Excavaciones en la Casa del Brigadier: un viaje a las entrañas de la historia
Cerámica indígena, loza europea y fragmentos de objetos que permiten indagar en las costumbres de quienes habitaron la ciudad de Santa Fe en otros siglos se estudian y clasifican por estos días en el Museo Etnográfico y Colonial Juan de Garay. Pronto serán expuestos a la comunidad.
El equipo liderado por Gabriel Cocco realizó excavaciones durante unos dos meses en la Casa del Brigadier. Foto: Gentileza: Archivo del Museo Etnográfico y Colonial.
¿Qué información conservan el fragmento de un plato, un trozo de metal o la astilla de una vasija? ¿Qué cuenta de los hábitos de consumo el hueso de un ave hundido en un suelo inexplorado por décadas? ¿Qué dice de las costumbres de otra época una porción de cerámica? ¿Se puede saber cuándo y cómo llegó a un lugar el recipiente construido con ese material, y qué contuvo alguna vez?
El Museo Etnográfico y Colonial Juan de Garay alberga en el corazón de su edificio, que es el laboratorio, buena parte de las respuestas a estas y otras preguntas. Y lo hace a partir del conocimiento y la experiencia de quienes integran el equipo de especialistas en Arqueología y Museología, y de los propios objetos -reconstruidos o no-, cuidadosamente clasificados sobre estanterías y mesas. Cuando se ingresa allí, se piensa seriamente en caminar lento, casi arrastrando los pies, y con las manos entrelazadas en la espalda como para no tropezar ni romper nada, consciente de que en cada fragmento, en cada pieza rearmada, aunque todavía falte una parte para completar el complejo rompecabezas, hay meses de trabajo, años de estudio y siglos de historia.
Tanta cautela parece vana cuando se trata de las partes de un objeto roto. Y sin embargo…
Lo que cuentan los objetos
La Casa del Brigadier está ubicada en la esquina de General López y 9 de Julio de la capital provincial y, luego del derrumbe parcial ocurrido en enero de 2017, está en obras. El equipo que lidera Gabriel Cocco, licenciado en Antropología con orientación en Arqueología y jefe de Investigación y Gestión de colecciones del Museo, comenzó a excavar en ese edificio a mediados de año, y permaneció allí unos dos meses.
En realidad, Cocco fue convocado para evaluar algunas instalaciones -una cisterna, concretamente- y sugirió indagar en los cimientos del edificio, que integra la traza histórica de la ciudad y se encuentra muy cerca del Palacio de Justicia donde se hicieron investigaciones similares hace dos años.
Junto con Marina Benzi, Carolina Giobergia y Leticia Campagnolo, trabajó en dos habitaciones de la Casa del Brigadier y, una vez que concluya la obra de refacción, está previsto dejar expuesto parte del suelo excavado en una de ellas, y que algunos de los objetos hallados se muestren al público.
Mientras tanto, clasificados en recipientes y listos para pasar por nuevas evaluaciones se encuentran los fragmentos que allí se encontraron. “Estos son restos del siglo XVIII que forman parte de la historia de la vida cotidiana de Santa Fe, de la época entre los mercedarios y el inicio de la construcción de la casa del Brigadier, un período en que ese terreno estuvo abandonado y se usó como basurero. Las quejas de vecinos porque había mal olor están mencionadas en algunos documentos”, explica Cocco, junto a Campagnolo, museóloga.
La iglesia que pertenecía a la Orden de la Merced daba a calle Buenos Aires y el sector explorado por el equipo de arqueólogos daba a los fondos, “donde también vivían los africanos esclavizados y algunos indígenas. Probablemente habría algunas casas precarias, una huerta, y encima de todo eso se construyó la Casa del Brigadier. Así que es un solar interesante porque tiene mucha historia”, resume el experto.
Siglos en un solo lugar
La presunción de que habría material valioso quedó confirmada: “Excavamos, primero, en una habitación donde encontramos varias capas de basura. Era un lugar donde se arrojaban desperdicios, pero hallamos allí restos de loza inglesa y de cerámica indígena que es del mismo tipo que aparece en Santa Fe la Vieja y que hacían los guaraníes. El mismo material fue hallado en el edificio de Tribunales y permite observar la continuidad de las práctica alfareras, que convive con la cerámica importada”.
