La UE reformó su política agrícola y complica el acuerdo con el Mercosur
Los 27 países de la Unión Europea alcanzaron un acuerdo para reformar la Política Agrícola Común (PAC), que refuerza los controles ambientales sobre la producción, un tema de fricción con el Mercosur.
La Unión Europea acordó una reforma de su Política Agrícola Común (PAC), la principal partida de su presupuesto, con 387 mil millones de euros en los próximos siete años, que prevé que sus productores deberán aplicar controles más rígidos del impacto ambiental para poder acceder a los subsidios comunitarios, y que podría tener un impacto en el complicado avance de la ratificación del acuerdo UE-Mercosur.
Después de 42 horas ininterrumpidas de duras negociaciones en Luxemburgo, los ministros de Agricultura de los 27 países de la UE alcanzaron un acuerdo que representa “un buen equilibrio” entre la preocupación de la sustentabilidad, las presiones ecológicas y la seguridad alimentaria, dijo la ministra alemana, Julia Klockner.
Por su parte, el comisario europeo de Agricultura, Janusz Wojciechowski, consideró que el acuerdo, que ahora será debatido en el Parlamento Europeo para que pueda entrar en vigor en 2023, es un “buen punto de partida”.
La PAC “está determinada presupuestariamente por los países principales de la UE, Alemania y Francia. Y es de alguna manera el incentivo de los países más industrializados para estimular a los sectores agrarios de países de menor desarrollo relativo, como Polonia aún hoy, o Irlanda hace años”, explica Ernesto O’Connor, economista de la UCA, que acompaña los temas de agroindustria.
“Francia, Polonia e Irlanda son los tres grandes productores de productos primarios agrarios, y los más renuentes al acuerdo con el Mercosur”, agrega O’Connor.
El pacto debe ser ratificado por todos los parlamentos nacionales, y varios países, precisamente con Francia e Irlanda a la cabeza ya adelantaron su oposición, invocando razones ambientales, como la cría de ganado en la región amazónica, que incentiva las quemadas que devastan el llamado “pulmón del mundo”.
El acuerdo de los 27 ministros establece que los agricultores deben respetar normas medioambientales más estrictas para acceder a las subvenciones agrícolas europeas.
Cada estado tendrá que consagrar al menos 20% de las ayudas directas de la UE a explotaciones que participan en los llamados “eco-regímenes”, programas más exigentes en materia de medio ambiente. Precisamente los “eco-regímenes” fueron uno de los temas más resistidos por varios países, que temen perder recursos comunitarios si sus productores no logran alcanzar las metas.
Entre otros elementos, para poder acceder a los subsidios, los productores deberán aplicar prácticas como agricultura de precisión, la agrosilvicultura, o la agricultura orgánica. La reforma también incluye una lista de condiciones que los agricultores y ganaderos estarán obligados a cumplir para poder recibir las ayudas directas europeas, compuesta por diez criterios agrupados en tres grandes temas: Clima y Medio Ambiente, Salud Pública, Sanidad Animal y Fitosanidad y, por último, Bienestar animal.
“Queremos que nuestros agricultores sean competitivos en toda Europa y también tengan capacidad exportadora, pero por sobre todo queremos un estándar ambiental europeo que no sea nivelado por lo bajo”, afirmó la ministra Klockner. Pese a las nuevas exigencias ambientales, el acuerdo desató la ira de las ONGs dedicadas al medio ambiental, por considerar que era demasiado tímido.
“Es un día oscuro para el medio ambiente (…) La transición a la agricultura ecológica está destruida”, dijo Bérénice Dupeux, de la Oficina Europea de Medio Ambiente, que denunció el nivel demasiado bajo reservado a los “eco-regímenes”.
Son esas mismas ONGs las que más se oponen al acuerdo con el Mercosur.
La reforma de la PAC puede representar una complicación adicional al difícil proceso de ratificación del ambicioso acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, aprobado en julio del año pasado luego de casi dos décadas de negociaciones, trabadas en parte por la feroz resistencia de los productores agrícolas europeos.
“A los productores del Mercosur la reforma les pone una exigencia mayor, pues está claro que para determinados productos tendrán que acoplarse al mismo nivel ambiental que los países de la UE. Con lo cual hay más desafíos para nuestra producción”, agrega O’Connor, ex Subsecretario de Planificación Sectorial y Regional.
De todos modos, el economista de la UCA es poco optimista sobre las posibilidades del acuerdo. “Considerando las diferencias entre los gobiernos de Brasil y Uruguay con la Argentina, es poco probable que haya avances”.
“Además, el Mercosur, recuerda O’Connor, es el bloque con menores avances comerciales en el mundo: 4 tratados de libre comercio (con la Comunidad Andina, Israel, Palestina y Egipto, y acuerdos comerciales y de complementación económica con apenas cinco países y dos bloques más”.
Para el especialista, nuestro país “debe avanzar en estos temas en una producción con estándares internacionales, a la par de las regulaciones de la UE, pero las dificultades productivas actuales ponen este horizonte más lejos, con lo cual, el objetivo de ‘exportar con mayor Valor Agregado’, tiene una misma restricción: el costo argentino”.