Favorecidos por el dólar en la Argentina, miles de uruguayos arrasaron con los comercios de Gualeguaychú
Ya no sólo cruzan el Río Uruguay los fines de semana para abastecerse de productos domésticos y combustible sino que también crece la demanda para instalarse de este lado de la frontera favorecidos por la brecha con el cambio del dólar.
No sólo los chilenos se sienten seducidos por las ventajas cambiarias que favorecen las compras y las visitas a Mendoza. En Entre Ríos, el fenómeno de los uruguayos que llegan a través de los pasos terrestres de Concordia, Colón y Gualeguaychú dejó de ser una postal excepcional para convertirse en un movimiento cotidiano que se potencia los fines de semana.
La ecuación es simple: la diferencia a favor de los uruguayos en cuanto a la capacidad de compra es de 4 a 1, una brecha que se amplifica mucho más teniendo en cuenta la corrida cambiaria del dólar de los últimos días.
Pero la extraordinaria presencia de orientales en territorio argentino no sólo se explica en valor diferencial del tipo de cambio entre el peso argentino y el peso uruguayo. Sucede que si bien Uruguay tiene una inflación estable, los sueldos son bajos en comparación a los precios de productos de uso cotidiano en ese país. Incluso pese a que en términos nominales el salario básico de ese país supere en dólares al argentino, ya que mientras aquí se ubica en torno a los 377 dólares, del otro lado de la orilla alcanza los 545 dólares.
Fenómeno inmobiliario
La conveniencia en cuanto al costo de vida de este lado del Río Uruguay comienza a materializarse en un éxodo de uruguayos hacia ciudades argentinas. Atraídos además por los valores de los alquileres, decenas de familias uruguayas comienzan a ver como una buena opción radicarse en nuestro país y cruzar el charco a diario para seguir trabajando en Uruguay. Las distancias son relativamente cortas y no lleva más de 45 minutos moverse de una orilla a la otra.
“Nos instalamos en Colón porque el sueldo nos rinde mucho más, aún pagando alquiler. Mi marido y yo trabajamos en Paysandú pero incluso con el costo del viaje incluido nos conviene más vivir por el momento en la Argentina”, explica a MDZ Clara Otamendi, una uruguaya que desde enero optó por pagar un alquiler mensual de 150 dólares en la ciudad de Colón antes que seguir pagando los casi 300 que pagaba en Paysandú.
Días atrás, durante la Semana Santa, tal como contó MDZ, las provincias de Mendoza, Santa Cruz y Río Negro se vieron invadidas por tours de compras de chilenos que, aprovechando las ventajas del cambio de la divisa, atravesaron la Cordillera para abastecerse de todo tipo de productos, desde alimentos y víveres, hasta algunos electrodomésticos.
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La postal se repitió este fin de semana. La Dirección Nacional de Migraciones de la República Oriental del Uruguay reportó que, desde el viernes 28 y hasta la noche de este domingo 68.993 personas salieron del país rumbo a la Argentina.
En el caso de Entre Ríos, la novedad genera un doble impacto: por un lado, los comerciantes entrerrianos festejan el aluvión de compras mientras que los comercios uruguayos agonizan por la abrupta caída de las ventas.
El ahorro incluye, además, una buena diferencia a favor de quienes aprovechan el cruce para cargar el tanque de nafta, donde también es marcada la ganancia. Por caso, mientras que en Uruguay el litro de nafta se paga 71,89 (1,81 dólares), en Argentina el litro se consigue a 176, 10 (0,81 dólar oficial por litro y 0,40 al blue), casi un 75% menos.
Jaime y Lorena son empleados municipales en Salto Uruguay y dicen a MDZ que prefieren hacer hasta dos horas de fila para cruzar hacia la Argentina los fines de semana para abastecerse en los hipermercados y supermercados de la ciudad de Concordia, donde consiguen un buen surtido a valores que, según comentan, les permiten hacer rendir mucho mejor el sueldo.
La diferencia de precios en algunos productos es delirante. Por ejemplo, en Uruguay una docena de huevos cuesta 131 pesos uruguayos (3,41 dólares), y en la Argentina 981 pesos (unos 2,2 dólares); y un kilo de carne 430 pesos uruguayos (11,18 dólares) contra 1700 pesos argentinos (3,80 dólares).
Washington y su esposa viajan a Concordia todos los fines de semana -y a veces alguna vez en medio de la semana-, para comprar en los comercios argentinos la comida, artículos de perfumería y, menos a menudo, algunas prendas de vestir. “Tenemos tres chicos en edad escolar y aunque los dos trabajamos no nos alcanza, porque en Uruguay todo está muy caro”, se quejan.
Pero el beneficio no es sólo para los uruguayos. Tal como sucedió el año pasado en la zona de la frontera con Brasil y Paraguay, decenas de remises y autos particulares con patente argentina cruzan a diario el río Uruguay con el tanque lleno de combustible para facilitar el “delivery” de naftas en las ciudades orientales vecinas. Una modalidad que también se da a la inversa y que crece pese a los controles fronterizos.
Desabastecimiento local
El aluvión de compras de uruguayos genera, a su vez, una compleja situación para los habitantes de Concordia, quienes debieron adaptar la logística de compras cotidiana a los tiempos de llegada de la marabunta oriental. Y, lo que hasta hace un tiempo solo se veía en el hipermercado de la cadena francesa que está más cerca de la frontera, ahora se trasladó hacia todos los supermercados de la ciudad argentina que, paradójicamente, sigue ostentando el penoso récord de ser la más pobre del país.
Paula Mikuc, por caso, vive en Concordia hace más de 20 años y cuenta que si bien no es la primera vez que se registra esta situación, nunca vio escenas tan extremas -lindantes con el saqueo- como las que se repiten hace varios meses.
“A veces los repositores no llegan a abrir las cajas para reponer en las góndolas que llega un grupo de uruguayos y les arrebata el pack completo, dejándonos a los locales sin la posibilidad de acceder a productos básicos como pueden ser fideos, harinas o hasta shampoo”, se quejó.
Esa misma escena se hace visible en otros grandes comercios, donde el desorden, las cajas de cartón vacías por el piso y las góndolas desiertas completan un panorama desalentador que, lejos de convertirse en un alivio para los alicaídos bolsillos del comercio entrerriano, termina favoreciendo en mayor nivel a las cadenas de supermercados, que son empresas de capitales extranjeros.