La delegación argentina desfiló con Scola a la cabeza y algunos abucheos
“Ni en los sueños más salvajes de mi infancia hubiera imaginado tanto”, había revelado Luis Scola en su columna en Clarín de este viernes, al hacer referencia a su cuarta participación olímpica. Para el capitán del seleccionado argentino de básquetbol, emblema de la Generación Dorada, los Juegos de Río ya le regalaron uno de esos sueños cumplidos de la niñez aun cuando el equipo dirigido por Sergio Hernández todavía no debutó en la prueba: tuvo el honor de ser el abanderado argentino en la ceremonia inaugural en el estadio Maracaná.
A las 20.57 y detrás de los deportistas argelinos, Scola, con el mástil que sostenía el pabellón nacional entre sus brazos, inició la marcha por la pista del Maracaná, seguido por buena parte de los 213 representantes argentinos en estos Juegos (algunos todavía no arribaron a Río). Cuando por los altoparlantes se anunció el paso de la delegación argentina, se escucharon abucheos de algunos de los 60.000 presentes en las tribunas.
Al igual que sus pares de otras partes del mundo, los atletas argentinos entendieron a la perfección que esta era su ceremonia y así la vivieron y la disfrutaron. Durante el recorrido por la pista circularon en grupitos por disciplina y hubo sonrisas, fotos, saltos y abrazos. Cuando finalizó la marcha, la actividad de las cámaras no se detuvo y ya no hubo distinción por deporte: boxeadores y tenistas, voleibolistas, rugbiers y nadadores, todos se mezclaron y posaron juntos.
Mientras otras delegaciones todavía estaban desfilando, algunos de los deportistas argentinos se retiraron del estadio debido a que el sábado deben competir.
Para esta ceremonia, los hombres vistieron saco azul, camisa blanca, pantalón blanco y corbata a rayas albiazules. Las damas utilizaron blazer azul, blusa blanca, falda blanca y un pañuelo al tono.
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