Mar Chiquita alberga la nidada de flamencos más grande de Sudamérica
Con más de 300.000 ejemplares, tiñeron de rosado el noreste de Córdoba y un grupo de biólogos realizó un censo aéreo para impulsar la conservación de la especie.
La nidada de flamencos australes más grande de Latinoamérica se posó en Mar Chiquita, al noroeste de Córdoba, con más de 300.000 ejemplares que han sido la atracción de lugareños y biólogos que aprovecharon para realizar, en las últimas semanas, un censo aéreo para impulsar la conservación de la especie.
La laguna, que junto a los bañados del Río Dulce conforma uno de los humedales más importantes del país, es el hábitat y lugar de reproducción del flamenco austral, así como también un punto de migración para el flamenco andino, también conocido como parina grande, y el flamenco de James, llamado parina chica, por lo que en la zona se observan tres especies de estas aves de las seis existentes en el mundo.
Expertos locales en conservación indicaron que en los últimos meses se contaron más de 300 mil individuos y se observaron siete nidadas de flamencos australes.
“Los vuelos que permiten contabilizar a las aves se realizan en dos momentos del año, durante el verano y el invierno”, explicó a Télam Lucila Castro, bióloga y directora de la ONG Natura International, que realiza los censos junto al Grupo de Conservación de Flamencos Altoandinos (GCFA) y la Secretaría de Ambiente de Córdoba.
Otros censos
Durante los últimos censos se observaron cientos de miles de flamencos nidificando en la laguna. “Es un acontecimiento realmente asombroso, donde se puede ver un mar teñido de rosa”, enfatizó Castro.
En ese humedal cordobés hay unas 380 especies de aves entre residentes y migratorias, lo que lo convierte en uno de los más ricos del mundo en términos de biodiversidad.
Un ejemplar adulto de flamenco austral puede llegar a medir un metro en promedio y tienen patas largas y pico curvo, adaptados para la búsqueda de alimento en la laguna barrosa.
Nacen con un plumaje grisáceo, amarronado o blanco pero al llegar a la madurez las plumas toman tonalidades rosadas porque se alimentan de algas y crustáceos propios del lugar, que contienen pigmentos.
“Según el lugar que habiten y las especies de las que se alimenten, el tono rosado de las plumas de los flamencos puede variar de intensidad”, detalló a Télam Yanina Druetta, consultora técnica de Natura International en el proyecto.
Hábitat ideal
La laguna Mar Chiquita y los bañados del Río Dulce se extienden por casi un millón de hectáreas del noreste cordobés y el sudeste de Santiago del Estero, por lo que los censos aéreos son la única manera viable para estimar poblaciones de aves en humedales tan extensos.
“El censo aéreo consiste en realizar un sobrevuelo sobre el área. Durante el vuelo va un censista a cada lado del avión para realizar el relevamiento fotográfico, y a esto se le suman metodologías como el aforo para contar directamente la cantidad de individuos durante el vuelo”, explicó el censista Matías Michelutti.
Las parejas de flamencos construyen el nido en las márgenes de la Laguna Mar Chiquita, donde luego depositan un único huevo y se quedan a cuidarlo hasta el nacimiento del pichón.
Los expertos remarcaron la importancia de conservar el sector porque de acuerdo a la lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que componen organizaciones gubernamentales y de la sociedad civil, los flamencos australes están casi en riesgo y su tendencia poblacional está decreciendo.
“Los flamencos son aves muy sensibles. Si se asustan, abandonan los nidos en masa, se van del lugar y dejan los huevos y las crías a la deriva. Es muy importante no molestarlos para que se puedan reproducir con normalidad”, subrayó Druetta.
En la zona hay un proyecto para crear el futuro Parque Nacional Ansenuza, donde casi un millón de hectáreas entre la laguna y los bañados estarán protegidas bajo un marco legal, lo que contribuirá a la conservación de estas especies.
Castro explicó que en torno del parque “se podrán realizar actividades económicas de forma sustentable, sin afectar a la flora y fauna del lugar”. “Además, con la nueva área protegida, habrá nuevo personal y un presupuesto específico dedicados a preservar el humedal”, aclaró.
Para lograr la creación del Parque Nacional Ansenuza “es fundamental la capacitación y educación ambiental de todos los actores involucrados en el proceso de establecimiento y es necesario desarrollar acuerdos que den pie a los cambios en el uso del suelo necesarios para crear el área”, concluyó la bióloga.