Máxima de Holanda cumple 50 años
En pleno golpe a la popularidad de la monarquía holandesa, la reina Máxima de Países Bajos celebra su 50 cumpleaños sin grandes fiestas por la pandemia, pero con la opinión pública consciente de su naturalidad, cercanía y espontaneidad, lo que la destacó siempre como el miembro más apreciado de los Orange.
“No son tiempos para celebrar, vamos a esperar a un momento más adecuado“, aseguró Máxima, considerándose afortunada por poder cumplir años y estar sana, en un aniversario en el que debido a la pandemia solo podrá soplar las velas con dos invitados al día.
La televisión pública NOS emitirá una entrevista con la reina, en la que se espera que comente las polémicas que llevaron la popularidad de la Casa Real a sus peores datos, como su viaje a Grecia en octubre, en plenas restricciones de movilidad, que obligó a la pareja a volver a Países Bajos nada más aterrizar en el país heleno y grabar un video para disculparse.
La relación de la pareja real no siempre ha sido fácil. Sus primeros años fueron un asunto de Estado para el Gobierno neerlandés. La joven Máxima, que había conocido al heredero al trono en 1999 bajo una caseta en la Feria de Abril de Sevilla, tuvo que rendir cuentas públicas por el papel de su padre, Jorge Zorreguieta (1928-2017), como funcionario de la dictadura argentina de Jorge Rafael Videla.
Se abrió una investigación, y múltiples debates mediáticos y parlamentarios sobre la idoneidad del enlace, pero la pareja decidió luchar contra viento y marea por el respaldo de la política y la sociedad.
En febrero de 2002 se casaron en Ámsterdam y Zorreguieta fue el gran ausente de esa boda, por exigencia del Parlamento neerlandés a cambio de su visto bueno. Máxima dejó entonces caer varias lágrimas al escuchar la canción ‘Adiós Nonino’, una escena emotiva que hizo que se ganara a un país que la había criticado por ser hija de Zorreguieta.
Hoy logró que la mayor parte de la sociedad se olvidara de quién fue su padre. Con motivo de su cumpleaños, los medios de comunicación locales repasan estos días sus momentos más destacados desde que en 2001 ella y Guillermo Alejandro, por entonces príncipe de Países Bajos, anunciaran su compromiso.
Máxima, que trabajaba en Nueva York, reconoció alguna vez que ser reina no estaba entre sus planes cuando conoció a Guillermo Alejandro. “Pensé: debería alejarme de todo esto, soy una chica independiente y tengo todo tipo de planes. Esto realmente no encajaba“, admitió.
El príncipe sí había quedado enamorado de la joven argentina desde el encuentro en Sevilla, por lo que se las ingeniaba siempre para que se encontraran en algún lugar del mundo, desde la boda de unos amigos en común, hasta los viajes espontáneos de Guillermo Alejandro a Nueva York.
En verano de 1999, Máxima conoció a sus suegros, recibiendo la bendición de la monarca Beatriz. Ahí empezaron sus retos para ganarse a la sociedad: lo primero fue aprender neerlandés, un consejo de su suegro Nicolás de Amsberg que siguió tan a rajatabla que hoy apenas le queda acento.
En septiembre de ese año, los neerlandeses se enteraron de la relación por el diario De Volkskrant y Máxima se mudó en el 2000 a Bruselas para trabajar más cerca de su futuro reino, mientras seguía de cerca los calentados debates sobre su padre, pero también sobre sus creencias: ella es católica y Guillermo Alejandro protestante.
En enero de 2001, y mientras patinaban sobre un estanque helado del Palacio Huis ten Bosch de La Haya, Guillermo Alejandro se arrodilló ante la joven argentina para pedirle matrimonio, en unas de las escenas más comentadas sobre la pareja.
La familia al completo volvió a visitar Sevilla en 2019 para celebrar su vigésimo aniversario y las imágenes de Máxima bailando sevillanas, en su habitual naturalidad y espontaneidad, volvieron a recibir los aplausos de los neerlandeses, algo que explica cómo esta reina ha destacado siempre por ser la más valorada de la familia real de Países Bajos.
La pareja vive hoy en La Haya con sus tres hijas: Alexia, Ariane y la heredera al trono, Amalia, desde donde tratan de recuperar el aprecio de la sociedad neerlandesa alejándose de las polémicas y dejándose ver en los pocos eventos oficiales que les permite la pandemia. Y el cumpleaños de Máxima puede jugar un papel en esa tarea.