Las iglesias del Metaverso son un éxito que generó la pandemia
“No podría haber tenido una experiencia religiosa tan inmersiva sentado en la banca de mi iglesia. Pude ver las Escrituras de una nueva forma”, asegura un devoto, que participó en esa experiencia tras no poder asistir una vez a una homilía dominical.
Muchas iglesias están explorando el metaverso y han encontrado en el mundo virtual una forma de enfrentar la ausencia de feligreses en los templos por la pandemia de covid-19, ofreciendo una experiencia inmersiva e innovadora sin salir de casa. Este es el caso de la VR Church, una comunidad espiritual con sede en Fredericksburg (Virginia, EE.UU.) que “existe completamente en el metaverso para celebrar el amor de Dios por el mundo”.
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La iniciativa fue fundada en 2016 por DJ Soto y ha ganado popularidad con el anuncio de Facebook el año pasado de enfocar sus esfuerzos en construir su propio universo virtual. “El futuro de la iglesia es el metaverso“, aseguró recientemente en una entrevista este pastor cristiano, que afirma que su proyecto reúne tanto a personas tradicionalmente creyentes, como a quienes carecen de una afiliación religiosa específica.
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“No es nada en contra de lo físico. No creo que las reuniones presenciales deban desaparecer, pero en la iglesia de 2030 el enfoque principal será el campus del metaverso”, añade.
Los devotos tienen la posibilidad de asistir a servicios cristianos tradicionales, como misas o bautizos, así como también a sesiones espirituales de meditación, todo ambientado en entornos hiperrealistas. “No podría haber tenido una experiencia religiosa tan inmersiva sentado en la banca de mi iglesia. Pude ver las Escrituras de una nueva forma”, confesó Garret Bernal, un mormón de Richmond (Virginia) que participó en esa experiencia tras no poder asistir una vez a una homilía dominical. Al entrar al mundo virtual se encontró con un pastor que guiaba a la congregación a través de imágenes generadas por ordenador de las escrituras bíblicas que cobraban vida ante sus ojos, cuenta.
Bill Willenbrock, quien dirige una comunidad cristiana en la plataforma VRChat y se denomina a sí mismo “misionero digital”, considera que el anonimato que ofrecen esos espacios puede ayudar a muchos a sentirse más cómodos al momento de hablar de sus problemas personales. Paul Raushenbush, de la organización Interfaith Youth Core, que promueve proyectos para el liderazgo religioso, opina que la virtualidad no solo está ayudando a generar “encuentros positivos”, sino que quienes participan no son juzgados por su apariencia física.
Hablando al respecto con el medio digital Cointelegraph, Soto resaltó que “las conversaciones sobre tecnología y espiritualidad deben coexistir“. “Tenemos personas que asisten porque tienen covid-19 o por falta de accesibilidad a su iglesia física. Somos una iglesia Web3, la primera de su tipo, que llevará al cristianismo al valiente mundo de las criptomonedas, el ‘blockchain’ y otras tecnologías de próxima generación”, concluye.