Ley de Teletrabajo: defender derechos con perspectiva de género
La pandemia a nivel global producto de la irrupción avasallante del COVID-19 modificó en forma tajante el escenario mundial, generando la necesidad de introducir profundos cambios tanto en la cotidianeidad de las personas, como en las agendas de los Estados.
La urgencia en la toma de decisiones sobre una multiplicidad de cuestiones derivó en que la discusión de problemáticas con resolución a mediano o largo plazo, demandaran un tratamiento inaplazable para brindar respuestas en el tiempo presente.
La regulación de la modalidad de Teletrabajo, viene siendo objeto de estudio y debate en nuestro país desde hace algunos años, pero no ha sido en términos cuantitativos una modalidad muy utilizada sino hasta este año 2020, pandemia y aislamiento social obligatorio mediante. La necesidad y la urgencia en la implementación de un modo de prestación del débito laboral que permita ajustarse a la “nueva normalidad”, con resguardo de la productividad empresarial y el amparo de los derechos de los y las trabajadoras, aceleró el tratamiento legislativo de una norma jurídica que regule el teletrabajo, para tutelar fundamentalmente los derechos de los trabajadores y trabajadoras, incorporándose de dicho modo el artículo 102 bis de la Ley de Contrato de Trabajo.
Así fue como en el Congreso de la Nación comenzamos a transitar un camino que incluyó la presentación de una veintena de proyectos de ley y la apertura de una ronda de consultas con la participación de las centrales obreras, sindicatos especialmente relacionados con las telecomunicaciones, organizaciones y cámaras comerciales, empresariales e industriales, profesionales del derecho laboral e incluso el propio Ministerio de Trabajo de la Nación, que incluyó una mirada desde la economía feminista a cargo de Lucía Cirmi Orbón.
Es decir, se escucharon todas las voces: las de quienes están a favor y sostienen la necesidad de regular para tutelar derechos y las de quienes cuestionan o ponen reparos, por considerar que no generará empleo y sí mayores gastos para el empresariado. En este punto es necesario aclarar que la generación de nuevos empleos no es el objetivo fundamental de la ley de teletrabajo, cuyo fin primordial es regular las características de una modalidad de trabajo que hace ya tiempo se viene implementando, pero que fundamentalmente en estos tiempos pandémicos corre riesgo de precarización, flexibilización y pérdida de derechos laborales.
Mucho se habló en todo este tiempo de los derechos que consagra la flamante Ley Nº 27555: la voluntariedad expresada por el trabajador o la trabajadora, la posibilidad de revertir hacia el trabajo presencial, el derecho a desconectarse digitalmente (exigiendo así el cumplimiento de la jornada laboral acordada), la compensación de gastos y provisión de insumos por parte de los empleadores y su obligación de respetar la privacidad y la intimidad de quien teletrabaja. Pero me interesa destacar un hecho sumamente importante que se presenta como histórico en la lucha de las mujeres trabajadoras: el reconocimiento de las tareas de cuidados, que recaen principalmente en las mujeres como un trabajo (aunque no remunerado ni reconocido como tal) y como una situación que genera el derecho a la interrupción de la actividad de teletrabajo para la atención de personas que así lo requieran. ¡Al fin una norma laboral reconoce un reclamo de las mujeres!
Asimismo, esta ley pone en valor un bien preciado para los trabajadores y trabajadoras como son los convenios colectivos de trabajo, ámbito en el que se discutirán y resolverán las particularidades del teletrabajo según las distintas actividades laborales, ya que la ley sancionada recientemente plantea presupuestos legales mínimos que deberán complementarse paritariamente.
Ahora bien, ante este nuevo escenario mundial, con el avance incesante de la tecnología haciéndose cada vez más presente en cada manifestación de la vida humana, incluyendo lógicamente el ámbito laboral, cabe que nos preguntemos: ¿Es el teletrabajo un avance o una amenaza? ¿Es el trabajo del futuro?
Y aquí, a modo de primera aproximación a una respuesta, podemos afirmar que, aunque el volumen de trabajo en ciertas áreas de la actividad pueda trasladarse a la virtualidad, nada hace suponer que el teletrabajo aumentará exponencialmente. No solamente porque muchas actividades no lo permiten por sus características, sino porque muchos
trabajadores y trabajadoras prefieren la labor presencial. Esto es así fundamentalmente en el caso de las mujeres, quienes nos dimos una larga lucha para “salir” de nuestros hogares e ingresar al mundo laboral y reclamar por la igualdad de derechos con los varones: volver a “encerrarnos” en nuestras casas sería para muchas, un retroceso. La excusa que pretenden promover acerca de la conveniencia de compatibilizar “mejor” el trabajo con las tareas de cuidados deja al descubierto el histórico discurso patriarcal acerca del rol de las mujeres: en casa, cuidando a la familia, ocupándonos de las tareas hogareñas.
Asimismo, sabemos que en la actualidad los cambios y avances tecnológicos introducen profundas modificaciones en el mundo laboral, generando cierta incertidumbre acerca del futuro del trabajo. Estos nuevos escenarios y los desafíos que plantean nos exigen ser protagonistas en los debates que necesariamente deben darse, aportando nuestra mirada de trabajadores y trabajadoras, comprometida con la defensa de la dignidad de la persona y la defensa de los derechos laborales y con perspectiva de género.
El progreso y la simplificación y de los procesos productivos y económicos, no debe significar de ningún modo la vulneración de derechos para los trabajadores y trabajadoras. No hay economía que pueda salir adelante, sin preservar, resguardar y proteger a quienes cotidianamente, a través de su trabajo, posibilitan su funcionamiento.
Es hora de pensar en el mundo que viene, pero con la plena convicción del mundo que queremos, que soñamos y que deseamos dejar a nuestros hijos e hijas, porque como ya lo hemos expresado: ¡La economía tiene que cerrar, pero con la gente adentro!