La ONU aleta por una “catástrofe humanitaria"
Los palestinos huyen hacia el sur de la Franja de Gaza ante la inminente ofensiva terrestre de Israel
Unas 600.000 personas se refugiaron en ciudades alejadas al centro de los bombardeos israelíes, pero la falta de agua, alimentos e insumos pone a la población al borde de una crisis sin precedentes.
Unas 600.000 personas, la mitad de los habitantes de la parte norte de la Franja de Gaza, evacuaron sus hogares y se refugiaron en ciudades del sur del enclave palestino bajo ataque aéreo israelí, como Jan Yunis y Rafah, que no están preparadas para enfrentar esta emergencia. La falta total de insumos básicos, alimentos y agua puso a Gaza bajo una “catástrofe humanitaria inédita”, según advirtió este domingo la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (Unrwa).
“Ni una gota de agua, ni un grano de trigo, ni un litro de combustible fue autorizado a entrar a Gaza en los últimos ocho días”, dijo Philippe Lazzarini, jefe de la Unrwa, en una conferencia de prensa, citado por AFP.
Según fuentes palestinas, los muertos ascienden a 2670 y los heridos a 9200 en Gaza. En las últimas 24 horas, 357 personas fallecieron a causa de los bombardeos israelíes, desencadenados tras el brutal ataque de Hamas al sur de Israel, que dejó más de 1400 muertos.
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Médicos sin Fronteras organizó una de las evacuaciones. En un texto enviado, el responsable de comunicaciones de la organización en Gaza, Louis Baudoin, dijo que miles de personas salieron en una caravana de autos rumbo al sur.
“Las personas vinieron aquí en busca de seguridad, pero todavía tienen miedo, se preguntan qué pasará. La gente suele venir a preguntarnos si tenemos información, pero nosotros tampoco la tenemos. No sabemos si los bombardeos seguirán cerca o lejos de aquí. Ayer escuchamos caer algunas bombas, pero seguramente menos que en la ciudad de Gaza”, dijo.
Hoy, la mayor riqueza que alguien puede tener en Gaza es una botella de agua, un recurso extremamente escaso para los habitantes de la Franja, reportó EFE.
El drama de la sed se cierne sobre una población de 2,3 millones de gazatíes. La falta de agua en Gaza no se debe solo al cierre de las tuberías ordenadas por Israel el lunes, revocado ahora parcialmente, sino a la escasez de combustible para las desalinizadoras que abastecen a la población repartiendo agua en camiones. El agua de la canilla en la Franja, extraída del subsuelo, es prácticamente imposible de beber por su alta salinidad.
El Ministerio de Infraestructuras israelí renovó el suministro de agua para los residentes del sur de la Franja de Gaza. Sin embargo, es apenas una gota en el desierto, ya que el agua proporcionada por Israel en tiempos normales supone apenas el 7% del consumo total en el enclave. Naciones Unidas advirtió que llevar combustible a Gaza es la única manera de salvar a la población de la muerte por deshidratación.
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“Ya no nos queda casi agua potable, no tengo leche en los pechos y solo me queda una lata de leche para mi hija. Pero no me iré, no tengo otro lugar que mi casa y me tendrán que sacar de aquí muerta”, aseguró a EFE Nancy Hamdan, una madre de 24 años con una hija de ocho meses, residente en la zona costera de Gaza.
La escasez de combustible paralizó el servicio de ambulancias y la administración local comenzó a abrir fosas comunes para enterrar numerosos cuerpos de víctimas de bombardeos sin identificar.
Más al sur, la situación en el cruce de Rafah, en la frontera con Egipto, es de total incertidumbre. Se desconoce si El Cairo permitirá la entrada de los camiones con ayuda humanitaria y para evacuar al menos a los residentes con nacionalidad extranjera.
Médicos sin Fronteras: “Hay gente en todas partes”
El responsable de comunicación de Médicos sin Fronteras, Louis Baudoin, encabezó una de las evacuaciones masivas. Actualmente, se encuentra en el sur de la Franja de Gaza.
“Estoy con varios miles de palestinos. Todos vinimos a refugiarnos aquí después de un anuncio del ejército israelí pidiendo a todos en el norte de la Franja de Gaza que evacuaran. Entonces, en mitad de la noche, establecimos un plan de evacuación de emergencia y salimos en un convoy de 300 autos”, contó.
Según comentó, “los autos comenzaron a llegar a raudales durante todo el día hasta que no hubo más espacio. En ese momento la gente siguió llegando a pie, con colchones, un poco de comida y algo de ropa, pero no mucho equipaje, porque realmente todos se fueron en caso de emergencia. Según el último recuento, me dijeron que había unas 10.000 personas aquí”, apuntó.
Hoy los refugiados se encuentran “en una especie de gran complejo que sirve, entre otras cosas, como escuela, con quizás diez edificios de diferentes tamaños. Entonces la gente busca un pequeño lugar donde refugiarse donde pueda, y las personas duermen en las escaleras, en los pasillos, en las aulas, en las cafeterías, hay gente realmente en todas partes poniendo sus colchones o simplemente una manta en el suelo”, afirmó.