Falleció Mauro Viale
El periodista tenía 73 años. Falleció esta noche tras sufrir un paro cardíaco en el Sanatorio Los Arcos, donde se encontraba internado desde el sábado por un cuadro severo de coronavirus
El periodista Mauro Viale murió este domingo a los 73 años tras sufrir un paro cardíaco en el Sanatorio de Los Arcos, donde se encontraba internado desde el sábado por un cuadro severo de coronavirus. El conductor de A24 y América había recibido la primera dosis de la vacuna contra el COVID-19 el jueves pasado. Dos días después, en la mañana del sábado, se conoció la noticia de que después de haber experimentado algunos síntomas compatibles con el virus se hizo un hisopado, que dio positivo. Y había sido internado en terapia intensiva por un cuadro de neumonía bilateral, aunque sus allegados informaron que el domingo ya se encontraba en una sala común.
La noticia de su fallecimiento fue confirmada por Rolando Graña durante la edición de GPS. “Lamentablemente me toca dar la peor de las noticias que tuve que dar hoy y es que ha muerto Mauro Viale. Nuestro amigo, colega. Muchos años de trabajar con él. A veces, para nosotros dar una noticia no es solamente dar una noticia. Hoy estuve hablando con Jonatan (Viale, su hijo) temprano y me dijo que había mejorado, que estaba saturando mejor. Sin embargo, en las últimas horas se ve que algo pasó. Y Mauro, nuestro querido Mauro, con quien hemos compartidos tantos programas, tantas horas, tantas coberturas, tantos móviles, tantas discusiones en cámara y fuera de cámara, se nos fue”, dijo el periodista antes de pedirle disculpas al público y pedir una pausa.
Viale se había mostrado feliz de haber sido inoculado contra el COVID-19 y lo había hecho saber en el canal de noticias que lo tenía contratado como una de sus principales figuras. “Hoy fui a vacunarme y lo primero que hicieron fue tomarme la temperatura. A mí me avisaron que podía llegar a darme fiebre. Están meta llamarme para preguntarme si tuve fiebre porque es muy peligroso que la vacuna actúe con ese efecto secundario. No tengo fiebre”, había dicho.
Lo cierto es que, al confirmarse la noticia de que había contraído la enfermedad, el infectólogo Javier Farina explicó cómo era la situación de los vacunados. “En realidad, si (Viale) empezó con síntomas hoy y se vacunó hace 48 horas, lo más probable es que el contagio haya sido antes de la vacuna, porque el período de incubación rara vez es menor a los dos días. Pero agrego: desde que uno se vacuna hasta que la inmunidad empiece a responder, no pasan menos de 14 días. Y hay que recordar que, igualmente, a pesar de estar vacunado con una o dos dosis y esperar ese tiempo, ninguna vacuna es cien por ciento eficaz para prevenir infecciones”, había explicado el médico.
La mayoría asocia a Mauro Viale con el periodista de actualidad que a veces jugaba al límite entre polémica y morbo, entre frontal y agresivo. Pero mucho antes de meterse en el periodismo de actualidad, Viale fue uno de los mejores relatores de la Argentina. Debutó en el periodismo deportivo en el año 1967, por Rivadavia y nada más ni menos que en el equipo de José María Muñoz. En los 80 hizo una dupla imbatible con Enrique Macaya Márquez. Su voz está en la memoria de todos los futboleros de fines del siglo XX. Con un estilo propio, con información y una amplia cultura no se limitaba al típico relato del partido.
En sus comienzos en Rivadavia fue reportero, pero poco a poco se hizo notar y le empezaron a dar espacio como comentarista de diversos partidos de Primera División. Como relata el sitio tribunero. com en los años 70 comenzó su carrera como reportero y ocasional comentarista de los encuentros de la Primera División. En 1974 fue uno de los enviados especiales al Mundial de Alemania por el viejo Canal 11, hoy Telefé. Fue en mayo de 1977 cuando empezó su tarea más recordada en el deporte rey, al relatar para Canal 7, que con la proximidad de la Copa del Mundo de Argentina se convirtió en Argentina Televisora Color (ATC). Así impuso su jerarquía a la narración, nombrando sólo al protagonista, sin descripciones inútiles ni la alienación que envuelve a varios de la actualidad. De esa forma y con Macaya Márquez, otra potencia periodística a su lado, hizo el deleite de todos no sólo con el campeonato doméstico sino con la Selección, a la que acompañó para los Mundiales de 1978, 1982 y 1986, éste donde tuvo el privilegio de contar al país las hazañas de Diego Maradona y el título en México. Comenzaba cada transmisión con un latiguillo: ‘Quién mueve’.
En 1985, en los albores de Fútbol de Primera ya era figura principal. Era el relator del partido más importante de la fecha. Mauro trabajó con los títulos de River de Veira, Central y Newell’s, el Independiente de Bochini, las caóticas Liguillas Prelibertadores y más. Hasta que en el invierno de 1989, Fútbol de Primera fue traspasado de ATC a Canal 9, que contaba con otro ícono, Marcelo Araujo, como voz destacada. Entre el cambio y su fidelidad a la emisora de su vida. Hasta que un día y decidió dejar el relato. Se habló de internas pero él aclaró que simplemente fue a hablar con Carlos Ávila, y le dijo: “Negro, no quiero relatar más, me aburrí”.
Su último encuentro fue el 27 de julio de 1989. “El primer domingo que me quedé en casa sin trabajar, después de diez años y vi cómo ocupaba mi lugar Marcelo Araujo, me sentí raro. El segundo día ya ni me acordaba del fútbol”. Su corte fue tan fuerte que no volvió a una cancha, salvo una vez que llevó a su hijo Jonatan a ver a River.
Después de dejar el fútbol se metió con todo en el periodismo de actualidad. Condujo “La mañana” y “La tarde” por ATC. Tuvo peleas con Víctor Hugo Morales, Guerrero Marthineitz… Sin dudas, la más famosa es cuando se agarró a trompadas con el empresario Alberto Samid por América Tv. El bochorno fue tal que el empresario de la carne tuvo que pedir disculpas a la comunidad judía y Viale aseguró que le prometió a sus hijos que no volvería a dar otro espectáculo igual.
Es cierto, no volvió a pelear cuerpo a cuerpo pero no dejó de protagonizar polémicas. Siempre mantuvo su estilo llano y frontal, del que llama las cosas por su nombre lo que le valió amigos y enemigos, admiradores y detractores. A él jamás le importaron las críticas. Su eslogan era “Digan de mi lo que quieran y yo le digo a cualquiera lo que se me canta”.