Harlem Festival vibró en su segundo día y tuvo su gran cierre con Emilia Mernes y Chano Charpentier
La jornada de cierre de la cuarta edición del encuentro concluyó con los shows de Ca7triel y Paco Amoroso, Emilia y Chano. J y Lisandro Skar, representaron a Santa Fe, y los fans desafiaron la refrescada con la música de Seven Kayne, Taichu y Él Mató a un Policía Motorizado.
Ignacio Andrés Amarillo
La jornada del domingo de este cuarto Harlem Festival arrancó muy distinta a la anterior, nublada y fresca, con rastros de la lluvia que obligaron a “tunear” la parte exterior del predio. Los primeros en decir presentes fueron los santafesinos de J, proyecto con preeminencia de lo instrumental con elementos de funk y jazz, pero también con aportes de la música urbana; está integrado por Luciano Stizzoli en teclados y voz, Solano Quaglia en batería, Oscar Castellano en guitarra y Franco Ruiz en bajo y voz. Se sumó como invitada Melisa Candioti.
El escenario Outdoor despertó de la mano de Lisandro Skar, santafesino que saltó directamente a Buenos Aires y está presentando ahora “Licha Lover”, su primer disco (Risko, su productor, vino como tecladista de la banda). En temas como “Only Fans”, “Llorar y reír”, Hicimos cualquiera, Lisandro Oscar Barufatto combina el AutoTune del trap con un estilo cancionero.
Juan Julián, que vino como bajista, interpretó Berlín, una propia. Lisandro cantó Espaguetis (que hizo con Natalie Pérez) junto a la guitarrista Sofía Ferrari (aka Kiefa), y luego “Yen 3”, la rockera “Palta limón” y la disco-funk “Química”, que terminó antes por problemas técnicos. Cerró el set con “Blablablablabla” y (“¿Me cantan ‘una más y no jodemos más’?”, pidió) “Bossita”.
Fue entonces el turno de Silvestre y La Naranja, el proyecto encabezado por Justo Fernández Madero en formación ampliada, con vientos y percusión; que se luce en canciones como la balada funk “Supersticiones”, que le da nombre al último álbum, o el reggae pop de “Loca intuición”. También transitaron la hitera “Fiebre atemporal” o la romántica “Amores callejeros”.
Todos los secretos
Afuera ya estaba desafiando la fresca Joaquín Cordovero, mejor conocido como Seven Kayne, al frente de una formación de batería bajo y secuencia, en canciones como “Tres rosas”. Dedicó un tramo “Para los que conocen mi álbum ‘Siete secretos’”: agarró la guitarra en “Hablamos poco, hacemos mucho” (originalmente un feat con Duki y Marlku), pasó por “No quiero más” (creado con Luck Ra), en ambos casos con los compañeros sonando desde pistas grabadas.
Viajó al pasado con “Lento”, sobre la distorsión de la guitarra, pasando a la acústica para “Sé que no”, y su canción más reciente, “Ordené mi cuarto”. Invitó a sacarse el frío con “Fortuna y fama”, con un segmento de percusión tribal entre los tres. Revisitó “Bésame”, creada junto a Bhavi, y su despedida fue con “Si te lastimé”.
Picante como Tyson
Tais López Miranda, Taichu para el mundo, salió al combate con canciones intensas como “Tic tac”, apoyada en batería y secuencias; su figura pequeñita apareció enfundada en top, minishort y borcegos; su voz aniñada brotó entre rabiosa y sugerente. Así instó a perrear con “Suéltate”, gestada junto a El Osito Wito. Sumó guitarra eléctrica para mostrar su lado más pop en “I kissed a girl” de Katy Perry, demostrando que sabe cantar. Explotó con “Water” (colaboración con Saramalacara que esta hizo un día antes), entre movimientos sugerentes, moviendo sus largas trenzas y sus uñas imposibles. Subió la intensidad en el final con “Tolkin Yit” y su twerking (mostrando calculadamente el inicio de la tanga), y “Gabbana”.
Melancolía bailable
Llegó el turno en la fresca tarde para Él Mató a un Policía Motorizado, peculiar banda de culto de la escena nacional; encabezada por un antifrontman como Santiago Motorizado (Barrionuevo) y su voz que planea relajadamente sobre su bajo zumbón y arpegios de guitarras afiladas, entre midtempos al borde del estallido y el indie postpunk acelerado.
