Hay 51.262 prófugos en el país
En el año se recapturaron 5.000. Fue gracias al trabajo del Comando Unificado Federal Para la Recaptura de Evadidos (Cufre).
Igor y Milo, dos perros Bichón Frisé, fueron clave para recapturar a Alejandro Alfredo Manrique, uno de los 10 hombres más buscados por la Justicia Argentina, luego de permanecer prófugo tres años y nueve meses tras haber sido condenado por abuso sexual a una adolescente.
Se trata de uno de los 5.000 recapturados este año gracias a la investigación hecha por el Comando Unificado Federal Para la Recaptura de Evadidos (Cufre).
Hasta octubre de este año, según el Sistema de Consulta Nacional de Rebeldías y Capturas (Co.Na.R.C.), el total de prófugos en el país es de 51.262 personas.
Manrique cayó el 19 de octubre, cuando salió de la casa que ocupaba en la bucólica San Marcos Sierras, Córdoba, confiado y convencido de que la impunidad seguía siendo su aliada.
El periplo de ese hombre desgarbado, con barba, vestido con una remera roja y jean, terminó como si fuera un manso vecino: sentado en el pasto y en silencio.
Fue recapturado por una sucesión de mínimos errores tras haber embaucado a distintas parejas, de no usar teléfonos celulares ni tarjetas de crédito, vivir sin cuentas bancarias, mudarse con asiduidad, ocultar su rostro en fotografías y haber borrado el IP de sus computadoras para evitar su rastreo. Y por el amor a sus perros.
Estas fallas fueron percibidas por el hombre obsesionado con capturarlo.
“Me estallaba la cabeza. Durante meses soñé con Manrique”, dijo Yamil C., el efectivo de la Prefectura Naval que presta servicio en el Cufre, a quien se le encargó la tarea de encontrar al buscado, por quien se ofrecía una recompensa de 200 mil pesos.
Manrique, en 2010, había sido condenado a 15 años de cárcel por haber abusado de la hija de su pareja, con la que vivió durante años y tuvo a otra niña. Sucesivas apelaciones presentadas por la defensa prolongaron su libertad.
Finalmente, el 4 de febrero de 2014, la Cámara Federal de Casación Penal lo condenó a 10 años de prisión por “abuso sexual agravado por el vínculo en cuatro ocasiones gravemente ultrajante, en concurso real con corrupción de menores”.
La orden de detención fue emitida 10 días después, cuando Manrique ya se había fugado.
“Cuando estos monstruos dejan de formar parte de tu vida una empieza a darse cuenta de lo mal que vivía. Hasta que fue el juicio oral, no paró de enloquecernos. Me comió años de mi vida”, relató Mercedes A., la madre de la chica abusada.
Mercedes recordó su calvario desde un principio: supo que su hija era abusada cuando ésta le contó a su padre los ultrajes que sufría. Advertida de esto, y en shock, armó un bolso y con sus hijas se escapó de su casa y de Manrique.
Durante un año y medio, Mercedes presentó pruebas en Tribunales hasta que logró una condena en primera instancia, pero cuatro años después, tras la sentencia firme de la Cámara, Manrique se fugó.
Durante más de 1.100 días Mercedes siguió buscándolo hasta que fue a las oficinas del Cufre, donde contó su pesquisa.
Había investigado cuentas de Facebook; merodeó por el domicilio de la madre del abusador, en la localidad bonaerense de Las Heras; relevó las páginas web que el buscado administraba y hasta se contactó con mujeres que habían sido pareja con él.
Yamil C. recuerda: “Desde que la escuché a Mercedes en marzo hasta el día antes de la captura, no paré de revisar las redes sociales”.
El pesquisa explicó que “a las tres semanas” de trabajar en el caso “tenía la certeza” de que Fernanda M. F., la mujer que este año estaba con él, “ya era su pareja durante el juicio” y precisó que “ella vendía y distribuía productos cosméticos sólo a través de la web. No se registraban direcciones, ni teléfono, ni un punto de venta fijo”.
Fernanda tenía en Facebook tres perfiles comerciales y uno personal. Yamil analizó cada uno de sus contactos y se concentró en 12 cuentas con nombres y fotos falsas con las que ella tenía constante participación. Tras la condena en febrero de 2014 varias de esas cuentas quedaron inactivas.
Uno de esos contactos, “un tal Alfredo Sach”, tenía coincidencias con el perfil de Fernanda: se repetían las imágenes de dos perros Bichón Frisé.
El 19 de junio de 2016, Día del Padre, Yamil consiguió una certeza clave: la mujer publicó la foto de un hombre alto, flaco, calvo, que besaba a dos perros Bichón Frisé. Yamil sabía que Fernanda iba a volver a ofrecer sus productos. Con otro ardid consiguieron su teléfono. Pidieron un registro de llamadas entrantes y salientes, la celda y la antena y los últimos llamados registrados en el mes y medio.
Sospecharon que Fernanda y Manrique podían vivir juntos. En la zona de San Marcos Sierras. Hablaron con la policía del lugar. En efecto, el prófugo se promovía como profesor de reiki y artesano. Fueron hasta allí y montaron un operativo Fueron hasta allí. Un día lo redujeron a Manrique mientras salía de su casa sin que pudiera reaccionar.
Los evadidos de “élite” conforman 10 %
El Cufre definió una estructura piramidal de evadidos cuya base está conformada por cerca del 70 % de los prófugos, considerados comunes, un 20 % de casos “complicados” y el resto (10%) de “élite”.
De esta manera, se conforma el total de los 51.262 prófugos registrados por el Sistema de Consulta Nacional de Rebeldías y Capturas (Co.Na.R.C.), el 77 % de los cuales es argentino y el 23 restante de otras 87 nacionalidades.
La base Co.Na.R.C. se elabora con las comunicaciones que los tribunales realizan al Registro Nacional de Reincidencia de toda medida restrictiva a la libertad ambulatoria que se dicta en una causa penal, en cualquier jurisdicción.
Una buena parte de los prófugos comunes no sabe que tiene un pedido de captura. O bien porque el abogado no les avisó, o bien la ignoraron. Siguen con su vida habitual, haciendo trámites, sin alterar su estilo de vida y sin estar en actitud de fuga.
Para evitar el agobio y el desgaste que generan estas recapturas, en la cúpula del Cufre desarrollaron una estrategia de sensores y de comunicación entre distintas áreas para avisar y coordinar medidas inmediatas.
Con el 20 % de los evadidos “complicados” se hace una labor más exhaustiva, de investigación. Se trabaja con las fuerzas de seguridad y con autorización judicial.
El Cufre trabaja en tres parámetros: los condenados; las personas que tienen recompensa establecida por el Ministerio de Seguridad, y los casos complejos y a pedido de la Justicia.
En vacaciones, y los fines de semana largos, por controles propios se detectan más prófugos. Durante la época de veraneo Prefectura Naval, Gendarmería y la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) elevan el pico de detenciones por el movimiento de gente. Muchos evadidos caen en el momento en que van a visitar a sus familiares.
Este contenido no está abierto a comentarios