui a Estados Unidos, jugué en Miami, después fui a España y después decidí volver a Estados Unidos a radicarme”.
De meterse ilegalmente a Estados Unidos a estar dos meses preso
A medida que la charla fluye, Gustavo demuestra que esos 53 años tienen muchas historias detrás. Si bien hoy en día su presente es positivo y tranquilo, hubo un momento que lo marcó a fuego: entró clandestinamente a Estados Unidos.
La idea de radicarse estaba, sin embargo, faltaba el detalle de los papeles. “Fue entrar clandestino por el desierto, estar preso dos meses porque después de cuatro años me arrestaron por esto y bueno”, soltó al pasar.
Profundizando en esta historia sorprendente e impactante, Gustavo recordó esos momentos donde se la jugó completamente. “En el 2005 decido pasar por Argentina y el 2006 quería irme a Estados Unidos. No tenía la VISA y le dije a mi primo, que vivía cerca de Washington, que estaba desesperado por ir para allá. Me consiguió los contactos, los famosos “coyotes”. Hice Patagonia, Buenos Aires, Distrito Federal y llegué hasta Nogales Sonora, que es el límite, donde está el muro. El 27 de marzo de 2006 a las 5 de la tarde salté el muro y entré a Estados Unidos. Estuve casi 12 horas en el desierto de noche, tratando de llegar a Tucson, Arizona. De ahí llegué a Miami después de una semana de dar vueltas. Enseguida empecé a buscar trabajo”.
Esta jugada arriesgada le salió muy bien y pudo entrar a trabajar como entrenador en una academia que estaba desarrollando el Cagliari de Italia. “La suerte hay que buscarla dicen, ¿no? Así digo siempre yo”, soltó mientras se reclina con una sonrisa. Y agregó: “Fue parte de mí experiencia de vida importante, que me marcó mucho, que hoy la transmito también al fútbol como una cosa linda. No es solo ganar o perder, yo digo se gana o se aprende. Trato de llevar mi experiencia de vida también que es importante para ellos”.
Gustavo Aragolaza es el primer entrenador argentino de la liga de Bulgaria
“Yo soy un entrenador que trato de estar cerca de ellos porque son chicos, aparte. Este es mi sexto país que vivo y bueno, tengo el desarraigo, a pesar que tengo 53 años, me duele como el primer día cuando me fui a Chile. Así que trato de estar cerca de ellos, de cómo van el día a día, cómo están. El día mi cumpleaños, fue el viernes pasado, los invité a comer a casa. Éramos 11 jugadores, los más grandes, los más representativos, estuvimos en casa. Fafi Celeste, que es uno de los más grandes, me decía que nunca había pasado un cumpleaños con un entrenador, pero bueno, yo soy atípico. Ellos saben también dónde están los límites y eso lo que me gusta porque yo los respeto, ellos me respetan. Tenemos un trabajamos fuerte, con muy buena intensidad y saben que en las dos horas que se entrenan se habla poco y se trabaja mucho. Es una señal que dimos al inicio y lo estamos llevando adelante”.