Así pasaron “El magnetismo”, “La noche eterna”, “El perro”, “Las luces”, la mántrica “Nuevos discos” y esa declaración de principios que es “Más o menos bien” (un hit en toda la regla), apoyada en las sinuosas guitarras de Niño Elefante (Gustavo Monsalvo). “Destrucción” siguió en esa melancolía bailable de guitarras slide. Después de “Yoni B”, le dedicaron a un espectador “El tesoro” (otra creación radiable).
Redondearon el concierto con “Amigo piedra”, “Excálibur” (otro mantra melancólico), “El mundo extraño” (y sus sintes entradores), “Ahora imagino cosas” (épica guitarrística), “Chica de oro” y el adiós con “Mi próximo movimiento”.
Fin de ciclo
Una sirena convocó al show de Acru (Agustín Cruz), que salió con “Estuve ahí”, entre scratches en la bandeja, guitarras noventosas y clima gangsta: Una reflexión sobre el éxito que le llegó, algo que siguió en “D1sparo”. Su flow se convirtió en una ametralladora en la “Throw Up Session Vol. 2”.
Dedicó el show “Para gente que comparte nuestro código, para gente nueva”. Destacó que es una despedida de esta música “para darle lugar al artista en lugar del MC”, dijo el ex freestyler, de remera negra y camisa y bermudas camufladas.
Relajó el ambiente con “Hattori Hanzo” (una referencia a “Kill Bill”), y recordó sus inicios en “Dharma”. Con la “Throw Up Session Vol. 1” demostró que es de los mejores en cuanto a la técnica, y un creativo de las rimas y las referencias, y en “Glocks” mostró una estructura más cancionera, dejando a la banda que muestre su potencial. En otra alocución, pidió apoyo para artistas locales independientes de la cultura hip hop.
La “Throw Up Session Vol. 3” mostró colores R&B; tras el “Olé, olé” de la audiencia, volvió a disparar rimas en “Represena” y “Kien?”. Mostró que quedan cuentas pendientes en “Sin rencor”, y realizó un segmento de freestyle para mostrar de donde viene, improvisando con cosas del recinto (un skate, un colectivo) hasta llevarlo a cosas más existenciales Unos arpegios acompañaron “Monoblock”, otra historia de hambre y redención por el arte. Hubo un speech final sobre el mensaje y el espíritu en la música, y se despidió con “Román”, otro capítulo de su autobiografía en rimas”
El renacido
Chano Moreno Charpentier salió al frente de una banda numerosa (Renzo Luca en guitarra, Carolina Conzonno en trompeta, saxo, cello y charango; Agustín Bragoni en guitarra, La Duke en teclado y keytar, Gero Peguino en batería, y Milán en bajo) a repasar éxitos de Tan Biónica como “Tus horas mágicas” y “Beautiful”. De campera colorida, remera con piolas y pantalones plateados, recibió también su “Olé, olé”. “Es hermoso estar acá”, respondió, antes de “Sonatina en Si Sostenido”, de su cosecha solista (que tenía que continuar la etapa anterior, “pero pasaron cosas”). En esa letra señala: “Solo y moribundo, /así quede en el fondo de lo profundo / sintiendo que es la fecha del fin del mundo / mientras te extraño tanto me hundo”.
Retomó el pasado con “Loca”, mechado con “Amor y Roma” para retornar a “Mis noches de enero”. Solo con la guitarra acústica abordó “Claramente”, que dedicó a una espectadora que le escribió “Me llamo Clara”. El segmento siguió con “Dominguicidio”, uno de esos temas anticipatorios de Tan Biónica (atrás del compositor hitero estaba el que sufría). Amagó con irse para generar el “operativo clamor”; invitó al tecladista para “Las cosas que pasan”, pero demoró en empezar a sonar el piano vertical emplazado en el escenario. La multiinstrumentista entró para una triste versión de “Obsesionario en La mayor”, frente a un mar de celulares prendidos, terminando a banda completa.
El set amagó cerrar con “Mecha”, con estrofa cumbiera y estribillos reggaetoneros. “Voy a hacer la canción más sensible que compuse, habla de algo re profundo”, soltó el cantante, antes de “Ella”, que fue coreada y saltada. “Hola mi vida” terminó entre llamaradas, y pintaba para apoteosis con “Ciudad mágica”, interrumpida por una persona desvanecida entre el público. Pero recuperó el clima con “La melodía de Dios” con Conzonno en saxo. El cierre fue con “Naistumichiu”, en tiempo de carnavalito y entre papelitos al viento.
