Madre y abuela a la vez: una actriz española tuvo un bebé a los 68 años y el padre del niño es su propio hijo
La beba Ana Sandra Lequio Obregón nació el 20 de marzo en Miami, Estados Unidos, y generó polémica
La actriz española Ana Obregón está copando los titulares de los medios de su país desde hace varios días. Es que primero se mostró feliz como madre, a los 68 años, de una beba nacida de vientre de alquiler, lo que generó cierto debate dado que esa práctica está prohibida en España y muchos otros países. Pero ahora volvió a ser noticia con una confesión: la bebé es, en realidad, su nieta, concebida con semen de su hijo, fallecido hace tres años producto de un cáncer.
La beba Ana Sandra Lequio Obregón nació el 20 de marzo en Miami, Estados Unidos, donde es legal la subrogación de vientre. La foto de Ana Obregón saliendo del hospital en silla de ruedas con la beba en brazos se reprodujo infinidad de veces en medios y redes sociales.
En una entrevista publicada este miércoles por la revista ¡Hola!, la actriz revela que Ana Sandra es hija de su hijo, que falleció en 2020 producto de un cáncer cuando tenía 27 años.
“Esta fue la última voluntad de Aless, la de traer un hijo suyo al mundo”, contó Obregón. Antes de someterse a un tratamiento para el cáncer, el joven congeló esperma, que se conservaba en Nueva York. “No es un capricho. Esto es cumplir el deseo y la última voluntad de mi hijo”, remarcó.
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Tras la muerte de Aless, la actriz avanzó con planes para hacer realidad esa última voluntad, en la más absoluta reserva. “Solo Ana, sus hermanas Celia y Amalia, y Alessandro Lequio, el padre de su hijo Aless, sabía que el proceso estaba en marcha”, publicó la revista.
Ante la pregunta de por qué no quiso contarlo antes de que la beba naciera, respondió: “Lo he querido mantener en secreto porque he tenido muy mala suerte en la vida y pensaba: ‘Hasta que no la tenga en mis brazos y vea que está bien y que está sana, no voy a decir nada’. ¡Yo qué sé! Pues por las energías, porque ya ves, ahora, la gente opinando sin saber ni de lo que hablan. Me daba tanto miedo… Yo quería que viniera al mundo, que los nueve meses de embarazo fueran estupendos, que naciera, tenerla en mis brazos y luego gritarlo al mundo entero”.
“Llegó una luz llena de amor a mi oscuridad. Ya nunca volveré a estar sola. He vuelto a vivir”, escribió emocionada en redes sociales la actriz, que confesó que estos años tras la muerte de su hijo fueron muy duros.
Ana Obregón le confió a la revista que, legalmente, figura como madre adoptiva pero que al crecer le contará a la nena la verdad sobre su origen.
En cuanto a cómo encarará el tema, la actriz sostuvo: “Le diré: ‘Mira, tu papá te deseó y desgraciadamente no está aquí. Está en el cielo. Te deseó tanto y aquí estás, mi vida’. No le voy a mentir. Yo siempre he ido con la verdad por delante. ¿Para qué voy a decir que es mi hija adoptiva? No, no lo voy a esconder. Y le voy a dar todo el amor que tengo. Y va a ser una niña sana y feliz. Porque ya me toca, ¿sabes? Ya me toca. Han sido cinco años en total de sufrimiento. Dos años luchando con mi hijo codo a codo contra el cáncer, viviendo las situaciones más horribles”.
Por lo pronto, Ana Obregón sigue con su nieta en Estados Unidos, a la espera de documentación que le permita salir del país y volver a su casa, en España. Le aseguró a Hola que no admite críticas y que solo tienen derecho a opinar quienes hayan perdido un hijo.
“Mi Aless: Te juré que te salvaría del cáncer y te fallé. Te prometí que traería a tu hija al mundo y aquí la tengo entre mis brazos”, comienza diciendo Ana Obregón, en una carta a su hijo que hizo pública. Continúa: “Cuando la abrazo siento una emoción indescriptible, porque es como si volviera abrazarte otra vez. Te juro que la cuidaré con el amor infinito que tengo para dar y tú desde el cielo me ayudarás”.
La gestación subrogada, autorizada en unos países y prohibida en otros, es controversial debido a los conflictos económicos, morales y sociales que plantea. Fundamentalmente, por el hecho de afectar a las poblaciones menos favorecidas, que prestan sus cuerpos para que los más privilegiados económicamente puedan realizar su deseo de ser madres y padres.