Los rosarinos vuelven al kinesiólogo para aliviar los “dolores del encierro”
Las consultas más frecuentes están vinculadas al sedentarismo prolongado obligado por el aislamiento. Cuáles son las molestias derivadas de los cambios de hábito y estrés.
La incertidumbre, el miedo al contagio, el estrés, las largas horas de home office sin las condiciones adecuadas impactaron de lleno en el cuerpo de los rosarinos que están volviendo al consultorio de los kinesiólogos en busca de alivio para los “dolores del encierro”. Durante los primeros meses de la pandemia, y como ocurrió con otras especialidades, los pacientes tenían miedo de continuar con sus tratamientos de rehabilitación o asistir por primera vez. La preocupación por el contagio pesaba más que las molestias. Pero la situación hoy es diferente y ya hay profesionales que están trabajando con un ritmo similar al que tenían antes de la epidemia de Covid-19, aunque los turnos son más espaciados porque así lo requieren los protocolos.
La Capital habló con Pablo González del Cerro, licenciado en kinesiología (Centro de Ortopedia y Traumatología de Rosario) y Mauro Barone, licenciado en kinesiología y fisiatría, docente de grado y prosgrado e investigador asistente en la UGR, quienes ofrecieron sus miradas sobre las principales dolencias que afectan a los rosarinos y que en muchos casos se agravaron durante la pandemia. También mencionaron cómo encontrar soluciones o paliativos para sentirse mejor.
González del Cerro relató que durante marzo y abril, sobre todo, se atendían solamente las urgencias y que fue el momento de reinventar los modos de llegar al paciente para continuar -en los casos que era posible- con las terapias necesarias pero de manera remota. “Con algunos pudimos encontrar la manera de trabajar a través de videos personalizados o videollamadas, en otros casos, como con aquellos que hacen hidroterapia no era posible. La osteopatía, que es otra rama a la que me dedico, tampoco puede desplegarse sin el contacto directo con la persona. Fue complicado, pero la verdad es que ahora la actividad es intensa nuevamente, casi normal, pero siempre cumpliendo con las normas para protegernos nosotros y proteger al paciente”, comentó.
El kinesiólogo, que se especializó en Reeducación Postural Global (RPG), reconoció que llegan a la consulta personas derivadas por el traumatólogo que comenzaron con dolores en la espalda o en las rodillas (en los últimos meses) porque, por ejemplo, durante la pandemia se pusieron a hacer ejercicios por su cuenta siguiendo videos que le pasaba un amigo o que se promocionaban por Instagram o Facebook. “Muchos hicieron macanas con eso”, dijo.
Pero las consultas más frecuentes tienen que ver con el prolongado sedentarismo (“la gente dejó hasta de caminar”) y porque “muchas personas se vieron obligadas a trabajar con la computadora desde su casa, con sillas, mesas y elementos inadecuados que cambiaron drásticamente su postura y con tensiones extra como tener que atender al mismo tiempo a los hijos, ayudarlos con la escuela, dedicarse a las tareas del hogar”.
“Otros perdieron el trabajo o tuvieron que modificar drásticamente sus actividades lo que les alteró el sueño, los puso ansiosos y todo eso repercutió en distintas partes del cuerpo. La pandemia impactó en lo anímico y en lo físico de una manera terrible”, dijo.
González del Cerro destacó que los dolores lumbares, dorso cervicales y cervicales se anotan entre los más frecuentes y aunque afectan más a personas añosas se ven en todas las edades.
“Lo más importante es que encontremos entre el kinesiólogo y el paciente lo que más le agrada a cada persona para que pueda moverse, porque esa es la indicación principal: el movimiento. Pero debe ser un movimiento guiado, una actividad física controlada y adaptada a cada uno”, señaló y agregó: “A veces se trata de implementar pequeños cambios pero en otras ocasiones las intervenciones del kinesiólogo son más prolongadas”.