Hay un dato particularmente interesante que surge de la reseña de Cocco: “La historia de este solar abarca desde el traslado de Santa Fe, a fines del siglo XVII, y sigue a lo largo del siglo XVIII e inicio del XIX. En 1820 ya está construida la casa”. Eso explica que se hayan encontrado materiales representativos de las distintas épocas. Junto con todo eso, se hallaron huesos de fauna, principalmente de vacas y de pescados. “En ese tiempo era habitual que los residuos se arrojen en los patios de las casas”.
Eso fue en una de las habitaciones; en la otra encontraron esos materiales pero también vestigios de un muro de tapia anterior a la casa. Y un poco más abajo restos de materiales más antiguos todavía, como la mayólica que provenía de España y Portugal y que también está presente en Santa Fe la Vieja. Ese material fue reemplazado, luego, por loza inglesa. “Así que en el mismo lugar encontramos cómo va desapareciendo la mayólica y está cada vez más presente la loza inglesa, que es una vajilla similar a la que usamos ahora”, señalan.
En este caso, la excavación se hizo al lado de una pared de tapia donde se observan las marcas del encofrado y el apisonamiento de la tierra (típicos de esa forma de construcción). “Pero también notamos incrustaciones de vértebras de pescado, fragmentos de loza y cerámica indígena, de lo que se deduce que para la pared usaron esa misma tierra sin cernirla del todo”.
La ley
En 2003 se sancionó la ley nacional 25.743 de Protección del patrimonio arqueológico y palenteológico, a la que adhirió la Provincia de Santa Fe y tiene al Ministerio de Cultura como organismo de aplicación.
El objetivo es “la preservación, protección y tutela del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico como parte integrante del Patrimonio Cultural de la Nación y el aprovechamiento científico y cultural del mismo”.
La norma establece, además, que forman parte del Patrimonio Arqueológico las cosas muebles e inmuebles o vestigios de cualquier naturaleza que se encuentren en la superficie, subsuelo o sumergidos en aguas jurisdiccionales, que puedan proporcionar información sobre los grupos socioculturales que habitaron el país desde épocas precolombinas hasta épocas históricas recientes.
La ley define, por otra parte, que forman parte del Patrimonio Paleontológico los organismos o parte de organismos o indicios de la actividad vital de organismos que vivieron en el pasado geológico y toda concentración natural de fósiles en un cuerpo de roca o sedimentos expuestos en la superficie o situados en el subsuelo o bajo las aguas jurisdiccionales.
La vida en un fragmento
– ¿Qué “leen” ustedes en la más pequeña partícula que encuentran?
– Lo primero que hacemos es tratar de identificar qué tipo de material es y a qué pieza puede haber pertenecido. Por comparación y conocimientos sabemos que este tipo de cerámica (la que sostiene en la mano mientras hacemos esta nota) es indígena y es similar a la que fue hallada en Santa Fe la Vieja.
Estos materiales van a formar parte de la nueva exhibición del museo que reabrirá con una muestra sobre Santa Fe la Vieja y Santa Fe de la Vera Cruz, con materiales recogidos en las excavaciones de Tribunales y en la Casa del Brigadier. Luego, una vez concluida la obra de recuperación del edificio de General López y 9 de Julio, se van a exponer allí algunos de los elementos encontrados con una explicación de su origen. Entre ellos, vasijas indígenas, restos de metal y hasta las cuentas de un collar hechas con pequeños huesos.
– ¿En qué otra zona de la ciudad evalúan que puede haber elementos de valor arqueológico?
– En la ciudad hay muchos lugares valiosos. La idea es hacer un inventario de sitios que tienen un potencial arqueológico y que esa información se tenga en cuenta en las obras públicas y privadas para hacer una recuperación previa de esos materiales. Y que el trabajo en la Casa del Brigadier sirva como ejemplo de lo que hay que hacer.
Mientras tanto, a los restos hay que estudiarlos y analizarlos; hay mucho que se puede hacer.
– ¿Qué se puede hacer?
– De las cerámicas establecemos la procedencia, las rutas comerciales que siguieron, a qué artefactos pertenecieron y para qué servían en la vida cotidiana. De la fauna, se puede analizar la dieta de las personas que la consumían, qué tipo de comidas se hacían, qué parte de los animales se aprovechaban, cómo se cocinaban. Es decir, todo lo que no aparece en la documentación. La fauna junto con la cerámica te dan las pautas de las prácticas de consumo y cómo éstas fueron cambiando a lo largo del tiempo.
– ¿Qué encontrarán quienes vengan a excavar dentro de 200 años?
– (Risas) Mucho plástico.