Francia liberará restricciones con un ojo puesto en las presidenciales de 2022
Con el avance de la vacunación y el éxito de las medidas de confinamiento, el país se apresta a disminuir las restricciones, lo que dará al presidente Emmanuel Macron un poco de aire y le quitará la bandera de “falta de libertad” que proclama la ultraderecha.
El presidente Alberto Fernández está en Francia, el país que desde la revolución de 1789 se arroga la condición de cuna de la democracia moderna pero que en la actualidad sufre como todos la pandemia de coronavirus, y que mostró que una importante cantidad de ciudadanos y ciudadanas prefieren defender su “libertad” frente a las políticas de restricciones aun cuando “lleven agua para el molino” de la ultraderecha.
El presidente Emmanuel Macron ha abandonado en los últimos tiempos el espacio de centro que lo llevó al gobierno en 2017 y ha dado un giro a la derecha para enfrentar la campaña presidencial de 2022, en la que aspira a la reelección.
Por ahora, todos los sondeos pronostican que Macron pasaría a la segunda vuelta, donde se enfrentaría a la líder de la ultraderecha Marine le Pen, como sucedió en 2017, consignó la agencia de noticias AFP.
En principio, y gracias al avance de la vacunación contra el coronavirus (al menos 18 millones de franceses recibieron al menos una dosis) y del éxito de las medidas de confinamiento de estos últimos meses, el país se apresta a disminuir las restricciones mediante la reapertura de cafés, bares y restaurantes desde el 19 de este mes, con limitación de seis comensales por mesa.
El levantamiento de restricciones le dará al presidente un poco de aire y le quitará la bandera de “falta de libertad” que proclama la ultraderecha
Todos los negocios, incluidos los centros comerciales y los llamados “no esenciales”, podrán reabrir ese día con una capacidad máxima de un cliente por 8 metros cuadrados.
A partir del 9 de junio aceptarán el doble de clientes, es decir, uno por cada 4 metros cuadrados, limitación que debe desaparecer el 30 de junio, de acuerdo con anuncios que el propio Macron hizo el 29 de abril.
Mientras tanto, Francia se ha consolidado como el tercer país de Europa en cantidad de muertes por Covid-19 (casi 107.000) detrás de Reino Unido e Italia.
En todo caso, el levantamiento de restricciones le dará al presidente un poco de aire y le quitará la bandera de “falta de libertad” que proclama la ultraderecha, aunque por otro lado la lenta vuelta a la normalidad probablemente dé lugar a las históricas protestas del movimiento de los “chalecos amarillos”, un conglomerado no alineado con partidos políticos sino originado en las redes sociales que a partir de octubre de 2018 salió a rechazar el alza en el precio de los combustibles y luego amplió el pliego de sus reclamos.
El 1 de mayo pasado –una fecha sagrada para los sindicatos franceses- presentó una muestra de lo que podría venir para etapa preelectoral, con al menos 34 personas detenidas durante las protestas celebradas en París, a la que se sumaron los principales sindicatos y los chalecos amarillos, entre otros colectivos.
La policía reprimió con gases lacrimógenos y camiones hidrantes la manifestación en la capital francesa, así como algunas de las marchas convocadas en otras 300 ciudades del país “por el empleo, los salarios, los servicios públicos, la protección social y las libertades”.
“El año pasado hubo frustración por no poder marchar. Estamos retomando nuestros buenos hábitos”, expresó el secretario general de la CGT, Philippe Martinez, durante la protesta en París, en un mensaje directo a los oídos presidenciales.
Los manifestantes, la mayoría con tapabocas, llevaban pancartas que decían: “Queremos vivir, no sobrevivir”.
En este panorama, Macron deberá estudiar cada movimiento en el ajedrez que está dispuesto a jugar para darle jaque mate a la ultraderecha.
Por empezar, con la decisión de apoyar a los candidatos conservadores de Los Republicanos en las elecciones regionales en el sureste de Francia demostró su disposición a abandonar su postura centrista para presentarse como un candidato confiable para el elector de derecha.
Frente a una izquierda dividida e históricamente baja en las encuestas, Macron “sabe que el peligro viene de la derecha y hace todo lo posible para intentar dividirla”, explicó a AFP Gael Sliman, presidente de la encuestadora Odoxa.
Su primer ministro, Jean Castex, pertenece a las filas de la derecha, al igual que varios ministros en puestos clave, como el de Interior o el de Economía.
La maniobra parece dar sus frutos: Christian Estrosi y Hubert Falco, alcaldes de derecha de Niza y Toulon (sureste), anunciaron en los últimos días que dejan Los Republicanos para unirse al partido En Marcha, fundado por el presidente.
¿Es Francia -que sólo ha tenido dos presidentes de izquierda desde 1945 – un país de derecha? Una encuesta del think tank Fondapol tiende a acreditar esta tesis, ya que el 38% de los votantes se sitúa en la derecha del espectro político (frente a 33% en 2017), y solo el 24% en la izquierda (frente a 25% en 2017).
Si Macron fue elegido en 2017 con una buena proporción de votantes de izquierda, esta vez podrá contar con una reserva de votos de la derecha.
Una encuesta del think tank Fondapol sostiene que el 38% de los votantes se sitúa en la derecha del espectro político y el 24% en la izquierda
En los últimos años ha adoptado una línea más dura en materia de seguridad, uno de los temas que más genera preocupación entre los votantes y que será por tanto clave en los comicios.
Francia se ha visto especialmente sacudida por una serie de atentados integristas en los últimos años, incluyendo el año pasado el asesinato de un profesor que murió decapitado en plena luz del día por haber mostrado a sus alumnos caricaturas del profeta Mahoma.
La gestión de la pandemia de Covid-19, considerada a veces errática, también añade un poco de incertidumbre a estas elecciones.
En los últimos seis meses, casi dos de cada tres franceses han juzgado duramente su política sanitaria, pero aprueban mayoritariamente su política de apoyo a las empresas y a los trabajadores afectados por la crisis, con grandes cantidades de dinero público