Facundo Moyano renunció a su banca de diputado nacional
Deja el Congreso por diferencias con el kirchnerismo y abre un interrogante sobre el vínculo de su padre con el Gobierno
Después de casi diez años como diputado nacional, Facundo Moyano dejará a partir de hoy su banca en el Congreso por el Frente de Todos. Consensuó su salida con Hugo Moyano, su padre y referente sindical, y con Sergio Massa, una suerte de padrino político. Pasó hoy por la Casa Rosada y tuvo un cara a cara con Santiago Cafiero para argumentar su decisión. Su renuncia abre un interrogante en el vínculo entre el Gobierno y el jefe de los camioneros, quien ya manifestó entre sus allegados cierto malestar con el kirchnerismo por cómo se resolvió el reparto de las candidaturas.
Facundo Moyano no encuentra ya en el Congreso un sitio de influencia y construcción de poder. Es escaso su diálogo con Máximo Kirchner, el jefe del bloque del oficialismo, y no comulga con la presidenta de la comisión de Legislación del Trabajo, la camporista Vanesa Siley. Esa mezcla de desgano y desazón, se refleja en el mensaje que divulgó en redes sociales para anunciar su renuncia a la Cámara de Diputados, adonde llegó en diciembre de 2011 de la mano del kirchnerismo.
Moyano era uno de los 12 legisladores de extracción sindical. Su banca sería ahora ocupada por Lucio Yapor, un militante de La Cámpora de Chivilcoy. Entre sus últimos proyectos presentados se encuentra el de la estatización de dos autopistas importantes e incorporar a su gremio en la participación accionaria. Lo empujó sin el acuerdo político de su bloque, como lo hizo tantas veces con otras iniciativas que no prosperaron, como medidas vinculadas a la informalidad laboral, al impuesto al salario o algo más de nicho como la democratización interna de los gremios.
Las diferencias de Facundo con el kirchnerismo no son nuevas y estuvieron siempre atadas a la tensión que guía desde hace años la relación entre su padre y Cristina Kirchner. A los diez días de haber asumido su banca por el Frente para la Victoria, en diciembre de 2011, Moyano padre rompió su alianza con el Gobierno con el argumento de que el PJ era “una cáscara vacía”. El impuesto a las ganancias había sido otro de los fusibles.
Dos años después, el Moyano diputado se enroló en el Frente Renovador. Si bien no pertenece a ese espacio, orbita entre los dirigentes que tienen a Massa como faro de referencia. Sucede algo similar con otros sindicalistas que encontraron cobijo en el tigrense tras chocar desencantados con el silencio de un sector del oficialismo. El teléfono del presidente de la Cámara de Diputados sonó más de lo habitual tras el cierre de listas: tanto Moyano, como los caciques de la CGT, se vieron relegados de las candidaturas del Frente de Todos y advirtieron que no asumirán un rol activo en la campaña electoral.
Hugo Moyano había hecho gestiones para que su hijo Huguito fuera considerado como candidato a legislador provincial en Buenos Aires. También pidió por Damián Comas, un dirigente camionero del partido de La Costa. Ambos habrían sido vetados desde el Instituto Patria, barruntan en el moyanismo. El jefe camionero evalúa por estas horas hacer público su malestar. La falta de diálogo con el poder fue el principio del quiebre con Cristina, hace diez años. Hoy encuentra similitudes con aquellos tiempos de tensión a pesar de haber sido endulzado por Alberto Fernández como “un dirigente ejemplar”.
El mismo ninguneo que percibe Moyano lo sienten en la CGT. La inclusión del bancario Sergio Palazzo como candidato a diputado nacional no fue considerada como un guiño al sindicalismo cegetista. Menos todavía las postulaciones de Siley y Hugo Yasky, que irán por la renovación de sus bancas.
Diferencias en la comisión laboral
Facundo Moyano chocó en varias oportunidades con Yasky y su permanencia en el bloque hubiera traído también cortocircuitos con Palazzo, el interlocutor sindical favorito de Cristina y Máximo. El hijo del camionero no apoyó el año pasado la iniciativa del jefe de la CTA para disminuir la jornada laboral legal de 48 a 40 horas como un atajo para formalizar miles de empleos. Palazzo se subió ahora ese proyecto a través de la diputada Claudia Ormaechea, de su gremio. Moyano duda que esa medida tengo un efecto revitalizador en la economía. Su voz no tuvo eco en la comisión, tampoco cuando empujó el debate interno para revisar la legislación laboral. “Hay un 50 por ciento de los trabajadores que no están contemplados por esa ley. Algo hay que hacer”, dijo en marzo en una entrevista con LA NACION. Fue la primera vez que un Moyano le abrió las puertas a una eventual reforma laboral.
A los 36 años, el hijo del jefe camionero regresará en octubre al Sindicato Único de Trabajadores de Peajes (Sutpa), pero no será número uno, como lo fue entre 2009 y 2017. La secretaría general recaería en María Florencia Cañabate, una delegada en la Autopista del Oeste, una de las que sugirió estatizar. Otra vez con cargo en el Sutpa, Moyano intentará volver a la CGT. Cerró filas con sus hermanos para trabajar juntos y forzar un recambio en la central obrera para asaltar el poder. Mientras que Pablo construye alianzas con gremios que no comulgan con el liderazgo de Héctor Daer y Carlos Acuña, Facundo se entusiasma con fogonear listas opositoras en sindicatos poderosos cuyas conducciones están cuestionadas. Lo ensayó en Comercio, Utedyc, la UTA y los marítimos del SOMU. La primera gran prueba será ubicar el 7 de octubre en la estratégica Confederación de Trabajadores del Transporte al ferroviario Sergio Sasia o al aeronáutico Juan Pablo Brey.
Dispuesto a volver a la arena gremial, Facundo Moyano no abandonará un nicho de poder que le delegó Massa. Conservará bajo su órbita un organismo del Ministerio de Transporte a cargo de la seguridad vial, aérea, ferroviaria y naval. Se trata de una caja no muy cuantiosa, pero que sirve para tener un pie puesto en el ministerio que su padre siempre imaginó como propio.