Chica latina
Antes de la salida de Emilia Mernes le cantaron el “Feliz cumpleaños”, aunque en rigor de verdad fue un día antes, el sábado. La banda salió entre animaciones y columnas de humo, para darle entrada a la ex Rombai (con look de colegiala guarra: borcegos, mini tableada, corbata, remera de red y colitas en el pelo) al frente de los bailarines (con los huesos dibujados en la parte de atrás de la ropa.
Salió a conquistar el escenario con “Recalienta” y “Perreíto salvaje”, entre miradas pícaros. “¿Están ready pa’ pasarla bien?”, preguntó, antes de plasmar “Cielo en la mente” con coreografía de sillas y un remate en plan punk californiano. En todo momento mostró un avezado dominio del escenario, del gesto mínimo a la parada, como en “La chain”. Danzó en una transición hot con una dupla mixta de baile sobre solo de guitarra, y “Esto recién empieza metió dembow, con Duki sonando grabado.
Hizo cantar “BB”, la canción que hizo con el dúo MYA (pisteados como todos los feats, al menos en las giras de los artistas). Sentada en un banquito bajó unos cambios con “Mi otra mitad”, y presentó la acústica “La balada”. Retomó el ritmo y el baile con “Latin Girl”. Enganchó un interludio de baile para lucimiento del staff, sobre “Boomshakalaka” (una colaboración que hizo con Dimitri Vegas, Sebastián Yatra y Camilo).
Volvió para “Rápido lento” (su colaboración con Tiago PZK, con coreografía con paraguas y solo de guitarra; calentó la nave de la Belgrano con “Intoxicao” (que Nicki Nicole abordó un día antes con igual resultado: ya es parte del repertorio estable de ambas) y pasó por “De enero a diciembre” (feat con Rusherking).
Cerró con “Como si no importara”: la expectativa era que saliera “Duki” (que había venido con ella) pero hubo que conformarse con su presencia virtual. Para el bis la Mernes se puso una campera y arremetió con “Cuatro veinte”, con su propia lluvia de papelitos
Reencuentro de amigos
La gira “Paga Dios” reúne a Ca7riel con su histórico coequiper Paco Amoroso (Catriel Guerreiro y Ulises Guerriero: separados por una “i” movida), que aprovechan compartir temas de cada uno realizados en este tiempo. Llegaron en formato banda, todos desabrigados: Paco en chaleco y pantalón ancho (como genio de lámpara) y Ca7riel en cuero y poncho peludo. Poco prometedor para combatir el frío del aire libre.
Dieron comienzo con el disco funk de “Paga Dios” (con cierta cita a Nirvana) y el soul trap de A mí no. La funkeada volvió con “En el after”. Se pusieron slow y autotuneros en “Mi sombra”, con la tecladista saludando con la cornetita clásica del reggaetón. Ca7riel preguntó: “¿Estamos mal, estamos bien, o estamos ‘Muy bien’?, dando pie a esa misma. Paco tomó el protagónico para la bailable “Viuda negra”, entre el disco y el tumbao salsero en el piano.
“Chinga Sport” paso con una “coreo” con los músicos. “Vos sabés como son las separaciones, pero volvió Paquito y Ca7riel”, comentó este último, antes de recorrer el camino entre la kuryakera “Bad Bitch” a la cumbiera “Polvo”, terminando en la electrónica de “Keyhole”.
Paco pasó al frente en “Ouke” y Ca7riel lo acompañó en la guitarra para la Bzrp Music Sessions #3”. Cambiaron roles para subir la intensidad con McFly, que se enganchó con “Todo el día. “¿Están parados para hacer quilombo, guachos?”, interpeló Ca7riel, entrando al trap espeso en “Jala Muflí”. Subieron los BPM con la casi bolichera “Para afuera”, y sonó una sirena que activó “Ola mina XD”.
Los papelitos llegaron para la bailable “Como hielo”, entre los fuegos artificiales que marcaban el fin de fiesta “Feliz cumple al Diego, loco”, lanzó Ca7riel, antes de irse bailando junto a toda la banda sobre la pista de El mal”.
Así pasó la cuarta edición del Harlem Festival: con cosas por mejorar y ganas de crecer, pero ya afianzado en el panorama cultural santafesino, como uno de los encuentros federales para los artistas que arman la banda sonora del presente.