Expectativas y realidad
Mauro Barone se dedica, entre otras tareas, a la investigación musculoesquelética, especialmente al área orofacial y a las algias (dolores) vertebrales. Señala que durante estos meses de mucho encierro se generaron distintas situaciones que tuvieron sus efectos en el organismo. “De todos modos creo que hay problemas que vamos a ver después, en un tiempo, vinculados a las largas horas de teletrabajo, la mala calidad del sueño y la falta de actividad física sobre todo en aquellos que venían con una determinada rutina y la suspendieron”, sostuvo.
Barone consideró que en relación al trabajo de los kinesiólogos la pandemia está dejando muchas enseñanzas que hay que tomar, analizar y que quizá hayan venido para quedarse, como, por ejemplo, lo vinculado a la telemedicina o telesalud. “Es un desafío, y de alguna manera el Covid-19 nos adelantó algo que se venía viendo en el mundo. Desde ya que hay trabajos con el paciente en los que la presencialidad es irreemplazable, pero hay casos en los que no se perdió el contacto gracias a estos recursos y que permitió no interrumpir tratamientos”, mencionó.
El profesional admitió que este vínculo a través de lo virtual fue más sencillo de sostener con pacientes con los que ya había una relación, un trabajo previo, y que es mucho más complicado arrancar con alguien a quien se ve por primera vez.
“Cuando se trata del ejercicio supervisado es más simple, no hay tanta diferencia (entre lo presencial y lo virtual)”, destacó.
Dolores y responsabilidad
Barone señaló que en la kinesiología hay un gran cambio de paradigma y que es necesario empezar a enfocarse en esto, tanto entre los fisiatras como en lo referido a la educación del paciente. “El dolor es una cuestión compleja. No se trata de encontrar una postura determinada o de hacerle al paciente un montón de estudios para llegar a un diagnóstico, que es a lo que estamos acostumbrados. Si se tratara solo de que la persona ponga los hombros de determinada manera o de sentarse derecho sería muy sencillo, pero no pasa por ahí”, puntualizó.
“A veces convertimos en patología cosas que no lo son”, dijo Barone y destacó que “llenamos al paciente de plantillas, vendajes e indicaciones que no son la solución”.
La mirada bio-psico- social es fundamental. “La persona que viene con un dolor o varios, no sólo tiene o puede tener un determinado problema físico, sino que muchas veces está vinculado con su estilo de vida, con cosas que le pasaron o le están ocurriendo, con el contexto socioeconómico. En general, el paciente va al consultorio esperando que uno le haga unos masajes cada tanto y con eso se le vayan las molestias. Y no es responsabilidad de la persona, sino que el sistema funciona bastante así, haciendo que el paciente se vuelva dependiente del kinesiólogo, cuando lo que nosotros tenemos que lograr esa darle herramientas, personalizadas, para que pueda vivir sin esos dolores o con menos dolores sin necesidad de pasársela en un consultorio”.
Otras respuestas
“La verdad es que la mayoría de los dolores de hombros, lumbares, cervicales, no necesitan ni infiltraciones ni cirugías. Lo invasivo no suele ser la respuesta adecuada. Hay que hacer un buen diagnóstico y después que la persona se mantenga activa, que haga ejercicios supervisados. Hoy pasa más por la educación del paciente, por proponer un circuito menos invasivo y como dije, menos dependiente. Cuesta entenderlo, pero estoy convencido, y hay un montón de publicaciones mundiales en este sentido, que sostienen que es por este lado: entender que no hay una receta universal y que hay que empoderar al paciente”.
Más allá de las transformaciones y problemas que acarrea la pandemia, Barone dice que en los últimos 30 años hay un aumento del dolor en la población justamente cuando se cuenta con más tecnología y más avances en ese sentido, por lo tanto: “Es claro que algo estamos haciendo mal”, comentó.
“Para aliviar el malestar, las molestias, los dolores que en algunos casos condicionan la calidad de vida hay que encarar un trabajo conjunto con el profesional que tenga como objetivo la reeducación del paciente, el automanejo y la responsabilidad en su cuidado”, enfatizó.